Primera obviedad: no todos los políticos son iguales. Segunda obviedad: algunos políticos deberían dedicarse a vender crecepelos milagrosos por su capacidad para manipular la relidad. Un ejemplo: Javier Maroto, el nuevo portavoz del PP en el Senado, un personaje que en su etapa en el Ayuntamiento de Vitoria se destacó por su campaña en contra del empadronamiento de los sin papeles con una propuesta de exigir diez años de residencia antes de regularizar su situación pero que no dudó ni un momento en empadronarse velozmente, en un mes y medio, en Sotosalbos (Segovia) para poder ser designado senador por Castilla-León. El señor Maroto no fue al pueblo ni para censarse. Alguien se ocupó de hacer el papeleo y aportó una autorización de empadronamiento en la misma casa donde vive una familia. Menos mal que Pablo Montesinos, vicesecretario de Comunicación del PP, ha defendido el nombramiento de Maroto porque, dice que "hacen falta más personas como él en la política española".
Claro que el regenerado PP de Pablo Casado y del campeón mundial de lanzamiento de huesos de aceituna con la boca no han renunciado a algunas de las esencias del partido: la de la desfachatez. Uno de los mantras más comunes de nuestros insignes conservadores, de todos ellos incluyendo a Cs y a Vox, es la de achacar a Pedro Sánchez su dependencia de los independentistas y filoetarras, como dice la arrolladora Cayetana Álvarez de Toledo, cabeza de lista en Barcelona en donde el partido pasó de 4 diputados a uno, ¡pero qué una!, que diría Pablo Casado. Pues bien, estos linces de la política consideran que Sánchez tiene las manos manchadas de sangre por pactar con Bildu aunque en realidad han aceptado su abstención. Andoni Ortuzar, presidente del PNV, lo dejó claro el pasado abril en un mítin en Getxo. "¿Sabéis cuántas veces ha acordado, pactado y votado el PP con EH Bildu en el Parlamento Vasco? En esta legislatura, cuatro proposiciones no de ley, 29 enmiendas transaccionales a proposiciones no de ley, 23 enmiendas transaccionales a mociones, 5 solicitudes de comparecencia, una iniciativa ante Cortes Generales y 32 declaraciones institucionales". Como diría el políticamente difunto Federico Trillo: ¡Manda huevos!
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