Juan Carlos Martínez Lázaro - Profesor de Economía de IE Business School
...bastará para sanarme. O no. Porque aunque una palabra/s de alguno de los mesías de turno (Draghi, Juncker o quien sea) sirva para relajar primas de riesgo, para que las bolsas se den un homenaje o para que multitud de analistas, observadores y políticos piensen o pensemos, que por fin, empezamos a ver la luz al final del túnel, siempre habrá alguien encargado de volver a estropearlo todo, tras interpretar las declaraciones o analizar concienzudamente la letra pequeña de los acuerdos. Da igual que se trate de un responsable político, alto funcionario o un analista financiero en busca de su “minuto de gloria”, de una agencia de calificación o de un banco de inversión. Alguien se encargará de enfriar las expectativas y de que bolsas y primas, vuelvan por sus fueros.
Resulta increíble, que lo único capaz de sacarnos del abismo en el que estábamos la semana pasada, no fuesen las drásticas medidas tomadas por el Ejecutivo, sino unas enigmáticas declaraciones del Presidente del Banco Central Europeo en una conferencia pronunciada en Londres. No se trató de una declaración solemne, ni dijo que iba a hacer ni como, pero algo dijo. Como si se hubiese manifestado un oráculo al que hay que interpretar, en un estilo muy propio de los banqueros centrales desde que Greenspan le cogió el gusto a eso de que le interpretasen. Pero sus palabras bastaron y cambió el signo de todo: las bolsas se mudaron del rojo al verde, la prima de riesgo empezó a desinflarse y todos fuimos felices como perdices. Ahora sólo falta quien se encargue de volver a estropearlo. Ayer, sin ir más lejos, Moody´s lo intentó con una nota en la que trataba de rebajar la euforia creada por las declaraciones de Draghi, Merckel y Hollande en defensa del euro, aunque parece que con poco éxito, de momento.
Desgraciadamente, nos hemos acostumbrado a que la crisis evolucione en base a esas declaraciones e interpretaciones: unas optimistas, otras catastrofistas. Están los que piensan que cualquier medida que se tome, independientemente de su adecuación o profundidad, actuará como un salvoconducto para salir del infierno en el que nos hallamos. Y los que nos recuerdan insistentemente que estamos a un cuarto de hora del inicio del Juicio Final.
También los responsables económicos y políticos nacionales parecen haberle cogido gusto al mundo del micrófono. La negación de lo evidente, la proclamación insistente que no se hará algo que unos días después se hace, las declaraciones contradictorias de los miembros del Gabinete o no llamar a las cosas por su nombre se han convertido en algo cotidiano. Que si rescate o tomate, que si descubrimos de las condiciones del rescate del sistema financiero español gracias al Parlamento holandés o que si nos enteramos de que Cataluña acudirá al fondo estatal de liquidez por una entrevista en la BBC. Como vemos, todo muy coordinado y planificado, lo que no hace sino incrementar la sensación de desconfianza sobre nuestra economía que existe más allá de nuestras fronteras.
Para salir de la situación en la que estamos van a ser necesarios muchos sacrificios. Me temo que muchos más de los que hasta ahora estamos haciendo. Pero también un poco de sentido común. Dentro y fuera de España. Las declaraciones y demás, deben servir para explicar, para marcar el camino, para insuflar esperanzas. No para confundir o desalentar. Y debemos de dejar de dar eco al primer iluminado que dice algo. Y dárselo a lo que estamos haciendo, que no es baladí, aunque aún nos cueste verlo.