TV Blog de Harguindey

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La televisión es la reina de la casa. Lo que se pretende en este espacio es comentar la actualidad televisiva más inmediata, los programas del día, desde cualquiera de los que se definen como “telebasura” a las retransmisiones deportivas, los espacios informativos, documentales, las películas o las series. Son los comentarios y recomendaciones de un telespectador común.

Sobre el autor

Ángel Sánchez Harguindey

Ángel Sánchez Harguindey perteneció a la plantilla de El País desde su fundación en 1976. Fue jefe de la sección de Cultura, responsable del suplemento cultural Babelia, redactor jefe de El País Semanal, redactor jefe de la sección de Opinión y Adjunto a la Dirección.
Ha publicado el libro "Memorias de sobremesa. Conversaciones con Rafael Azcona y Manuel Vicent" (Editorial Aguilar)

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Patatas calientes y bienestar

Por: | 31 de enero de 2019

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Si hay algo que está dejando claro el complejo problema del conflicto de los taxis es la incompetencia de los responsables políticos que, teóricamente, están donde están para solucionar los problemas de la ciudadanía, fomentar la convivencia y procurar en la medida de lo posible su bienestar.
Visto lo visto, está claro que no saben solucionar el problema. En el pasado septiembre, el Gobierno cedió las competencias a las comunidades autónomas y municipios sobre la regulación de vehículos de transporte con conductor. Ahora, algunas de esas comunidades, sobre todo las gobernadas por el PP, consideran que fue una burda maniobra para quitarse de encima una patata caliente. En todo caso, transferir el problema no es resolverlo.
En un alarde de esfuerzo laboral, tan insólito desde que accedió al poder el actual president, el Govern de la Generalitat ha tratado de resolverlo con un decreto que, de entrada, ha supuesto ya el que las empresas de VTC anuncien un ERE que afectaría a 1.000 trabajadores. No deja de ser curioso que la Generalitat actúa a golpe de manifestación callejera. Tienen tanta tendencia a ocupar las calles y plazas que para ser escuchados, los colectivos damnificados por la política de recortes deciden también ocupar calles y plazas. No hace mucho fueron los médicos y trabajadores de la Sanidad. Ahora, los taxistas. El Parlament, por su parte, sigue inoperante.
Por lo que respecta al fomento de la convivencia, nuestros entrañables políticos parecen considerar que las agresiones físicas, las acusaciones, la manipulación de los datos y la crispación dialéctica forman parte de dicha convivencia y, por tanto, hay que fomentarla. Y a ello se dedican con fervor una buena parte de la clase política. No hay día ni acontecimiento que venga de donde venga no sea utilizado por la derecha para desprestigiar al oponente. Naturalmente, tal cantidad de agravios afecta a la memoria colectiva. ¿Alguien se acuerda ya de lo que se denunció a bombo y platillo sobre Gibraltar y el Brexit?
Ni resuelven los problemas, ni fomentan la convivencia ni procuran mejorar el bienestar de la ciudadanía salvo que consideren que rebajar el impuesto sobre sucesiones y donaciones mejora el bienestar de un selecto grupo ciuadadano. La nueva Junta de Andalucía, por ejemplo, fiel a su compromiso de regeneración democrática con la ayuda de Vox, ha decidido rebajar en un 99% dicho impuesto que afecta, básicamente, a quienes tienen algo que heredar más allá de una fotos familiares. Un dato andaluz: en los tres primeros trimestres de 2018, según datos de la Consejería de Economía y Hacienda, de un total de 239.667 casos de aplicación de dicho impuesto fueron 23.693, es decir, un 10% de los afectados los que tuvieron que pagar dicho impuesto. Con la nueva medida han conseguido un ligero bienestar en unos veintitantos mil ciudadanos. Nadie dijo que la regeneración fuera fácil.
¿Y la izquierda? Bueno, en su caso, sí es diferente: las patatas calientes se las ceden entre ellos mismos. De lujo.

Políticos

Por: | 30 de enero de 2019

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Los entresijos de la política es uno de los temas favoritos de las series de ficción. Al fin y al cabo son los responsables de la convivencia ciudadana pero, aunque ellos no lo crean, son humanos, es decir, están expuestos a todas las grandezas y mezquindades de la que son capaces los seres racionales.
Y como en todo, hay diversas maneras de contar sus historias. Se puede hacer desde el rigor calvinista, como en el caso de la danesa y excelente Borgen; desde lo fieramente humano, que diría Blas de Otero, en el caso de la italiana 1992 o desde el desmadre y la ironía como es la segunda temporada de la australiana Rake (Sundance TV), las andanzas y desventuras de un abogado, Cleaver Greene, que es elegido senador en base a una campaña electoral con el lema "No voy a hacer nada" y la afortunada equivocación de los ecologistas que pensaban que su apellido, Greene, se debía a su militancia en defensa de la naturaleza. Cleaver no desaprovecha ninguna ocasión para mostrar su torpeza ni sus enemigos para señalar la paja en el ojo ajeno ocultando la viga en el propio.
Por estos pagos también se trabaja el humor para mostrar los mencionados entresijos, desde algunos capítulos de la muy popular Aquí no hay quien viva a Vota Juan, actualmente en programación (Movistar). Naturalmente la realidad supera a la ficción. ¿Qué es más disparatado un ministro del Interior como Joaquín Reyes en Cuerpo de élite o el ministro del Interior del anterior Gobierno capaz de condecorar a Vírgenes o afirmar que tiene un ángel de la guarda para aparcar su vehículo? ¿No es un chiste malo que la parálisis de la renovación del máximo órgano del poder judicial se deba a la prepotencia de un tweet, al parecer anónimo, y al lenguaraz comportamiento del portavoz de la mayoría conservadora del Senado?
Cleaver Greene es un divertido calavera que reivindica la inacción. Por aquí son igual de inactivos salvo para conservar sus regalías pero mucho menos disfrutones.

Parejas

Por: | 17 de enero de 2019

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Hap Collins y Leonard Pine, protagonistas de las tres temporadas de Hap y Leonard, (Amazon) son un ejemplo más de esa predilección de los escritores y guionistas por las extrañas parejas. Se unen así a una larga tradición que en literatura se remonta a El Quijote, y en el mundo audiovisual cuenta ya con inolvidables personajes, desde Martin Hart y Rustin "Rust" Cohle de la primera temporada de True Detective o Karl Roebuck y Elise Wasserman de The Tunnel, a los estupendos Pascual y Teo, de la española Matadero, por citar solo algunos ejemplos.
Son parejas que en ocasiones desfacen entuertos y, otras, los facen. Hap y Leonard alcanzan la síntesis: en la primera -y mejor- temporada generan el drama en un pueblo de Texas al buscar desesperadamente el escondido botín de un atraco a un banco. La codicia les llevará a extrañas alianzas y a bordear el abismo. En la segunda, en lugar de generar el caos resolverán un caso terrible de un asesino en serie de niños. En la tercera, y también al resolver un caso de un secuestro, se encontrarán cara a cara con esa institución norteamericana que es el Ku Klux Kan, lo que tiene su aquel pues Leonard (Michael K. Williams, un extraordinario actor negro que nos deslumbró en The Wire) no solo es afroamericano, en la serie es un homosexual sin complejos ni cordones sanitarios, que diría cualquier dirigente del PP.
Un sureño, negro y homosexual tiene todos los boletos de la rifa del linchamiento. Si, además, resulta que participó en la guerra de Vietnam y es republicano, el caos lo lleva en sí mismo, lo que se proyecta en unos sarcásticos y excelentes diálogos con su compañero (James Purefoy), blanco, objetor de conciencia y enamoradizo declarado mientras recorren los siempres sorprendentes paisajes de la América profunda acompañados de unos excelentes secundarios. La notable serie está basada en los personajes del mismo nombre creados por el novelista Joe R. Landsdale. Lamentablemente nadie se acordó de la madre de todas las parejas policiales: la de la Benemérita.

Blanco y en botella

Por: | 16 de enero de 2019

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Escuchar al candidato del PP a presidir la Junta de Andalucía decir que "hay quienes intentan desestabilizar el nuevo gobierno antes incluso de que se conforme. Y a aquellos que lo intentan es preciso recordarles que fomentar la crispación y la división social, aparte de una grave irresponsabilidad, va en contra de los principios de concordia y libertad consagrados en la Constitución y en nuestro Estatuto de Autonomía" se puede considerar o como una boutade o como un ejercicio del cinismo considerado como una de las bellas artes. Que un destacado dirigente del PP denuncie intentos de desestabilización, de fomentar la crispación o de concordia y libertad cuando estamos leyendo estos días los pagos al chófer de los Bárcenas para que tratara de conseguir los documentos que presuntamente inculpaban a la cúpula del partido, es un sarcasmo que hasta Sheldon Cooper lo pillaría. Quizá ha llegado el momento de incluir al exministro de Interior Fernández Díaz en el Libro de los Récords como candidato al premio de la indignidad.
Escuchar a su socio en la investidura andaluza, el líder autonómico del protofascista Vox, que "no se puede permitir que haya una kale borroka en la puerta del Parlamento", en referencia a la concentración feminista en defensa de sus derechos, es lo que es: la burda y demagógica manipulación de la realidad, algo que al parecer no es tan infrecuente en determinados sectores financieros y políticos españoles tan proclives a mentir descaradamente.
Escuchar hace unos días al presidente del BBVA, Francisco González, declarar que no sabía nada de los ilegales encargos de su banco al excomisario Villarejo para, poco después, escuchar las conversaciones de dicho presunto delincuente policial con uno de los responsables que le contrató, quien le confiesa que cada 10 o 15 días tiene que informar al presidente de la entidad de lo que va consiguiendo el citado Villarejo, define el nivel ético de quien presidió el segundo banco más importante de España. Y aquí conviene recordar algo del pasado.
El 12 de febrero de 2005 se incendió en unas extrañas circunstancias la Torre Windsor en Madrid. En abril de ese mismo año, EL PAÍS publicaba que "Los soportes documentales sobre una autoría al Grupo FG, que la Fiscalía Anticorrupción pidió a la auditora Deloitte justo un día antes del incendio del edificio Windsor de Madrid, se quemaron en el siniestro, según la respuesta de Deloitte al fiscal encargado del caso. Su presidente, Carlos González, confirmó que la documentación se perdió en el incendio y que de la misma no existe copia al haber transcurrido los más de cinco años que la auditora está obligada a conservarlos. La Fiscalía solicitó estos documentos en la investigación abierta por la venta de FG Valores a Merrill Lynch". Y añadía: "Dentro de las diligencias abiertas el pasado enero a FG Valores, (sociedad fundada por el presidente del BBVA Francisco González y vendida a Merrill Lynch en 1996) Anticorrupción reclamó a Deloitte que le enviase los "soportes documentales" de una auditoría realizada por la firma de Arthur Andersen -con la que Deloitte se fusionó después- al Grupo FG en 1994". Aquí un castizo diría eso de "blanco y en botella". Y en eso estamos.

 

 

Cambalache

Por: | 11 de enero de 2019

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Visto lo visto en el panorama político nacional lo propio sería actualizar la letra de Cambalache, el tango de Enrique Santos Discépolo, y aplicar al siglo XXI lo que en él se dice del XX. Cuando Pablo Casado afirma en Santander sin inmutarse que "ayer el Partido Popular demostró que es el único partido que está en el centro y puede pactar a la derecha y a la izquierda", refiriéndose a los pactos con Vox y Ciudadanos en Andalucía, caben dos interpretaciones: o se ha tomado algo que causa alteraciones profundas en la percepción de la realidad del consumidor o, como diría el tango, "¡Qué falta de respeto, qué atropello a la razón!".
Se puede jugar al escondite, como hace Ciudadanos con Vox, incluso al un, dos, tres, al escondite inglés, que es más charming, como diría el cura Aguirre, lo que no se puede ocultar es que han conseguido la vicepresidencia de la Junta de Andalucía y cinco consejerías gracias al apoyo de Vox, por mucho que considere Albert Rivera "papel mojado" los acuerdos de los protofascistas con el PP. También lo explica Santos Discépolo: " Vivimos revolcaos/ en un merengue/ y en un mismo lodo/ todos manoseaos...".
Claro que también se puede amenazar con el apocalipsis, como hace Torra a los diputados de ERC y PDeCAT si no siguen disciplinadamente las consignas del prófugo de Waterloo. Lo sorprendente de la amenaza es que advierte que de no seguirlas "habrá una crisis de Gobierno en el ejecutivo catalán". ¿Pero es qué hay un Gobierno en Cataluña? La pregunta idiota es ¿qué ha hecho el Govern por el bienestar de los catalanes?, incluso se puede ser más sintético: ¿qué ha hecho el Govern? La única crisis verosimil del Govern sería la ponerse a trabajar en lugar de recorrer calles, plazas, estudios y platós con ese punto de autosatisfacción tan propio de los que saben van a alcanzar el cuarto de hora de fama warholiano. "¡Hoy resulta que es lo mismo/ ser derecho que traidor!../ ¡Ignorante, sabio o chorro,/ generoso o estafador!", nos dice nuestro visionario particular.
La guinda la ha puesto el excomisario Villarejo: si no eres uno de los 4.000 investigados ilegalmente a cuenta del BBVA no eres nadie, te pongas como te pongas. "¡Cualquiera es un señor!/ ¡Cualquiera es un ladrón!". Y en eso estamos.

El buenismo y las hienas

Por: | 04 de enero de 2019

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Hasta ahora sabíamos que los partidos políticos anteponen sus intereses a los de la ciudadanía. ¿Un ejemplo?: el veto del Senado -con mayoría del PP- a unos Presupuestos Generales del Estado que tenían previsto aumentar en 6.000 millones de euros los gastos sociales. Ahora sabemos que hay partidos políticos en los que sus dirigentes anteponen sus fobias e intereses personales a los de su partido y, por supuesto, a los de la ciudadanía. Es el caso de los protofascistas de Vox exigiendo la anulación de las medidas en la lucha contra la violencia de género en Andalucía, una exigencia encabezada por el exjuez Francisco Serrano, su líder andaluz, inhabilitado para ejercer como tal por la denuncia de una mujer al haber cambiado el régimen de visitas del menor establecido por otro juzgado. Inhabilitación que motivó el que abriera un bufete  en Sevilla especializado en Derecho de familia. De momento prefieren defender el rencor personal de su líder. Y un dato: seguro que Vox ya tiene dos votos en Pamplona, los de los magistrados que han ratificado la libertad provisional de los de La Manada.
Menos mal que ese otro gran estadista remasterizado que es Pablo Casado lo tiene claro: "No vamos a permitir que la izquierda ponga cordones sanitarios cuando ellos están cenando con los terroristas de ETA en Nochebuena y están pactando con los que quieren destruir España", por mas que hasta la fecha los que más han hecho por saquear a España sea el Partido Popular. ¿Unidad?, sí. ¿Saqueo?, también.
Y una pregunta idiota: si prevaricar es "delinquir un funcionario público por faltar a sabiendas o por ignorancia inexcusable a las obligaciones y deberes de su cargo" y rebeldía es "la desobediencia de una orden o el incumplimiento de una obligación", ¿por qué no está Mariano Rajoy y su Gobierno en la cárcel si como sentenció por unanimidad el Tribunal Constitucional el Gobierno del PP vulneró la Ley Fundamental al no someterse al control de las Cortes durante los más de diez meses en los que estuvo en funciones, desde que se convocaron las elecciones de 2015 hasta que el dirigente conservador volvió a ser investido en octubre de 2016? ¿No es rebeldía vulnerar la Constitución? Si tienen alguna duda lo pueden preguntar en Cataluña.
Y la guinda: el otrora candidato de la Falange Auténtica a las elecciones de 1993 y 1994 y en la actualidad Prior del Valle de los Caídos, el benedictino Santiago Cantera, no autoriza el acceso al Gobierno para la exhumación de los restos del dictador Francisco Franco. Vale, puede ser que esté en su derecho como también lo está el Gobierno para eliminar de un plumazo los casi dos millones de euros que cuesta el mantenimiento de ese horroroso monumento a la gloria de un golpista. 1.836.325,33 euros para ser precisos, sufragados con cargo al presupuesto del Consejo de Administración del Patrimonio Nacional contenido anualmente en la Sección 25 de la Ley de Presupuestos Generales del Estado. Lo puede mantener el Prior y la familia Franco. A ver si ya dejamos de lado tanto buenismo institucional en un territorio repleto de hienas.

La fuga

Por: | 03 de enero de 2019

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De Ben Stiller sabíamos que era un estupendo actor de comedias además de un gran aficionado al tenis (se le suele ver en Wimbledon). Ahora también sabemos, después de ver los ocho capítulos de la espléndida Fuga en Dannemora (Movistar Series), que es un excelente productor y director dramático.
Cierto es que la serie venía avalada por dos guionistas de postín, Brett Johnson y Michael Tolkin, vinculados a la producción de otra serie extraordinaria, Ray Donovan, por mas que en su sexta y actual temporada se les está yendo de las manos, o de la olla. En todo caso, una buena serie necesita una buena historia, una producción acorde con la historia, una dirección sin fisuras y unos intérpretes que potencien lo narrado. Fuga... supera ampliamente todos los requisitos.
Dos asesinos cumplen su condena en la cárcel de Dannemora, en el condado de Clinton del Estado de Nueva York. Pretenden fugarse de la prisión para lo que necesitan la ayuda de la supervisora de la satrería del centro que se encargará de suministrarle las herramientas imprescindibles. Es el trío protagonista que en este caso demuestran un talento impresionante: Benicio del Toro, Paul Dano y una Patricia Arquette tan irreconocible como genial. Pocas veces una serie ha reunido tanta calidad en sus interpretaciones. Y en el caso del puertorriqueño es de justicia señalar que quien le descubrió para el cine fue el visionario Bigas Luna en Huevos de oro, en la que ya interpretaba un papel de macarra que después sería casi una constante en su filmografía.
La serie está basada en hechos reales. La grandeza del cine, y en ocasiones de la televisión, es que la recreación de la realidad aporta un cúmulo de detalles, desde los decorados y el paisaje hasta la interpretación, que la enriquecen. Con una sobria realización con un ritmo pausado en sus primeros capítulos que se agiliza en los tres últimos y unos diálogos que recuerdan a los Cohen de Fargo, Fuga en Dannemora es una de las mejores series de la temporada.

Pesadilla

Por: | 02 de enero de 2019

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Los comienzos de año son propicios para balances y la serie Deutschland 86, secuela de la Deutschland 83, o su segunda temporada, ambas en Movistar Seriesmanía, permite valorar un tiempo que fue y ya no es. Dicho de otra manera: el final de un sueño reconvertido en pesadilla.
Martin Rauch es un joven educado estricta y ortodoxamente en la República Democrática Alemana para desempeñar un oficio que la jerarquía política consideran esencial: el de espía. Naturalmente, el espionaje está directamente vinculado a la economía. La RDA sufría la huída masiva de ciudadanos hacia la República Federal de Alemania: tres millones de alemanes se habían fugado ya del "paraíso socialista" cuando en agosto de 1961 se decidió levantar el llamado eufemísticamente "Muro de Protección Antifascista", con la tutela de los soviéticos.
Esa sangría deterioró la economía nacional hasta extremos difícilmente imaginables. Sus servicios de inteligencia se afanaron en un doble papel: la represión interna y la consecución de divisas al precio que fuera. Es en ese segundo objetivo donde se sitúa la azarosa vida de Martin Rauch: Sudáfrica, Angola, un desierto magrebí, París y Berlín occidental serán algunos de sus escenarios. El tráfico ilegal de armas, el alquiler de cobayas humanas a farmacéuticas de la RFA o cualquier otro dislate será justificado por la nomenklatura en aras de una revolución que nunca llegó y que sumó al país en una prolongada agonía.
El 9 de noviembre de 1989, 28 años después de haber sido erigido, se demolía el Muro de Berlín. Quizá la hipotética tercera temporada de la funcional serie, Deutschland 89, deje constancia del final de esa pesadilla por la que transitó la vida de un joven educado en la creencia del Hombre Nuevo hasta aterrizar en una realidad ocultada por sus dirigentes. Su ciudadanía, sin duda, podrá comprobar que el otro paraíso, el occidental, también oculta sus miserias, por ejemplo el que un Ayuntamiento democrático que alardeaba de patriotismo vendía ilegalmente los pisos de protección oficial a fondos buitres estadounidenses. La pesadilla continúa.

El País

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