Si algo resulta indiscutible es que el sueco Henning Mankell fue uno de los grandes renvadores de de lo mejor de las novelas policíacas y como tal sus relatos, al igual que los de Hammett, Himes y Chandler, entre otros, no se circunscriben a descubrir el asesino: son excelentes crónicas de un tiempo y un país.
En "El joven Wallander" (Netflix), el personaje más representativo y popular de Mankell, su autor traza un panorama social de una Suecia que, como escribió en este diario Justo Navarro, "se llena de “pistas de aterrizaje en las que todas las noches descargan droga e inmigrantes ilegales”, se oía en Asesinos sin rostro, la primera aventura de Wallander, de 1991. Los medios insistían en la peligrosa inmigración, en la presencia de una criminalidad nueva y brutal, psicótica" y eso es exactamente la espina dorsal de la serie televisiva del recién graduado policía de Malmoe.
El brutal asesinato de un joven sueco por un inmigrante desata una ola racista alentada por los medios de comunicación. Wallander, que presenció el atentado, comenzará las investigaciones que le llevarán por ámbitos insospechados, desde una ONG de ayuda a los inmigrantes a una familia de la oligarquía sueca en la que se desvelarán las crueles luchas familiares por el poder. Suecia no es un paraíso y Mankell lo sabía.
La serie es correcta, formalmente funcional, sin alcanzar el grado de excelencia que tuvo la británica "Wallander", con un espléndido Kenneth Branagh en el papel protagonista de un inspector ya maduro, tenaz y depresivo que se ha trasladado a Ystad, al sur de Suecia, en donde tratará de superar con su trabajo sus demonios interiores y que emitió en su día La 2 de TVE.
Hay 1 Comentarios
Un saludo al señor Harguindey.
Gracias por sus excelentes comentarios sobre las series que en tantos canales se ofertan.
Y por los comentarios políticos cuando tiene a bien ofrecerlos.
Publicado por: pentaclo | 09/10/2020 10:54:32