Moleskine Literario en "La noche de los libros"

Por: | 23 de abril de 2012

Foto: murphyeppoon

Comenzar una historia.- Para abrir la puerta a los libros debemos fijarnos primero en el rellano, en las primeras frases con que comienzan las historias. ¡Anímate a enviar vuestros comienzos favoritos!

Hoy 23 de Abril, Moleskine Literario se une a La Noche de los Libros colgando el comienzo de un relato cada 15 minutos. Si tienes un comienzo que te guste, pues envíalo a Moleskine Literario o a Vano Oficio y colaborarás con esta ceremonia en homenaje a lo que tanto amamos.

Puedes seguir la actividad en Moleskine Literario.

Aquí un nuevo enlace en Moleskine Literario con más comienzos.

Hay 41 Comentarios

no es fácil vomitar pájaros...

La candente mañana de febrero en que Beatriz Viterbo murió, después de una imperiosa agonía que no se rebajó ni un sólo instante ni al sentimentalismo ni al miedo, noté que las carteleras de fierro de plaza constitución habían renovado no se que aviso de cigarrillos rubios; el hecho me dolió; pues comprendí que el incesante y vasto universo ya se apartaba de ella y que ese cambio era el primero de una serie infinita... El aleph - Borges

A screaming comes across the sky. It has happened before, but there is nothing to compare it to now. Gravity's Rainbow- Thomas Pynchon

Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro. Lo dejo suelto y se va al prado y acaricia tibiamente, rozándolas apenas,las florecillas rosas, celestes y gualdas. Lo llamo dulcemente: ¿Platero?, y viene a mí con un trotecillo alegre, cuando venia parecian campanitas lo que se oia.
Platero y yo. Juan Ramón Jiménez

Envío comienzo de novela
EL MARATONISTA
Los ojos de él se iluminaron con un fuego tenaz, vio que todo estaba acabado, y, entonces, empezó a correr…
Ya lejos, cuando alzó la mirada hacia el fulgor de la tarde, le pareció ver a plenitud el rostro de la mujer amada estampado en el color añil del horizonte, y acaso ni se dio cuenta que las arterias de la ciudad se tornaban infinitas bajo sus pies.
Autor: Dyoz Dadho

A LUDER lo frecuenté mucho durante los largos años que vivió en París. Ocupaba un viejo departamento en el Barrio Latino sin más compañía que su criada y, por épocas, de una que otra amiga que podía quedarse allí sólo unos días o una larga temporada. En su espaciosa biblioteca, donde pasaba la mayor parte del tiempo leyendo, escribiendo o escuchando música -tan pronto óperas de Verdi como boleros de Agustín Lara- recibía al atardecer muy irregularmente a dos o tres amigos y a los pocos jóvenes autores o estudiantes que habían leído sus raras publicaciones. Estas veladas eran sencillas. Se bebía sólo vino tinto (tinto y burdeos, sobre esto Luder era inflesible) y se hablaba de todo, sin protocolo ni concierto.

¿Alguna vez han intentado seguir a través del cielo el curso de un
pájaro especialmente ágil? ¿Lo han visto desaparecer entre el pasadizo
de las nubes y aparecer con las alas extendidas, y volver a perderlo
de vista mientras se interna en esos antiguos corredores de hotel
hasta ocultarse para siempre? Todos tenemos algo de nefelibatas.
Todos tenemos ese instinto inexplicable de mirar al cielo cuando
esperamos milagros. A todos, los pájaros nos dicen algo, nos
cuentan cosas, como si fuesen ángeles.

IVÁN THAYS - Escena de Caza

En agosto de 1992, cuando la canícula se acercaba a su fin, emprendí un viaje a pie a través del condado de Suffolk, al este de Inglaterra, con la esperanza de poder huir del vacío que se estaba propagando en mí después de haber concluido un trabajo importante.

Los anillos de Saturno, W.G. Sebald

Me había capturado la milicia fascista el 13 de diciembre de 1943.

Si esto es un hombre, Primo Levi

Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes.

Era Lo, sencillamente Lo, por la mañana, un metro cuarenta y ocho de estatura con pies descalzos. Era Lola con pantalones. Era Dolly en la escuela. Era Dolores cuando firmaba. peor en mis brazos era siempre Lolita.

Lolita, Vladimir nabokov

El pueblo de Holcomb está en las elevadas llanuras trigueras del oeste de Kansas, una zona solitaria que otros habitantes de Kansas llaman «allá».

A sangre fría, Truman Capote

El sueco...Durante los años de la guerra, cuando yo todavía iba a la escuela primaria, ése era un nombre mágico en nuestro vecindario de Newark, incluso para los adultos a los que sólo una generación separaba del viejo gueto de la calle Prince y que aún no estaban tan impecablemente americanizados como para quedarse como si les hubieran dado un balonazo en la cara ante la destreza de un atleta de escuela media.

Pastoral americana, Philip Roth

Dos cordilleras atraviesan la República, casi de norte a sur, formando en medio varios valles y planicies. Ante uno de estos valles, dominado por dos volcanes, se extiende a dos mil metros sobre el nivel del mar la ciudad de Quauhnáhuac.

Bajo el volcán, Malcolm Lowry

En 1815, monseñor Charles-François-Bienvenu Myriel era obispo de Digne. Era un anciano de cerca de setenta y cinco años y ocupaba la sede de Digne desde 1806.

Los miserables, Victor Hugo

Locura de un frente frío de la pradera otoñal, mientras va pasando. Se palpaba: algo terrible iba a ocurrir. El sol bajo, en el cielo: luminaria menor, estrella enfriándose. Ráfagas de desorden, sucesivas. Árboles inquietos, temperaturas en descenso, toda la religión nórdica de las cosas llegando a su fin. No hay aquí niños en los jardines. Largas las sombras en el césped espeso, virando al amarillo. Los robles rojos y los robles palustres y los robles blancos de los pantanos llovían bellotas sobre casas libres de hipoteca. Las ventanas a prueba de temporal se estremecían en los dormitorios vacíos. Y el zumbido y el hipo de un secador de ropa, la discordia nasal de un esparcidor de hierba, el proceso de maduración de unas manzanas lugareñas en una bolsa de papel, el olor de la gasolina con que Alfred Lambert había limpiado la brocha, tras su sesión matinal de pintura del sillón biplaza de mimbre.

Las correcciones, Jonathan Franzen

Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevo a conocer el hielo.

Cien años de soledad, Gabriel García Márquez

Como saben que no conviene ver demasiado, la mayoría de los porteros de Nueva York han desarrollado extraordinariamente su sentido selectivo de la vista: saben qué es lo que hay que ver y qué es lo que hay que ignorar, cuándo hay que ser curioso y cuándo indolente; al registrarse accidentes o disputas delante de su edificio, generalmente están dentro y no se dan cuenta; y suelen estar en la calle, buscando un taxi, cuando hay ladrones escapándose por la ventana. Aunque tal vez el portero desapruebe el soborno y el adulterio, invariablemente se encuentra de espaldas cuando el superintendente está dando dinero a un inspector o cuando un inquilino que tiene a su mujer fuera acompaña a una joven al ascensor.

Honrarás a tu padre, Gay Talese

Lo primero que llama la atención es la luz. Todo está inundado de luz. De claridad. De sol. Y tan sólo ayer: un Londres otoñal bañado en lluvia. Un viento frío y la oscuridad. aquí, en cambio, desde la mañana todo el aeropuerto resplandece bajo el sol, todos nosotros resplandecemos bajo el sol.

Ébano, Ryszard Kapuscinski

Querido Marco:

He ido esta mañana a ver a mi médico Hermógenes, que acaba de regresar a la Villa después de un largo viaje por Asia. El examen debía hacerse en ayunas; habíamos convenido encontrarnos en las primeras horas del día. Me tendí sobre un lecho luego de despojarme del manto y la túnica. Te evito detalles que te resultarían tan desagradables como a mí mismo, y la descripción del cuerpo de un hombre que envejece y se prepara a morir de una hidropesía del corazón. Digamos solamente que tosí, respiré y contuve el aliento conforme a las indicaciones de Hermógenes, alarmado a pesar suyo por el rápido progreso de la enfermedad, y pronto a descargar el peso de la culpa en el joven Iollas, que me atendió durante su ausencia. Es difícil seguir siendo emperador ante un médico, y también es difícil guardar la calidad de hombre. El ojo de Hermógenes sólo veía en mí un saco de humores, una triste amalgama de linfa y de sangre. Esta mañana pensé por primera vez que mi cuerpo, ese compañero fiel, ese amigo más seguro y mejor conocido que mi alma, no es más que un monstruo solapado que acabará por devorar a su amo. Haya paz... Amo mi cuerpo; me ha servido bien, y de todos modos no le escatimo los cuidados necesarios...

Marguerite Yourcenar, "Memorias de Adriano"

Lo mejor para la tristeza -contestó Merlín, empezando a soplar y resoplar -es aprender algo. Es lo único que no falla nunca. Puedes envejecer y sentir toda tu anatomía temblorosa; puedes permanecer despierto por la noche escuchando el desorden de tus venas; puedes extrañar a tu único amor, puedes ver el mundo a tu alrededor devastado por lunáticos perversos, o saber que tu honor es pisoteado en las cloacas de inteligencias inferiores. Sólo hay una cosa para ello: aprender.

En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor...

Sonja estaba en medio de la habitación iluminada, en el centro, como siempre.

Peter Stamm, Siete años

Nací en la ciudad de Bombay...hace mucho tiempo. No, no vale, no se puede esquivar la fecha: nací en la clínica particular del doctor Narlikar el 15 de agosto de 1947.

Salman Rushdie, Hijos de la medianoche

Entremos en la génesis de mis pretensiones.

Pierre Michon, Vidas minúsculas.

Pertenezco a una de las más antiguas familias de Orsenna. Guardo de mi infancia los recuerdos de años tranquilos, de calma y de plenitud...

Julien Gracq, La ribera de las sirtes

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Vano oficio

Sobre el blog

Este blog se plantea hacer comentarios de actualidad sobre libros, autores y lecturas en menos de 1.000 palabras. Se trata de un blog personal, obsesivamente literario, enfermo de literatosis, como diría JC Onetti, según la regla que la literatura es un vano oficio, pero jamás un oficio en vano.

Sobre el autor

Ivan Thays

Ivan Thays. (Lima, 1968) Autor del libro de cuentos Las fotografías de Frances Farmer y las novelas Escena de caza, El viaje interior, La disciplina de la vanidad, Un lugar llamado Oreja de Perro, Un sueño fugaz y El orden de las cosas. Ganó en el 2001 el Premio Principe Claus. Fue finalista del premio Herralde 2008. Fue considerado dentro del grupo Bogotá39 por el Hay Festival. Sus novelas han sido traducidas al francés, italiano y portugués. Dirigió durante siete años el programa televisivo Vano Oficio. Actualmente administra el comentado blog Moleskine Literario.

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