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El caso del trabajador indocumentado

Por: | 18 de octubre de 2010

"Conocía el riesgo de hablar y temí por mi familia. A pesar de este miedo, he decidido salir de las sombras, las mismas sombras en las que viven a diario millones de personas". 

Así anunció Nicandra Díaz Santillán que trabajó durante nueve años para la candidata republicana, Meg Whitman, a pesar de residir en Estados Unidos sin documentos. La ex presidenta de eBay contestó que había despedido a Díaz en cuanto supo que carecía de permiso para trabajar en Estados Unidos -meses antes de lanzar su campaña. Además, ha dado la vuelta a la polémica. Desde hace dos semanas, acusa al candidato demócrata de utilizar el caso de Nicky Díaz para recuperar el voto de los latinos. 

Las declaraciones del ama de llaves llegaron justo un día después de que la propia Whitman declarara que las personas que contraten a indocumentados deben asumir su responsabilidad. 

No es el primer caso de un personaje público al que descubren empleando a un indocumentado. La revista The Nation publicó hace unos días un reportaje sobre las empresas de Lou Dobbs, el presentador de la CNN que aprovechó el horario de máxima audiencia para su cruzada contra los ciudadanos indocumentados. Dobbs, que dejó su puesto el pasado mes de noviembre, también habría contratado a inmigrantes sin permiso de trabajo, según la revista. El presentador defiende que nunca hubiera contratado a un indocumentado de haberlo sabido. Desde su tribuna en CNN, siempre criticó por igual a los inmigrantes indocumentados y los norteamericanos que les contratan.

Estos dos eventos demuestran que la reforma migratoria interesa por igual a inmigrantes, empleados y empresarios que necesitan mano de obra para determinados trabajos pero no hay trabajadores nacionales, ni visados para inmigrantes, que ayuden a cubrirlos.

Gringo

Pero ninguno de los candidatos ha optado por abrir ese debate. Whitman acusa a Brown, el candidato demócrata, de haber orquestado la confesión de Díaz en un momento en que necesita consolidar su ventaja sobre la republicana. Y aprovecha su poder económico para manejar la campaña.

La candidata a suceder a Arnold Swarzenegger ha invertido más de 100 millones de dólares -de su fortuna personal- en anuncios que saturan los medios de comunicación locales de California. Pero mientras que en inglés defiende duras medidas contra la inmigración ilegal, en la versión en español un inmigrante cuenta cómo Whitman le había dado una oportunidad. El Sindicato de Trabajadores de Servicios ha entrado en la guerra de anuncios en California criticando a la candidata por ofrecer dos programas electorales diferentes.

La polémica fue protagonista del debate celebrado entre los dos candidatos en el canal de televisión en español Univision. Era la primera vez que dos candidatos a gobernador de California participaban en un cara a cara exclusivo para el público latino, en un estado donde uno de cada cinco votantes es hispano. La inmigración era tema obligado. Tanto Whitman como Brown tuvieron que responder a preguntas sobre qué hacer con los empresarios que contratan a indocumentados.

"Sí, tenemos una situación muy difícil en California, tenemos que abordar el problema de la inmigración ilegal", contestó Whitman. "Tengo un programa muy bueno para California, no pensé que la ley de Arizona era correcta, pero tenemos que asegurar nuestras fronteras, tenemos que hacer responsables a los empresarios que contraten indocumentados (...) Si no los hacemos responsables nunca vamos a solucionar este problema tan importante". En su página oficial, Whitman también se opone a cualquier forma de amnistía para los indocumentados. 

A pesar de la firme postura de los republicanos en cuestiones de inmigración, el candidato demócrata, Jerry Brown, no ha conseguido afianzar una ventaja importante con respecto a Whitman. Las encuestas sobre la intención de voto de los hispanos le dan una ventaja tan ajustada como tres puntos y tan amplia como 26. En cuanto al electorado general, la última encuesta de Field Poll (PDF) encontró que demócratas y republicanos están igualados en un 41 por ciento de votantes en California, pero hay un 18 por ciento de indecisos. Ese empate, en un estado en el que Obama ganó en 2008 con 25 puntos de diferencia, hace que los dos candidatos muestren especial interés en el votante hispano. 

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