Somos un país afortunado. Ya lo cantó Machado con su "La primavera ha venido, nadie sabe como ha sido...", pues al fin y al cabo, ese primer verdor que comienza con el equinoccio primaveral y concluye con el solsticio de verano es la estación del renacer, del rejuvenecimiento, en definitiva de la resurrección, y todo eso se lo debemos a nuestros entrañables líderes políticos, auténticos titanes en la lucha contra la rutina y lo establecido.
Si el acto de votar libremente entre distintas opciones es el paradigma del sistema democrático, ¿cómo no deberíamos estar agradecidos a nuestros próceres que con ejemplar constancia propician el que los españolitos de a pie puedan ejercer tan magnífico derecho con una frecuencia que para sí quisieran en otros países de similar sistema? Hemos estado -y en ese "hemos" me refiero mayoritariamente a los que tenemos derecho a los viajes del Imserso- tanto tiempo sin poder votar que nuestros políticos, con la generosidad que caracteriza al auténtico patriota, se han marcado un reto inimaginable en otros pagos: votar una o dos veces por año para recuperar el proustiano tiempo perdido.
Sorprende que los analistas políticos, los profesores e incluso los tertulianos anatemicen desde sus respectivos púlpitos ese ejemplar ejercicio democrático que es la votación. Dicen que es mejor votar cada cuatro años, que se agoten las legislaturas. Olvidan que la parte de la población más próxima a la extinción rejuvenecemos un poco cada vez que vamos a las urnas, que esa erótica maniobra de introducir un sobre en una raja es un soplo de aire fresco, un ejercicio que consolida nuestra fe en la procreación. Y cuando los argumentos políticos se les acaban alegan que cada convocatoria de nuevas elecciones supone un coste de unos 140 millones de euros. ¡140 millones!, como si esa cantidad fuera una catástrofe. Para que se hagan una idea de la futilidad de la denuncia, bastarían 140 suegros de un púnico expreboste del PP con un altillo en el armario para recuperarlos. Ni que decir tiene que si se redujera en una décima parte los 60.000 millones de euros anuales que a causa de la corrupción se estarían dejando de recaudar en nuestro país, según el último estudio del Fondo Monetario Internacional del pasado mes de junio, podríamos tener elecciones una vez al mes durante cuatro años largos. ¡Qué no nos cuenten milongas!
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