Si después de que se realizara una multitudinaria manifestación en el centro de Madrid, con miles de asistentes, pancartas y esteladas, con gritos independentistas, con la plana mayor de un inactivo Govern y el presidente de una Parlament igualmente inactivo, si después de que todos los informativos de todas las televisiones y radios comenzaran dejando constancia de dicha manifestación en favor del independentismo y que el president Torra, probablemente el más indolente responsable político salvo para cuestiones de agitación y propaganda que ha habido y hay, declarara ante todos los micrófonos que el procés "es una farsa", si después de todo eso algún catalán, cualquiera, repitiera esa mantra de que "en España no hay libertad de expresión", o es un descerebrado, o no sabe absolutamente nada de lo que son las más elementales reglas de una democracia o, también puede ser, le encante comulgar con ruedas de molino, las que le ofrecen desde Waterloo o desde el Palau de la Generalitat.
En realidad hay que dejar aparte de esos catalanes a sus políticos soberanistas. Ellos seguirán repitiendo que no hay libertad de expresión por mas que los juzgados en el Supremo no lo sean por lo que han dicho sino por lo que han hecho, pero hay que comprender que después de encadenar fracaso tras fracaso en sus anhelos, la mentira es lo único que les permite mantener la llama de una República que ni siquiera los procesados han dado validez jurídica situándola en un esotérico ámbito de lo simbólico.
En ellos, en los heroicos patriotas del independentismo, se mezclan los confortables deseos de seguir conbrando de los presupuestos generales del Estado con un punto de megalomanía digno de diván.
Durante los últimos años, el ex presidente de la Generalitat Artur Mas se comparó sucesivamente con Gandhi, con Martin Luther King, con Nelson Mandela y con el Moisés del Antiguo Testamento que guió al pueblo judío hasta la tierra prometida. El diputado de Esquerra en el totalitario Parlamento español Joan Tardá comparó a Puigdemont con Gandhi y con Mandela, incluso Luis Borjas, un policía nacional y excandidato de Ciudadanos a la Alcaldía de San Roque (Cádiz) -que no todos tienen que ser de pan tomaca- detenido en un asunto de narcotráfico, también se comparó con Gandhi, Mandela y, tachán-tachán: Jesucristo.
Lo dicho: a unos les encantan las ruedas de molino y a otros la reencarnación.
Hay 1 Comentarios
Tremendo comentario de Harguindey, que leo con retraso.
Magistral.
Publicado por: pentaclo | 19/03/2019 9:39:54