Somos la primera nación fundada por una idea -la idea de que cada uno de nosotros merece la oportunidad de forjar su propio destino. Es por esta causa que cientos de pioneros e inmigrantes han arriesgado todo por venir hasta aquí. El futuro es sólo nuestro. Pero para llegar hasta él, no podemos seguir parados".
Estas palabras del presidente Obama en el último discurso sobre el Estado de la Nación tuvieron su réplica ayer, cuando volvió a apostar por un nuevo sistema de inmigración.
Obama durante el discurso en El Paso, Texas. Foto: Lawrence Jackson, The White House
El presidente ha recibido aplausos por mantener la reforma de inmigración entre los asuntos que quiere resolver antes de 2012, pero también hay quien interpreta el discurso de ayer como un acto electoral más, con la vista puesta en las elecciones y la especial importancia que van a tener los votantes hispanos. Obama va a necesitar el apoyo de la oposición en esta tarea, y no será sencillo. Su principal argumento: "Hemos hecho todo lo que querían los Republicanos que alegaron que apoyarían una reforma más amplia con la condición de que fueramos serios en materia de seguridad. Todo lo que nos han pedido, lo hemos hecho".
Y su visión a partir de ahora: "Yo he hecho mi trabajo, necesito vuestra ayuda". Obama quiere que la reforma llegue, en parte, como llegó el a la Casa Blanca. Con el impulso de un movimiento de las bases gracias al apoyo de miles de voluntarios y la implicación de cientos de líderes locales. Quiere que ellos presionen al Congreso para pedir la reforma, algo que reduciría el desgaste por su parte.
El día antes del discurso diversos miembros del gobierno participaron en una teleconferencia con periodistas y reconocieron que el debate puede encenderse en los próximos meses pero quieren superar la polémica "aministía". "Pelearse por la inmigración es arriesgarse a despertar la histeria xenófoba, separatista y más amarga de los grupos anti inmigrantes. Es un riesgo político que Obama no parece poder permitirse. Pero es un riesgo que debe asumir", reconoce la publicación digital AlterNet.
Para Juan González, de The New York Daily News, el discurso quedó en una decepción. "El Presidente dijo todo lo que tenía que decir sobre la necesidad de arreglar el sistema de inmigración, a la vez que alabó el progreso hecho en la frontera. Pero cuando terminó con la retórica, Obama cerró con una invitación bastante débil para que trabaje el Congreso. Yes We Can se convirtió en No, I Can't".
"El presidente no debería esperar al Congreso", avisaba el martes por la mañana Ali Noorani, director ejecutivo del Foro Nacional de Inmigración. "Debería presentar su propuesta de reforma y compartir su estrategia para conseguirlo. Nos gustaría que empleara todo el poder y recursos de su oficina para lograr que avance esta legislación".
La Casa Blanca compartió precisamente ayer algunos detalles sobre la propuesta del presidente. No es un proyecto de ley, pero sí incluye las condiciones que a Obama le gustaría ver incluídas en la reforma.
- Continuar el esfuerzo para cumplir con la responsabilidad gubernamental de proteger la frontera
- Exigir la responsabilidad de los empresarios que violan las leyes al perjudicar a trabajadores norteamericanos y explotar a empleados indocumentados
- Reforzar nuestra competitividad económica con la creación de un sistema de inmigración legal que refleje nuestros valores y diversidad
- Reclamar su responsabilidad a aquellos que viven en Estados Unidos de forma ilegal.
Y entre los pasos iniciales se encontraría también la aprobación del DREAM ACt, una ley que abre la puerta a la ciudadanía a estudiantes indocumentados que accedan a la universidad o al ejército. La respuesta no ha tardado en llegar y hoy mismo el demócrata Dick Durbin ha planteado una nueva propuesta en el Senado.
Obama también defendió ayer que la modificación del sistema no es sólo un paso correcto, sino una decisión inteligente para el país. El presidente ha adoptado el argumento económico que defienden las organizaciones pro inmigrantes desde hace varios años: Estados Unidos podría recaudar unos 66.000 millones de dólares en impuestos. También ha reiterado que necesita el apoyo de los líderes religiosos, empresarios y organizadores que defiendan la necesidad de la reforma entre miembros de su comunidad, pero para muchos la llamada llega tarde.
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