La fase 4 del golpe bunga bunga se desarrolló durante unas horas cruciales del 11 de enero pasado, y la Operación Gladio a su lado fue como un recreo de guardería.
El padre de Barbara Guerra, una de las concubinas del Sultanato de Arcore (y Grazioli), propuso a su hija por teléfono que le preguntara a B. si quería poner unos micrófonos espía en la nueva sede milanesa del FLI, el partido del traidor Gianfranco Fini.
El hombre, llamado paradójicamente Innocenzo Guerra, estaba concluyendo la reforma de la sede del partido finiano (al parecer es reformista como su yerno), y dado que tenía la llave de lo que definió a su hijita como "la guarida de los consipradores" en el bolsillo, pensó en echar un cable al amigote de la nena facilitándole el espionaje de su hoy gran enemigo y aliado durante 17 años.
Barbara, emocionada por poder resultar útil más allá de las elegantes cenas bunga bunga, llamó enseguida a B., pero B. estaba en un "cazzo di riunione", según dijo Babara con su fineza acostumbrada, y tuvo que llamarle varias veces, hasta que lo localizó.
Enterado de la constructiva oferta de su suegro constructor, B. sopesó la proposición un rato, y acabó dando una respuesta a Barbara, que a su vez comunicó a su babbo la fumata: "El presidente ha dicho que quizá es mejor no hacerlo".
"¿Y por qué no?", preguntó Innocenzo, un poco dolido después de haber ofrecido al capo todo su "amor y respeto" y de haberle puesto a huevo (que diría Barbara) la posibilidad de escuchar "las puttanate que dicen y lo que hacen" (el léxico en la reformista saga Guerra brilla por su elegancia).
"Boh, non lo so, quizá tiene miedo por si sale alguna cosa...", respondió Barbara enigmática cual Matahari de Bari. (Barbara no es de Bari, sino de Mariano Comense -con perdón-, aunque fue a Palacio Grazioli del bracete de Taranti-ni o Taranti-no (ver vídeo de Berlusconi en La Magdalena) con la no menos Matahari de Bari Patrizzia D'Addario, la escort que metió la grabadora en el lettone de Putin.
Eso sí, B. le dijo a Barbara que quería saber dónde estaba la sede.
Misterio. Música de violines. Puertas que se cierran con un chirrido.
¿Quizá pidió la dirección porque tenemos un medio más moderno y sofisticado de escuchas en las Tiendas del Espía de Vaticalia que los simples micrófonos?
¿Tal vez B. pensó enviar una antena parabólica camuflada en un panettone?
¿O quizá quería enviar una postalita de Gadafi a Fini para darle envidia?
Oh, si lo supiéramos...
Con el suspense del relato de Le Carré (fur) casi me olvido de citar la fuente: la conversación entre Inoccenzo padre reformista de la concubina y la propia y fina concubina de Mariano Comense forma parte de las escuchas realizadas por los fiscales del caso Ruby.
Según ha dicho el portavoz de FLI, Italo Bocchino (en latín, ya saben: Fellatio Italica), quien sabe si con doble o triple sentido, la revelación demuestra "toda la bajeza de la actual confrontación política".
Vive la Vaticalie.