Adam Smith y Mondragón

Por: | 25 de octubre de 2013

Joaquín Garralda - Decano de Ordenación Académica y Profesor de Dirección Estratégica de IE Business School.

Joaquín Garralda¿El modelo cooperativo sólo funciona bien en épocas de crecimiento estable?

Adam Smith en su afamado libro “Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones”  analiza en el primer capítulo las ventajas de la especialización de tareas y la capacidad de innovación de las personas que las realizan al tratar de hacer un esfuerzo menor. En el segundo capítulo es donde consta la conocida recomendación de que en un intercambio, para obtener el producto en las mejores condiciones, es mejor apelar al propio interés del panadero, carnicero o cervecero, que a su generosidad. Estos dos capítulos le llevan a la conclusión de que el propio interés, como fundamento del comportamiento humano, conduce mediante el intercambio en el mercado hacia la mayor riqueza del país, sin necesidad de establecer costosos mecanismos de coordinación.

El cooperativismo por su parte, tiene su fundamento en un fuerte sentimiento de equidad entre sus participantes – que se refleja en su sistema de decisión, una persona un voto, y en una escasa diferencia de sueldos entre las personas que trabajan en la cooperativa -  a lo que se añade una actitud de máxima cooperación y esfuerzo por el bien común de los cooperativistas. Son estas señas de identidad las que se supone que producen las ventajas de las cooperativas en cuanto a su desarrollo como centro de trabajo con carácter humano, fuente de innovación y capacidad de aguantar momentos adversos manteniendo los puestos de trabajo.

¿Este comportamiento tan deseable – para el individuo y la organización – es contrario a la búsqueda del propio interés? ¿Es más efectivo para la riqueza de la comunidad?

En estos días estamos leyendo la solicitud de pre-concurso de Fagor, una cooperativa dentro de la Corporación Mondragón, que ha tenido que cerrar varias fábricas en España por problemas financieros. Apelar nuevamente a la generosidad de la cabecera Mondragón, que ya ha aportado cantidades elevadas, no ha tenido éxito - como ya hubiera previsto Adam Smith. La razón de esta negativa ha sido que en las asambleas en que se debatía la decisión, las otras cooperativas de Mondragón han votado en contra. Han considerado que podría tener efecto desestabilizador en las demás, que también tienen sus problemas, y han decidido que invertir más dinero en Fagor no era la solución. Su propio interés se sobreponía al sentimiento de cooperación.

Preguntada sobre el tema, la consejera vasca de Desarrollo Económico y Competitividad, Arantza Tapia - según se refiere en una noticia publicada en diariovasco.com  el 21 de octubre de 2013 - ha asegurado que "no cuestiona el modelo cooperativo sino, únicamente, su "gobernanza"", y ha apostado por su modificación y revisión ya que se puso en funcionamiento hace cincuenta años y "debe ser adaptado”. El argumento es que en un mundo en el que hay que responder a los cambios en el mercado y en el que la dura competencia mundial sólo deja huecos para los productos muy baratos o muy diferenciados, el sistema de gobernanza de la cooperativa no es capaz de responder eficazmente.

El diagnóstico es correcto, la duda es la medicina.

¿Es posible que se produzcan los efectos positivos del modelo corporativo sin la gobernanza asamblearia?

Quizá el problema de fondo de Fagor no esté en el ciclo económico, sino en su dimensión y el sector de actividad. Si unimos el elevado coste de coordinación por su dimensión y que fabrica unos productos que están sometidos a una competencia global feroz, el resultado es que es difícil mantener el modelo cooperativo. 

En estas condiciones podríamos decir que Adam Smith parece que es más efectivo.

 

Joaquín Garralda es especialista en Estrategia y lleva más de dos décadas estudiando la cultura interna de la empresa y el análisis estratégico. En la actualidad es el Secretario de la Red Española del Pacto Mundial de Naciones Unidas (UN Global Compact), desde el 2000 es miembro de la Comisión Ética del Fondo Ético de Morgan Stanley (actualmente Invercaixa) y es miembro del Consejo Estatal de RSE.

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Vía @IEBusiness

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