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Un encuentro de escritores no tiene por qué ser distinto a un encuentro de plomeros o proctólogos. Supongo que todos son una feria de vanidades o egos revueltos, como diría Juan Cruz; en todos el tema principal de conversación en el desayuno o en el bus de traslado es el dinero; las conferencias pueden ser aburridas o divertidas según el ánimo del expositor y la percepción del oyente; de todos los invitados regresarán luego a sus casas para hacer lo que siempre han hecho, sin mayor variación, dejando atrás, en el aeropuerto, la idea de "comunidad" que existía hacía solo unos instantes, mientras se despidían en lobby del hotel.
Del 26 al 29 de Enero, la ciudad colombiana de Cartagena de Indias volverá a recibir al Hay Festival. De todos los festivales literarios a los que he asistido, los que organiza el Hay son especialmente atractivos. En primer lugar, por el espíritu de buscar ciudades pequeñas para, literalmente, apropiarse de ellas y convertirlas en una ciudad letrada por unos días. A diferencia de otros encuentros, donde suelo pasar más tiempo con los amigos o viendo series en mi computadora, en los Hay Festival salto de una sede a otra, dispuesto a no perderme tal o cual conferencia, transformado no en un invitado sino en un oyente más, abducido por el Síndrome Hay Festival: no puedo perderme la presentación de X, aunque tampoco la de Y, que es a la misma hora.