17 jun 2011

Bisignani, Letta, el chiringuito y las amenazas a Concita de Gregorio

Por: Miguel Mora

 Bisi

En Vaticalia nada pasa por casualidad, el azar no existe. Si un partido acaba 3-3, es porque mucha gente importante ha apostado al 3-3. Si la prensa anticipa que el Papa va a nombrar a Angelo Scola arzobispo de Milán no es porque lo vaya a nombrar sino porque alguien importante quiere que lo haga. Y si un juez se atreve a ordenar el arresto de Luigi Bisignani (en la foto), es porque el chiringuito, el sistema de poder que ha gobernado el país desde 1994, está acabado y listo para caer.

En Roma se dice que Bisignani es el jefe de Gianni Letta, quien a su vez es el número dos de Berlusconi. Pero la jerarquía entre los tres no está clara. Letta recibe órdenes del Vaticano y de Andreotti, y además de ser secretario de Estado de la presidencia del Gobierno es Gentilhombre de su Santidad (si leen el reportaje Vaticalia, que está ahí al margen y dio origen a este blog, sabrán más cosas). Pero una vez alguien le preguntó a Berlusconi sobre Luigi Bisignani, y dijo: "Es más potente que yo".

De esto se infiere que Bisignani, al que muchos llaman San Luigi de los Misterios, es, o bien el Papa italiano, o bien un nuevo Provenzano, o bien el heredero de Licio Gelli, el venerable maestro que fundó la logia P2. De momento, los jueces de Nápoles le acusan de la tercera opción: de haber formado una asociación secreta destinada a fabricar chantajes y dossieres para lograr nombramientos e información judicial confidencial para influir en órganos constitucionales; es decir, de haber montado la P4. Pero para acabar de complicar la cosa han pedido al Parlamento permiso para detener también a un diputado del PDL, un magistrado en excedencia llamado Papa. Alfonso Papa.

Bisignani ha confirmado a los fiscales que Papa era su topo en algunas fiscalías y le informaba sobre las investigaciones judiciales que tenían relación con Letta y Denis Verdini, el coordinador y banquero del PDL. A lo que Letta ha respondido con una lacónica nota que afirma: "Caigo de las nubes. No he tenido ninguna información sobre ningún proceso". Un débil, místico y significativo desmentido que Andreotti habrá censurado sin duda. Como él decía, desmentir una noticia es darla dos veces.

Ayer, Berlusconi, Letta, Angelino Alfano y Niccolò Ghedini, abogado del primero, mantuvieron una larga cumbre en palacio Chigi. El tema era Bisignani, un personaje que se movía a sus anchas por las dependencias de la presidencia del Gobierno. Desde hace muchos años. Algunas voces, como Antonio di Pietro, han dicho que el espíritu de Tangentopolis ha regresado a las instituciones.

Bisignani (Roma, 1953) estaba inscrito desde muy joven a la P2 de Gelli y fue prohijado por Andreotti a la muerte de su padre. Empezó siendo periodista en Ansa y acabó siendo expulsado del colegio profesional tras ser condenado en el maxiproceso Mani Pulite por el escándalo de las comisiones millonarias de Enimont. Es lo que se llama un faccendiere. Dirige una gran tipografía llamada ILTE, ha escrito algunas novelas de espías (alguien le llamó el Ken Follet italiano), pero su gran momento fue otro: lo cazaron  mientras ingresaba 9.000 millones de liras (unos 900 millones de pesetas de entonces) en las cuentas secretas del IOR, el banco vaticano, a nombre de una asociación para los niños pobres.

Como ven, todo vuelve a los grandes misterios del pasado vaticaliano, del cual esta época que hemos convenido en llamar berlusconismo es solo una prórroga hortera, colorista y bufa.

Concita
Una de las piezas periodísticas más impresionantes que he leído en bastante tiempo fue el editorial que firmaba ayer Concita de Gregorio, la directora de L'Unitá, amiga entrañable y espléndida pluma. Contaba que, cuando hace un año publicó por primera vez el nombre de Bisignani en un artículo preguntando por qué tenía despacho en la presidencia del Gobierno, aquella misma mañana, muy temprano, recibió cuatro llamadas en su despacho.

"Una era de un ex director de periódico que me felicitaba, me dijo, por 'haber tenido el coraje de meter el dedo en la herida', escribe De Gregorio. "Otra, de una colega célebre y perenne, fuente oculta y habitual de un sitio web dedicado al ajuste de cuentas, uno de esos lugares on line donde cualquiera hace saber lo que no puede decir para poder recogerlo así después como noticia: preguntaba si yo sabía algo más".

La tercera llamada, continúa, "era de un parlamentario con una larguísima historia en el área que una vez fue andreottiana (probablemente, se refiere al notorio fascista Ciarrapico). Y la última, y la más importante, llegó directamente desde palacio Grazioli (residencia romana de Berlusconi) a través de la centralita del Viminale, la Batería".

'Mi querida señora -me dijo este- por la estima que le tengo me permito ponerla en guardia sobre posibles errores. No quisiera, sinceramente, que tenga que arrepentirse después. Usted sabe mejor que yo cómo son de insidiosos algunos terrenos, y cuán sembrados están de trampas. Tenga cuidado y no se deje instrumentalizar, no dé pábulo a voces interesadas e injuriosas. Sería una pena: nos obligaría a  prescindir de una voz que es tan importante para nuestro país".

Da miedo, ¿no?

BIsignani es, como ha dicho el ministro Brunetta sobre los precarios, la encarnación de la peor Vaticalia. Esa Vaticalia gris y democristiana, beata devota, mafiosa y masona: la refinada y maligna Vaticalia de Licio Gelli, Giulio Andreotti y Francesco Cossiga, Roberto Calvi y Sindona, Marcinkus y los alegres financieros que hicieron santo al fundador del Opus Dei.

Con los años, se ha convertido en una Vaticalia más basta y menos atractiva, con Flavio Briatore y Daniela Santanché, Alfonso Signorini, Guido Bertolaso y Angelo Balducci, con los altos funcionarios que intercambian contratos públicos con las Compagnie delle Opere de Comunión y Liberación, los editores de periódicos y dueños de clínicas privadas, y los dinosaurios de la supuesta izquierda, cómplices de segunda y aprendices de alquimistas dispuestos a traicionar a su madre con tal de seguir medrando.

Es ese mundo de momias muy potentes y peligrosas al que Internet y 27 millones de jóvenes y ciudadanos que finalmente han entendido cómo están las cosas acaban de poner en su sitio con dos votaciones históricas, convirtiendo de un solo golpe a Berlusconi, a Letta, a Bossi, a D'Alema, a Casini y a tantos otros en puras máscaras fantasmales, en viejos retratos en blanco y negro.

Según De Gregorio, ese mundo "está destinado al polvo". Pero antes de morir del todo volverá a hacer lo que hizo ya hace 17 años: sembrar el país de maledicencias, chantajes y fango. La agonía ha empezado, se está produciendo, y la basura no ha hecho más que empezar a emerger. Liberarse de ese submundo de corrupción, espionaje, religión, masonería, mafia y latrocinio sistemático costará años, lágrimas y sudor. Esperemos que no cueste también sangre.

De Gregorio termina así su soberbio artículo: "La corrupción es el cáncer de este sistema: se lo decía el otro día al ministro Fitto y recibí a cambio solo insultos, pero no hacía sino repetir las últimas palabras como gobernador de Mario Draghi (futuro director del BCE). No habrá crecimiento sin legalidad. No habrá trabajo ni futuro para los jóvenes que fueron el domingo a las urnas mientras las llaves de mando sigan en manos de las eminencias negras. Esas que tienen el despacho en Palacio Grazioli, por ejemplo, y que nadie nos ha explicado todavía para hacer qué, ni por cuenta de quién".

 

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Hay 1 Comentarios

demagogía pura, con el .... pegado a su asiento en Parlamento como nadie, 10 años en el Gobierno apoyando todas las leyes de Berlusconi y ahora hablan como si hubiesen estado en

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SOBRE EL BLOG

Como dijo un alemán, Italia es como una diva de Hollywood: “Todos la miran admirados pero nadie la comprende”. Este año, el país festejará el 150 aniversario de la unidad y los 82 años de su divorcio del Vaticano. Pero ¿estamos seguros de que Italia y el Vaticano son dos Estados distintos? Uno vive subsumido en el otro, aunque no resulta fácil decir quién subsume más a quién. Lo único claro es que Vaticalia es una mina informativa: pecados y delitos, mafias y masonerías, santos y 'velinas', vida interior y noches locas, Ratzinger y Berlusconi... ¡Viva Vaticalia!

Sobre el autor

Miguel Mora

Miguel Mora. Corresponsal en Roma, antes en Lisboa, fue redactor en la sección de Cultura durante diez años y en la Edición Internacional durante cuatro. Trabaja en EL PAÍS desde 1992, es autor del libro ‘La voz de los flamencos’ y sigue siendo, pese a todo, un atletista empedernido.

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