Silvia Leal - Directora de Programas de Tecnología de IE Business School
La innovación está de moda: artículos en prensa, reportajes en televisión, discursos de políticos, campañas de empresas… en Europa, Estados Unidos, Asia y Latinoamérica. Nadie se olvida de mencionarla. Se ha convertido en parte de un “discurso” que parece ya bastante extendido. Es un momento en el que frases como éstas se han convertido en algo muy presente:
• Sin innovación no hay salvación
• La innovación, más allá de una elección, una cuestión de supervivencia
• La innovación, motor generador de nuestras estrategias para competir
• Innovación, palanca imprescindible para salir de la crisis
Va calando poco a poco, gota a gota…Pero ¿por qué hay que hacerlo? Consume recursos, necesita tiempo, tiene un coste de oportunidad. ¿Debe ser una cuestión de fe? ¿Dónde están los números? ¿Dónde están “mis números”?
¿Cómo nos afecta a mi empresa y a mí? Se nos critica a los economistas porque no sabemos predecir el futuro (lo cual es cierto) pero sí hay algo que hacemos bien: explicar el presente y el pasado a partir de abundantes datos y numerosos indicadores. En este terreno, son muchos los estudios empíricos que respaldan de manera sólida y fiable por que es rentable innovar.
Los datos de un estudio realizado por la OCDE (2009), en el que participaron 18 países, lo dejaron muy claro. Las empresas que invirtieron en innovación aumentaron sus ventas entre un 14% y un 35%. Tan sólo encontraron excepciones en tres países (Australia, Nueva Zelanda y Noruega). En sus empresas el impacto superó el 40%.
No obstante, estos datos pueden sonarnos muy lejanos… ¿Qué pasa en España? ¿Cuál es su impacto? De acuerdo a un reciente estudio publicado por PITEC, Panel de Innovación Tecnológica, para una empresa media y representativa (no olvidemos que en nuestro país estas empresas son precisamente las Pymes…), incrementar en un punto su gasto en innovación permite que sus ventas anuales crezcan un 3,7% más. Este efecto crece en función a la intensidad tecnológica de la compañía. Por ejemplo, en sectores de alta tecnología el impacto es casi el doble (7,9%).
¿Por qué no innovamos entonces? ¿Por qué, siguiendo las estadísticas del INE, en nuestro país tan sólo un 18,6% de las empresas pueden considerarse innovadoras? ¿Por qué estamos en el puesto 16 entre los 27 países analizados por el Innovation Union Scoreboard?
Somos muchos los que opinamos que la razón “de fondo” se encuentra en que la innovación necesita tiempo, que su efecto no es inmediato, mientras que las empresas tienen puesta la mirada en el corto plazo. Como mucho el medio. Son momentos difíciles (recesión de los mercados, falta de confianza, pesimismo…) que queremos dejar atrás cuanto antes.
Sin embargo, nuestra “dolencia” es profunda, y la solución a nuestros problemas necesita un antídoto eficaz, que los ataque desde la raíz, y que no se quede en los síntomas. Los números hablan por sí solos, y la innovación es vital para nuestra recuperación. La excusa era buena: “hasta ahora funcionaba”, pero ya no funciona.
¿Cuánto tiempo vamos a seguir esperando? El antídoto para hacer frente al desaliento de los mercados está aquí. Para los que se animen a seguir su camino, tan solo ésta recomendación: foco y pasión. El resto, es tan sólo cuestión de tiempo.
*Artículo realizado en colaboración con Laura Hernández Garvayo, alumna de IE Business School.
Silvia Leal es Doctora, experta en Innovación y Nuevas Tecnologías. Directora de Programas de Tecnología del IE Business School. Consejera de Thinking Heads (Negocio Digital) y de CIONET.
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