En el tablero de la política española actual reluce una obviedad constatada diariamente: los partidos anteponen sus intereses a los de la ciudadanía, interés de controlar el propio partido desde la cúpula e interés de conquistar, ampliar o mantener sus parcelas de poder. Sus tácticas no van encaminadas a mejorar el nivel de vida o la convivencia de los ciudadanos sino a destruir al rival o al disidente interno. El bien común ha sido sustituido por el bien del partido.
En el caso del tablero catalán, y tras la declaración institucional de ayer de su President, se añade un matiz: cuando se dedica toda la actividad del Gobern y de su partido desde que accedió al poder a un único fin: la declaración de la independencia, dejando de lado la resolución de los problemas reales, las maniobras e ideas para conseguirlo son hábiles y perversas. Torra, con la supervisión del de Waterloo, está decidido a ocupar el protagonismo de las víctimas para lo que necesita un ritmo lento en su agonía, culpabilizar día a día a sus desleales socios de gobierno con el deseo de que el pueblo llano y sencillo, ese 47% de votantes ya que el resto ni es pueblo ni es nada, le rediman de su sacrificio y le eleven al altar de la Plaça de San Jaume, 4. Tiene a favor de sus intereses la complicada situación de Esquerra y su decisión de apoyar, o no, los Presupuestos Generales del Estado, y la burda táctica del PP y Cs de acudir constantemente a los tribunales como tabla de salvación de sus obtusos análisis.
Y no deja de ser curioso el papel que esos tribunales han jugado en el condicionamiento de las decisiones políticas de la derecha, de toda la derecha, es decir, descartado Vox por ser un partido preconstitucional e incluida la antigua Convergencia: la fuga hacia adelante de los convergentes, hacia ese ensoñado Brigadoon que es la República de Catalunya, está íntimamente relacionada con los juicios por el 3%, la tipificación de organización criminal de la familia Puyol y los embargos a Artur Mas. Caña jurídica igual a apuesta por el independentismo.
El PP, por su parte, defenestrado Rajoy por una moción de censura tras una sentencia en la que se vinculaba al partido con la corrupción de la trama Gürtel, el joven delfín, amparado por el artífice de la burbuja inmobiliaria y las armas de destrucción masiva en Iraq, optó por sacar pecho patriótico en plan Reconquista. Caña jurídica igual a pecho palomo de ¡Santiago y cierra, España! y Cayetana Álvarez de Toledo en plan Agustina de Aragón, con perdón de los aragoneses. ¿Y Ciudadanos?, pues ha entrado en el Guinnes como el mayor y más torpe suicidio político conocido. Y en eso estamos.