Elogio a Daniel Mordzinski

Por: | 20 de marzo de 2013

Mordexpo

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Fotografiar escritores no es tan difícil y menos aún en festivales literarios. Los escritores, en su mayoría, están dispuestos a que les acaricien el ego y sobre todo en un festival o encuentro, donde el ánimo es festivo y de buen humor. Justamente por eso mismo, las fotografías de Daniel Mordzinski son tan especiales, auténticas obras de arte. A él no le basta, nunca le bastó, con llamar a un escritor a un costado, ubicar su rostro donde mejor le dé la luz y dejar que la cámara haga el resto. Mordzinski se las ingenia para seducir a los escritores, consigue que confíen en él, doblegar amablemente su voluntad  y pronto, sin darle a tiempo de pensarlo, el autor aparecerá desnudo, metido sobre un hoyo o una tina, interactuando con un policía, la empleada de limpieza o un vendedor callejero, sentado entre las lápidas de un cementerio o dando saltos en un pie sobre una plataforma a tres metros de altura. 

Pero no todo es lúdico en las fotografías de Mordzinski. Muchas de estas retratan la cotidianidad, el mundo doméstico, de aquellos personajes que escriben obras magistrales. El gesto de Mario Vargas Llosa, con la manos juntas cubriéndose la cara, o la foto de Gabriel García Márquez sentado en la cama de su suite sirven de ejemplo. Mi favorita es una fotografía de Blanca Varela caminando estoicamente en el patio de su casa, mientras la sobrina y su nana juegan en el jardín. Esas escenas (el rostro cubierto de Vargas Llosa, el lado vacío en la cama de García Márquez, el contraste del estoicismo de Blanca Varela y la felicidad de su nieta en el jardín) descubren una lectura insospechada de la vida. Delatan el lado más vulnerable de los escritores, cuando abandonan la "pose" (inevitable de toda persona frente a una cámara), descartan la máscara y comienzan a decir hondas verdades que solo el ojo de Mordzinski puede atisbar y fotografiarlo.

Hay mucha espontaneidad en las fotos de Daniel Mordzinski, pero también hay cálculo, precisión, alevosía y ventaja. La naturalidad con que ejerce su oficio consigue capturar esos instantes maravillosos cuando las escenas se transforman en historias de vida. Conozco muy pocos fotógrafos capaces de lograr tanto con tan poca producción. El ingenio, en Mordzinski, no solo es una forma de inteligencia sino un método para alcanzar la profundidad. 

Quizá la fotografía más famosa es aquella en la que Jorge Luis Borges, de perfil, está sentado sobre un fondo negro, colocado en una postura solemne, aferrado al bastón y con el mentón levantado. No es gesto de escritor sino de prócer, una fotografía para la eternidad. De pronto, por un lado, se introduce una mano insolente, una mano que no tiene nada que hacer ahí, y la eternidad se vuelve cotidiana, el decorado se convierte en escenografía y el mundo en teatro de representaciones. El contraste entre la postura de Borges y esa mano intempestiva crea un laberinto de posibilidades infinitas. Como en un cuento de Borges, dirán algunos. Pues justamente así.

Cuando en el 2007 me seleccionaron para participar del evento llamado Bogotá 39, encontré dentro de la gran cantidad de documentos que nos enviaron una indicación que decía que íbamos a ser fotografiados por Daniel Mordzinski en una fecha pactada. Para mí, que admiraba la obra de Mordzinski muchos años antes, aquello fue como ganar un millón de dólares y, además, un auto de lujo para ir a recoger el dinero. Ya era enorme la satisfacción de pertenecer a ese grupo como para que, además, tengamos el honor de ser fotografiados por Mordzinski. Al menos eso pensaba mientras viajaba a Colombia. Sin embargo, luego de pasar unos días con él, la sesión fotográfica había perdido ese aura de Premio Mayor y se había convertido en un momento más, casi un café con un amigo. Luego del Bogotá39 he tenido la suerte de encontrarme con Daniel en varios encuentros y ser fotografiado varias veces. No me doy cuenta, entonces, de lo afortunado que soy, del privilegio enorme de tener a Daniel no solo como un amigo sino de ser parte de esa galería absolutamente magnífica, que incluye no solo a autores latinoamericanos sino de todo el mundo, retratados en centenares de encuentros y a lo largo de casi tres décadas.

Dice Ricardo Piglia que una de las grandes virtudes de Jorge Luis Borges fue hacer creer a sus interlocutores que eran tan inteligentes como él, aunque obviamente eso no era posible. Parafraseándolo, puedo decir que una de las virtudes de Mordzinski es hacerte creer que el privilegio de fotografiarte es suyo. Luego, basta ver la foto que tomó una semana después a Salman Rushdie o descubrir que fue uno de los pocos fotógrafos invitados al funeral de Susan Sontag para caer en cuenta del gran honor que recibimos al ser retratados por él, y quiera dios que realmente nos lo merezcamos.

Esta semana nos hemos enterado de que cerca de 50 000 negativos y fotos de Daniel Mordzinski, guardadas en un piso de Le Monde, han sido incineradas. Leo las declaraciones de Le Monde al respecto y a la tristeza y la rabia se suma la indignación. Mantienen durante diez años un archivo fotográfico en un piso, y un día deciden que necesitan ese espacio y en vez de buscar al dueño del archivo, desalojan el lugar y queman los negativos y las fotos. Si estuviésemos hablando de documentos sin importancia sería grave, pero estamos hablando de fotografías extraordinarias que son parte de nuestra historia contemporánea. La pérdida es simplemente irreparable y aquel comunicado escrito por un departamento legal para evitar un juicio solo ahonda la pena. Estamos ante uno de los episodios más tristes de la literatura latinoamericana contemporánea y nuestro único consuelo es ver cuánta gente manifiesta su pena y su frustración ante un impune acto de prepotencia. Ese cariño y admiración no le devolverá a Mordzinski ni uno solo de sus negativos incinerados, pero es todo lo que podemos ofrecerle y se lo entregamos con admiración y absoluto agradecimiento.

Hay 15 Comentarios

En memoria de la obra perdida de Daniel Mordzinski
#homenajeMordzinski

http://estebanromero.com/2013/03/en-memoria-de-la-obra-perdida-de-daniel-mordzinski/

Veo que desde hace unos días has interrumpido el proyecto 365 días de libros. Para mí era de gran interés. ¿Vas a continuarlos? Saludos y gracias por tus reseñas.

¿Tenía que haber creado ya su propia fundación? ¿O tenía que haber contratado los servicios de seguridad de una entidad financiera o bancaria?
No se puede imponer, superponer una ideología materialista, basada en el criterio económico del valor a todos los conceptos, a todas las realidades o a todas las personas.
El problema de la seguridad, en esta y en muchas de las grandes cuestiones que afectan a la humanidad, no tiene que ver con grandes fortalezas ni con nuevos descubrimientos. Está más relacionada con el olvido y con la negligencia que lo procura.
Siento que esta negligencia le obligue bien a trabajar más o de forma diferente la que el autor desea y considera

Durante décadas la memoria fotográfica catalana fue a la recuperadora de plata, luego vienen los lamentos y las manipulaciones.

es un verdadero crimen a la cultura y lo incomprensible es conocer al autor del desastre, nada menos que uno de los diarios de mas prestigio en el mundo de la información...Debe haber alguna manera de que "paguen", y con dinero, esta brutal dejación.

Mordzinski es la lente maravillosa de la palabra y sus visionarios. Pobres diablos los quemadores de archivos y memorias.

Canto lo siento, porque se habrán quemado muchos momenos y muchas horas de nuestra historia ontemporanea. También se habrán perdido fotos mías y de obras de arte que deberían recuperarse un día, pero que ya no podrán recuperarse. Esos menos de la vida cultural parisina, que ya no volverán.

"Mal hecho por ambas partes"..eso Stacatto es el mal de nuestra época, la maldición de lo políticamente correcto y el afán de relativizar equiparando víctima y victimario. ¿De dónde saca que un fotógrafo como Mordzinski dejaría su archivo " en cualquier sitio, sin controlarlo y a saber en qué condiciones? Por si no lo ha advertido, con su comentario está convirtiendo a la víctima en culpable, y eso sí que es inaceptable. Mordzinski es argentino, yo soy chileno, y ambos vivimos lo peor de nuestras sociedades, cuando los tranquilos vecinos, los que no se metían en nada, veían secuestrar personas y exclamaban : " algo habrán hecho".

El trabajo de Daniel Mordzisnki es de sobra reconocido, ahí están los libros y catálogos, las exposiciones en diferentes ciudades del mundo. Lo más incomprtensible de todo esto es la respuesta de LE MONDE, tardía, vil, e impulsada nada más que por el eco que produjo la perdida de un archivo fotográfico que es parte de la memoria cultural de los últimos treinta años. Mordzinski no dejó su archivo "en cualquier parte", durante diez años estuvo en la redacción parisina de LE MONDE y ni él ni el corresponsal de EL PAIS eran desconocidos. El argumento de que no dieron con sus datos para avisar que debían vaciar el despacho que ocupaban, no tiene ninguna credibilidad, es grotesco y ridículo.

Qué impotencia y rabia siento al leer lo que ha sucedido. Además las explicaciones de Le Monde son lamentables, en lugar de ofrecer una sincera disculpa, ya que no se puede hacer nada, solo preparan el terreno ante una posible demanda.

Así que los servicios jurídicos como no encontraron los datos de Mordzinski para contactar con él simplemente dan vía libre para quemar su material. Pero por favor, qué ridiculez, estoy segura de que cualquiera que se lo proponga y en muy poco tiempo puede buscar, por internet o de otra forma, la manera de ponerse en contacto con él o con algún amigo que le haga llegar un mensaje. La negligencia y la falta de sensibilidad es monumental e imperdonable.

Un abrazo y mi admiración para Daniel Mordzinski.

Como alguien tan obvio y mediocre se puede vender tan bien. En eso si que hay que elogiarlo.

Por cierto, en el cuerpo de la noticia hay un error o errata: no son 5.000 documentos, son 50.000, además perfectamente catalogados y rotulados.

@staccato Amigo, en tu comentario hay reflejadas dos responsabilidades, la del periódico y la del autor. Respecto a la del periódico nadie tiene dudas; respecto al autor señalas que lo dejó en cualquier sitio (falso, lo dejó en una oficina que tenía asignada en la sede de un prestigioso periódico, bajo llave), sin controlarlo (dudo que le dejaran poner una alarma de Securitas) y dudando de las condiciones en que estaban almacenados (o sea, sin saber si estaban en óptimas o pésimas condiciones; se ha indicado en otros medios que el mismo autor había acondicionado el archivador donde guardaba su material, ciertamente). Es como culpar al que tiene una caja de seguridad en un banco en caso de que el banco decida convertir la sala de cajas de seguridad en un pelotero para niños... Si un banco decidiera hacer algo así contactaría con cada propietario de caja de seguridad; el periódico debió hacer eso mismo, contactar a Mordzinski o a Miguel Mora, corresponsal de El País con el que compartía esa oficina.
Por otra parte la excusa de Le Monde de que la destrucción del archivo no fue voluntaria raya lo surrealista... o es que se les cayó el archivo a un incinerador o contenedor de basura por casualidad?
Un cordial saludo.

Ciertamente es una pena y una pérdida irreparable. Pero Daniel también tiene su parte de responsabilidad, al dejar tan valioso material en cualquier sitio, sin controlarlo y a saber en qué condiciones. Mal hecho, tanto por parte de Le Monde como por la de Mordzinski.

Es un hecho más que lamentable, y una mancha negra en la historia de Le Monde

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Sobre el blog

Este blog se plantea hacer comentarios de actualidad sobre libros, autores y lecturas en menos de 1.000 palabras. Se trata de un blog personal, obsesivamente literario, enfermo de literatosis, como diría JC Onetti, según la regla que la literatura es un vano oficio, pero jamás un oficio en vano.

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Ivan Thays

Ivan Thays. (Lima, 1968) Autor del libro de cuentos Las fotografías de Frances Farmer y las novelas Escena de caza, El viaje interior, La disciplina de la vanidad, Un lugar llamado Oreja de Perro, Un sueño fugaz y El orden de las cosas. Ganó en el 2001 el Premio Principe Claus. Fue finalista del premio Herralde 2008. Fue considerado dentro del grupo Bogotá39 por el Hay Festival. Sus novelas han sido traducidas al francés, italiano y portugués. Dirigió durante siete años el programa televisivo Vano Oficio. Actualmente administra el comentado blog Moleskine Literario.

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