Antonio de Castro - Decano de Estudios de Grado, IE University.
El sistema universitario español se ha configurado tradicionalmente como un sistema cerrado. Sin entrar a considerar las numerosas razones históricas que han contribuido a ello, la elección de universidad en España estaba determinada habitualmente por el criterio de vinculación de la universidad al centro donde se había cursado la enseñanza secundaria y, por ello, al lugar de residencia familiar.
La proliferación de centros universitarios resultante de la organización autonómica del Estado ha reforzado esta tendencia, de modo que la movilidad interna ha sido hasta hace poco tiempo muy limitada y prácticamente nula la movilidad internacional. Además, el propio sistema se blindaba frente al exterior en una clara reacción endogámica tanto frente al acceso de estudiantes y profesorado extranjeros como en el reconocimiento de las titulaciones obtenidas en otros sistemas universitarios.
En los últimos años se ha iniciado una apertura del sistema universitario que, si bien es en sí misma modesta, adquiere mayor relevancia como cambio de la tendencia del sistema y, sobre todo, en la reacción de sus principales actores, los estudiantes y el profesorado. Las transformaciones normativas, principalmente como consecuencia del progresivo establecimiento del Espacio Europeo de Educación Superior, y el desarrollo de los programas de movilidad internacional han sido factores determinantes dentro del ámbito universitario.
Pero quizá la principal transformación se ha producido en la propia sociedad española y su “salto” hacia el exterior, si bien muy vinculado al efecto expansivo del notable desarrollo económico registrado en la últimas décadas. Aún así, todavía son necesarios cambios culturales y sociales en muy diversos aspectos, desde la propia concepción de los vínculos familiares a la articulación de mecanismos que garanticen la capacidad económica de los estudiantes en una vida autónoma, y el imprescindible conocimiento de idiomas, la gran asignatura pendiente de la educación en España que frena la movilidad internacional. A ello debemos añadir el efecto de la crisis económica y financiera de los últimos cinco años que ha incidido muy directamente en la inversión del ciclo económico y sus consiguientes repercusiones, a veces dramáticas, en toda la sociedad.
Los estudios nos muestran que la localización es, junto con el prestigio de la institución, uno de los criterios determinantes a la hora de elegir universidad, ésta es una de las conclusiones del reciente estudio de IE University “La Próxima Generación de Universitarios”. En esa valoración de la localización, la proximidad al entorno doméstico y familiar ya no es determinante en la elección en la medida que existan medios económicos que garanticen la suficiencia vital. Además, la interconexión resultante de la globalización, que permite el acceso inmediato a la información con independencia de la distancia geográfica, favorece el conocimiento de realidades lejanas que multiplican las posibilidades de elección, de modo que la decisión sobre dónde y qué estudiar supera fácilmente el ámbito local y adquiere una dimensión no sólo nacional sino también internacional.
Si además consideramos que la formación universitaria está cada vez más vinculada al posterior desarrollo profesional, sin minusvalorar en absoluto la capacitación intelectual en todas sus dimensiones, la movilidad universitaria puede convertirse en el fundamento de una posterior movilidad profesional. Los estudiantes que abandonan su entorno inmediato familiar y local para realizar sus estudios universitarios muestran ya una predisposición al cambio que se potenciará durante su experiencia formativa, adquiriendo en su formación unas habilidades adicionales que configurarán la visión de su futura inserción profesional. De este modo están capacitados para considerar que su oferta profesional se inserta en un espacio global de oportunidades en el cual la movilidad profesional es la vía natural de acceso.
Frente a la concepción tradicional de considerar la movilidad profesional como la exclusión del mercado laboral local, la movilidad se convierte en un instrumento de gestión de la actividad profesional resultante de una capacitación previa. Por todo ello, las actuales y próximas generaciones están en condiciones de contemplar la movilidad nacional e internacional en una perspectiva más amplia que no sólo se limita a la etapa de formación universitaria sino que se prolonga en su posterior actividad profesional.
Antonio de Castro es Decano de Estudios de Grado de IE University