Si algo caracteriza a nuestra clase política es su locuacidad. Hubo un tiempo en que el ministro Fernández Ordóñez, Paco, tenía fama de ser incapaz de callarse delante de un micrófono. Años más tarde esa fama se ha colectivizado. Ya no es un ministro: son casi todos los que se sientan en un escaño.
Suárez Illana, por ejemplo, en su primera intervención pública en una radio, soltó perlas argumentales para parar un tren: que si en Nueva York se puede abortar después de que nazca la criatura, que si los neandertales también lo usaban, pero esperaban a que naciera y le cortaban la cabeza, que si la mujer no sabe si debe o no debe abortar, que lo que lleva en su vientre puede llegar a ser un paisano con barba o una señora maravillosa (lástima que no admitiera el que pudiera llegar a ser un paisano maravilloso o una señora con barba), en fin, que le ha resuelto varias portadas a "El Jueves".
Claro que la locuacidad no es exclusiva de la derecha más grosera, también la izquierda gusta de dar rienda suelta a las ocurrencias. Ayer mismo Miquel Iceta tuvo a bien explicar que "si el 65% de los catalanes quiere la independencia, la democracia deberá encontrar un mecanismo para encauzar eso", lo que en realidad sigue siendo confuso pues no explicó cómo se encauzaría "eso". Lo del PP y Ciudadanos lo tienen claro: con el 155 pero naturalmente no desaprovecharon la ocasión para dar leña al mono, y así con lo que dicen unos y ¡Uy, lo que ha dicho! de los otros, vamos pasando el día. La educación, la sanidad, las listas de espera, la pobreza, la dependencia...son cuestiones que no merecen la pena considerarlas, ¿para qué, si todo va como la seda?
Menos mal que entre tanta locuacidad queda gente de bien, almas caritativas capaces de generar noticias bondadosa como la de que "la Generalitat ha concedido el tercer grado a Oriol Pujol Ferrusola, ex número dos de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) condenado a dos años y medio por corrupción tras dos meses encarcelado. La concesión del régimen abierto permitirá al exdiputado de CiU acudir a prisión solamente a dormir, excepto los fines de semana" y no sería de extrañar que el hijo del padre de la patria, o de uno de ellos, esos fines de semana los dedique en compañía de sus numerosos hermanos a ayudar a limpiar y restaurar el gigantesco vertedero ilegal situado en Cruilles, en el Baix Empordá, Girona (en la foto de Toni Ferragut, vista de una parte del vertedero de Vacamorta con los residuos cubiertos por una capa de tierra), tarea obligatori por sentencia del Tribunal Supremo y que le costará a la Generalitat 159 millones de euros. Menos mal que Jordi, el mayor de los Pujol Ferrusola, se llevó un pellizco de 5,3 millones de euros como justa compensación a sus desvelos por realzar la belleza del Baix Empordá.