1.000 es el número de mujeres víctimas mortales de la violencia machista desde 2003, año en el que comenzaron las estadísticas de los asesinatos, un dato aterrador y mas si tenemos en cuenta que la cifra solo recoge las asesinadas por sus parejas o exparejas, otra anomalía que no se entiende el que no se haya corregido ya. Añádanle que la banda terrorista ETA en sus 40 años de historia asesinó a 864 personas, por mas que como decía Malraux "una vida humana no vale nada pero nada vale una vida humana", es decir, que todo muerto, un solo muerto asesinado, representa toda la maldad humana, y tendrán una idea de la gravedad del problema lo que, al parecer, poco o nada importa a quienes tienen la obligación de tratar de resolver, o paliar, la cuestión: los diputados.
Los partidos políticos de la derecha muestran constantemente su preocupación por el hipotético apoyo de los independentistas al candidato socialista pero no les inquieta la violencia machista, es mas, no solo no les inquieta sino que algunos, como Vox, proclaman que "siempre ha estado contra las leyes ideológicas que, basadas en conceptos falsos como el género, vulneran los derechos fundamentales a parte de la población y generan grupos de ciudadanos privilegiados. Igualmente, se opone a las medidas discriminatorias que se imponen en este sentido y a la utilización de incontables fondos públicos para resolver problemas inexistentes, crear redes clientelares y fortalecer los lobbies del género que viven de ello", en un farragoso "Comunicado de Vox sobre la mal llamada violencia de género".
Pues bien, es a estos individuos a quienes los responsables de Ciudadanos y del PP les están abriendo las puertas de las instituciones democráticas guiados exclusivamente por sus ansias de poder. Pocos ejemplos de hipocresía política más evidentes que ver participar a Albert Rivera en una carrera contra la violencia de género el pasado domingo al mismo tiempo que su candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid se reunía clandestinamente para satisfacer su ambición personal con la representante de Vox, Rocío Monasterio, la que afirmó que en las escuelas se obligan a los niños a hablar de zoofilia.
¿Y qué vamos a decir del PP? Pues lo que dijo hace dos días Esperanza Aguirre, la inolvidable: "No creo que Vox sea la ultraderecha; es nuestra derecha. Sus votantes estaban en el PP". Y si se quiere una opinión de alguien más contemporáneo basta recordar lo que dijo hace cinco meses Isabel Díaz Ayuso, también candidata a la presidencia de la Comunidad de Madrid: "Vox no propone nada que yo no haya visto antes dentro del PP". Y en esas estamos.
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