"Tenemos e-books en papel"

Por: | 04 de abril de 2012

Constance-wiebrands

Foto: Constance Wiebrands

Mario Vargas Llosa celebró sus 76 años donando su biblioteca personal a Arequipa, su ciudad natal. Son 30,000 ejemplares repartidos entre Lima, Madrid y París. Me pregunto: ¿cuántos GB de memoria serán suficientes para almacenar esa cantidad de información? ¿Entrarían todos en un solo aparato que no ocupa ni 10 cms? Estoy seguro de que la respuesta me sorprendería. Y también a Vargas Llosa.

El día de la donación declaró: "Una biblioteca es más que una acumulación de libros, es un acto de amor que se va construyendo en el tiempo y el que la reúne va volcando sus afectos, experiencias, estableciendo una relación de amistad y cariño con los libros, como la que tiene uno con sus hijos y nietos". Luego, bromeó diciendo: “Algunos secretos míos muy profundos se revelarán”.

Pero no es una broma. Lo cierto es que esos libros, adquiridos desde épocas universitarias, están llenos de anotaciones e incluso han sido calificados del 0 al 20, según el sistema de evaluación peruano. Son los libros de alguien que aconsejó a los escritores jóvenes leer con "lápiz en mano". Mario Vargas Llosa es un lector épico, uno de aquellos que se enamoran de las heroínas y se identifican con los héroes. Puede decirse que su vida está constituida por los libros que leyó tanto como por las situaciones que ha vivido, y sin duda muchos personajes de sus novelas favoritas son más trascendentes para él que la mayoría de seres humanos que ha conocido en la realidad. Lo que ha donado no es la biblioteca de alguien a quien le gusta leer, sino la de un hombre que desde su infancia siente que el libro es un objeto mágico.

En otra entrevista Vargas Llosa aseguró que le parece un horror adquirir un celular, una notebook o un tablet. Escribe a mano y usa la computadora como procesador de texto. Desde luego, la posibilidad de leer un e-book está completamente fuera de orden. A los e-books no se les puede subrayar, ni garabatear anotaciones en las páginas que sobran al final, ni calificarlos con una nota y un "insuficiente" al costado. Los e-books no guardan secretos, solo sirven para leerse. No hay heroicidad en un e-book como tampoco en un archivo de Word que contiene una novela. Alguna vez, los militares peruanos quemaron ejemplares de la novela La ciudad y los perros por considerarla ofensiva. Malcolm Lowry solía incinerar sus manuscritos -y las casas que los albergaban- cuando no estaba conforme con ellos y se había excedido de ginebra. Vladímir Nabokov cuenta cómo Vera Nabokov sacó del fuego, con sus delgadas pero firmes manos, el primer manuscrito de Lolita que el autor había arrojado a la chimenea. Ninguno de esos gestos románticos son posibles en la era del e-book ni de las computadoras. ¿No está contento con su texto? Pues arrastre el archivo al ícono del tacho de basura, luego haga clic en "vaciar papelera" y rece porque un Max Brod geek logre rescatar algo en el futuro. ¿Desea quemar libros ajenos? Pues primero imprima los PDF o lance tablets al fuego, pero no olvide que si el libro está en iCloud o Dropbox, o se vende en una tienda virtual, el gesto será ridículo. Cero dramatismo. Es como aquella broma de Seinfeld según la cual los teléfonos celulares impiden las buenas peleas entre parejas. Ya nadie pueda tirarle el teléfono al otro. Ahora, por más molesto que uno esté, debe pulsar con el dedito la tecla de llamada terminada para colgar al otro destempladamente.

Mientras que en Estados Unidos la industria de los e-books parece boyante, en España aún no se enteran para qué sirve un libro electrónico. Casi podría decirse que hay más tablets vendidos que descargas realizadas. Los compradores de gadgets se lanzan sobre el Kindle o el último iPad. Pero de ahí a hacer una descarga y pagarla con la tarjeta de crédito... eso es otro cantar. Hace unos meses se lanzó, con bombos y platillos, la nueva novela de Paul Auster en edición digital antes que impresa. No sé cuántas descargas obtuvo, pero si es cierto que los e-books solo representan el 2% del mercado editorial español (según me informaron) me imagino que muchos prefirieron esperar el libro impreso.

El auténtico mercado del libro electrónico en castellano está en América Latina, donde las librerías no están abarrotadas de novedades (hay que esperar varios meses o un amigo de maleta generosa para leer algo reciente) pese a que, incluso antes del Boom, el lector latinoamericano se ha mostrado más cosmopolita y curioso que el español. Sin embargo, mi experiencia como comprador de e-books es desastrosa. La mayoría de libros que he querido descargar o no están digitalizados o, si lo están, no están a la venta en Latinoamérica por un tema de derechos de autor. Pude comprar, eso sí, el último libro de Michael Ondaatje en Alfaguara, pero no sirve en mi iPad y me parece absurdo comprarme otro e-reader para leerlo; así que está ahí, un link yacente en mi correo.

Insistir en el libro impreso sobre el digital, más que un anacronismo, es una limitación. ¿Por qué el ingreso del e-book al mercado en castellano está resultando tan lento, trabado, complejo, burocrático? Por una cuestión de confianza y de old fashion, a lo Vargas Llosa. En vez de propiciar al libro electrónico (que beneficiaría a libreros grandes y pequeños, a editoriales transnacionales e independientes) los libreros y las editoriales invierten mucho en librerías donde la adquisición del libro se ofrece como una experiencia sensorial: se palpa el libro, se olfatea el café pasado del restaurante, se observa a un escritor autografiando ejemplares, se oye una conferencia en el auditorio. Cosas que, desde luego, no consigues con una insensible descarga.

"Tenemos e-books en papel" reza una pizarra en la puerta de una librería española. La foto circula por Facebook y centenares ponen "Me Gusta". Parece una broma. Pero no lo es.

Hay 13 Comentarios

Aun hoy, 2013 hay mucha inexactitud respecto a los libros electrónicos, expresados unos de buena fe y otros de manera interesada. Los ebooks son otra manera de leer, ni mejor ni peor, como lo son las ediciones de bolsillo, respecto de los libros de tapa dura. No es tan cierto que propiciar su acceso a latinoamérica favorecería a libreros grandes o pequeños. Es muy difícil para las pequeñas librerías instalar un e-commerce de ebooks y los grandes distribuidores de libros en español, libranda y publidisa cobran demasiado aún, si no vendes ningún ebook. Hay mucho futuro para los libros electrónicos, no obstante, pero el negocio será de los tecnólogos, más que de los libreros, a menos que dejen de leer Shakespeare un momento y aprendan a leer html5.

También quería mencionar que me sorprende la falta de disponibilidad de ciertas ediciones en la tienda Amazon para Latinoamérica, mientras que las mismas están disponibles en otras tiendas de ebooks (mirando por ejemplo, Librería Norma en Colombia y Librería Santa Fe en Argentina).

Si existen ediciones ePub a la venta, entonces no es un tema de que los derechos de autor no estén disponibles para una edición digital... ¿cuál es el punto de optar por no vender en Amazon e ignorar a todos los potenciales clientes que prefieren el formato mobi? En Perú la cosa es peor porque ni siquiera existe una librería que venda ePubs.

Algunos ejemplos: todos las ediciones en español de Paul Auster, Cien años de soledad, los libros Millennium de Stieg Larsson...

Acabo de recibir de regalo un Kindle, y sencillamente creo que no volveré a comprar un libro de papel, fetichista de la letra impresa como siempre he sido. Pero es que el ebook es un invento... En apenas 2 días tenía ya 90 libros, y me había leído 1. Y mil veces más fácil que en papel. Me da pena decirlo, pero se cepillarán la letra impresa.

El problema del formato se podría solucionar si las editoriales no insistieran en vender sus libros con DRM. Al final lo que logran es crear inconvenientes y desanimar a los lectores.

Creo que el principal problema está en la falta de disponibilidad (muchos libros no han sido digitalizados aún). Es muy cierto que en América Latina tienen un mercado que no están aprovechando para nada. Las editoriales están todavía pensando en el siglo pasado... deberían darse cuenta que esta historia ya la vivió la industria de la música y ponerse las pilas de una buena vez.

Nos repartiremos entre los 2 amores...

En realidad son amores distintos, sin el e-reader tardaríamos años ,con suerte, en leer libros que nos interesan. Tenemos eso sí que leer inglés con cierta soltura, ahora bien: es necesaria la comparación? levantar un ipad de más de 600 gs, todas las noches ( con el calambe que acarrea), o acariciar y doblar la página de un libro de papel, no son comparables. Son amores distintos. cada uno con sus beneficios y desventajas.

El libro electrónico y el libro "electrónico de papel" vivirán felices. El primero será una forma de conseguir algo con un insensible click, pero que nos asegura por un precio nada despreciable leer algo quizá interesante. El libro "electrónico de papel" será un lujo. Y lo digo por experiencia propia, si me gusta mucho la música de un grupo que me gusta, pues me compro los discos originales. Todo es cuestión de perspectiva y no de dramatismo. ;)

Caray, Vargas Llosa, Pérez Reverte, Jonathan Franzen... Para algunos comentaristas, parece que el mundo se reduce a ciudades y ciudadanos del primer mundo, que pueden OPTAR entre libros en papel y libros electrónicos.... Como si en Lima siquiera hubiesen librerías en todas las esquinas. Lamentamos la desaparición del libro en papel como si todos pudiésemos comprar libros a 89 soles, como si no supiéramos que en el Perú hay ciudades que cuentan con 7 universidades pero no existe ninguna librería (ni de libros pirateados...).

¿Esperar con ansia la extinción del libro en papel sólo porque no llegan las novedades editoriales a tu país? Ese, creo yo, es el nuevo nivel del esnobismo. Si te molesta que no lleguen todas las novedades u ofertas editoriales, usa Amazon; que ya existía desde mucho antes. La idea de Vargas Llosa es, quizás, romántica, pero también la tiene Jonathan Franzen, que es varias generaciones menor al gran autor peruano. Este debate de querer aplastar al libro con un lector electrónico cae ya en el absurdo: la televisión no acabó con la radio, así como el cine no terminó con la televisión (y que en su momento fueron muchos los agoreros que lo anunciaron).
Y claro que no es lo mismo un libro a un e-book, y si no te dejo la columna de uno de tus mayores para que veas:
http://www.perezreverte.com/articulo/patentes-corso/569/leer-con-luz-de-luna/

Yo considero que los e books son una ventaja por ahorrar espacio y su portabilidad.

Pero me parece que hay notables desventajas, que no se limitan al uso (falta de costumbre, cansancio de la vista, desconocimiento de métodos de sumilla o resaltado virtual, etc.). En las sociedades latinoamericanas hay desconfanza de usar tarjetas de crédito. La solución sería usar tarjetas de débito, y su masificación en el mercado.
La otra gran dificultad es la desconfianza en las tiendas virtuales (¿quién me vende? ¿ante quién me quejo si no logro leer el texto? ¿por qué al consumidor se le carga con el problema de saber que debe realizar descargas alternas y no conocidas previamente?).
Otra cosa más: una biblioteca en el mundo físico no desaparece salvo una catástrofe inmensa (incendio, terremoto, etc.). Pasen un iman, o que el aparato tecnológico caiga al agua a ver que pasa.

1. Supongo que compró El viaje de mina epub con ADRM. La solución es muy fácil. Te bajas (gratuita y legalmente) Adobe Digital Editions y Bluefire Reader, googleas un poco para ver como utilizarlos y ya está.
2. La biblioteca de Vargas Llosa ocuparía unos 20 GB en formato epub.
3. Las ventas digitales de Diario de invierno superan ampliamente las de papel. (Consulte el ranking de Amazon y saque sus propias conclusiones)

Un par de puntualizaciones y un gran desacuerdo:
Actualmente muchos ereader admiten anotaciones manuales, de hecho con mucha más flexibilidad y menos estorbo que en un libro en papel. Pero es más, los que leemos ebooks (y no quiere decir esto que no nos gusten los libros de papel) atesoramos nuestra biblioteca digital con el mismo mimo con el que tratamos a la de papel, pero de otra manera. ¿Acaso ahora la humanidad se tiene que dividir entre los que leen ebooks y los que leen pbooks? No creo.
¿Y qué hay de romántico en quemar un libro? Yo ni siquiera soy capaz de tirarlos al reciclaje aunque me parezcan espantosos.

¿No acabará por imponerse la venta de ebooks por internet?
Supongo que eso mismo dijeron los editores musicales, mientras imaginaban a sus compradores acariciando vastas colecciones de vinilos. Itunes tiene, lo he leído hoy, 200 millones de cuentas, de las cuales algunas se descargarán, previo pago, alguna canción. Supongo.
¿Apostamos sobre el ebook?.
No quiero ser ni apocalíptico ni integrado, pero si tengo que elegir...
Un saludo

Me parece que decir que un Ipad es un ereader es una gran inexactitud que cualquier lector con aparato de tinta electrónica conoce y reconoce.

En cuanto al mercado de ebooks, su precio excesivo, la mala maquetación y edición de clásicos liberados de derechos que deberían tener un precio barato o incluso irrisorio junto con la facilidad para la piratería y la ausencia de una buena oferta de títulos y novedades están haciendo que fracase, al menos de momento, en España.

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Este blog se plantea hacer comentarios de actualidad sobre libros, autores y lecturas en menos de 1.000 palabras. Se trata de un blog personal, obsesivamente literario, enfermo de literatosis, como diría JC Onetti, según la regla que la literatura es un vano oficio, pero jamás un oficio en vano.

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Ivan Thays

Ivan Thays. (Lima, 1968) Autor del libro de cuentos Las fotografías de Frances Farmer y las novelas Escena de caza, El viaje interior, La disciplina de la vanidad, Un lugar llamado Oreja de Perro, Un sueño fugaz y El orden de las cosas. Ganó en el 2001 el Premio Principe Claus. Fue finalista del premio Herralde 2008. Fue considerado dentro del grupo Bogotá39 por el Hay Festival. Sus novelas han sido traducidas al francés, italiano y portugués. Dirigió durante siete años el programa televisivo Vano Oficio. Actualmente administra el comentado blog Moleskine Literario.

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