La reemisión de "Gay Mercader, el gran Mercader del rock and roll", de la serie "Imprescindibles", en La 2 de TVE, demostró un par de cosas: que la serie de programas incluídos en ese título es uno de los escasos productos culturales nacionales de calidad y que el rock and roll, como tantas otras actividades, estimuló un acercamiento a los hábitos de las sociedades democráticas más desarrolladas y consolidadas.
Que Gay Mercader es el responsable en gran medida de esa normalización social parece indiscutible. Un promotor musical que trajo a nuestro país a 3.400 artistas internacionales, que se endeudó con el primer concierto de los Rolling en Barcelona, en junio de 1976, básicamente por las trabas administrativas y policiales de un país cuyas autoridades aún no habían digerido la muerte de Franco, da la razón a su amiga Patti Smith cuando explicaba que el rock internacional, como el Guernica, no llegaría a España hasta la muerte del dictador. Después vinieron, gracias a Gay, Iggy Pop, Bob Marley, Dylan, AC/DC, o The Cure, entre otros muchos.
Eran tiempos grises y confusos, sobre todo con muchos grises en la calle, tiempos en los que, por ejemplo, el promotor tuvo que darle 1.000 pesetas al portero de noche de un hotel de lujo de Barcelona para que dejara de pedirles el libro de familia a Jagger y Richards y a las dos groupies con las que se presentaron después del concierto. Tiempos en los que los Beatles eran "los escarabajos" y que, al parecer, según las confesiones muy posteriores a su presentación en Las Ventas, media España estuvo en aquel concierto que no llenó la plaza de toros. Tiempos en los que una estrella como Sting tuvo el detalle de devolverle al promotor medio millón de dólares al tener que cambiar a un espacio con menos aforo su concierto en Madrid por decisiones de última hora de los responsables del Metropolitano y del estadio del Rayo Vallecano.
Este amante de la naturaleza y los animales que vive en una masía espléndida en el Gironés, que confiesa que "mi vida ha sido sexo, drogas y Rock and Roll y, a más, a cantidades ingentes", por extraño que parezca, es uno de los mayores responsables de que España, afortunadamente, no sea tan diferente.
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