Todos los medios dedican lo mejor de su espacio y su tiempo a seguir la campaña electoral. Los líderes de los principales partidos sintetizan sus propuestas para que quepan en los telediarios. Asesores de imagen, gurús sociológicos, ideólogos ..., las infraestructuras de los partidos viven su cuarto de hora de fama warholiana. Veamos un somero repaso por las promesas electorales del pasado fin de semana:
Pedro Sánchez promete armonizar el impuesto de Sucesiones, un tributo que la oposición de derechas quiere eliminar o dejarlo en modo simbólico, como ya han hecho en Andalucía.
Pablo Casado, con ese tono apocalíptico que le caracteriza, afirmó que si se desune el voto de la derecha, se quiebra España. Claro que también explicó que si gana Pedro Sánchez, habría ganado un Gobierno con Pablo Iglesias como ministro del Interior, Arnaldo Otegui como ministro de Justicia y Carles Puigdemont de Exteriores. Se olvidó de la posibilidad de que Luis Bárcenas o Rodrigo Rato fueran repescados como posibles tránsfugas para la cartera de Economía.
Rivera, por su parte, se compromete a la regulación de la eutanasia, a eliminar el copago sanitario y a equiparar la prestación por desempleo de los autónomos con el resto de trabajadores asalariados. Pablo Iglesias prometió que una gran empresa pública asumiría la explotación de las plantas hidroeléctricas cuyas concesiones caduquen con el objetivo de "bajar la factura de la luz, garantizar la transición energética, acabar con la pobreza energética y la precariedad de los trabajadores del sector". Los literalmente ultramontanos de Vox consagrarán sus energías desde Covadonga a la reconquista de España.
Una vez mas, el mejor analista es El Roto y su viñeta: "Otra vez se acercan elecciones: ya llueven jamones".
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