Diego Sánchez de la Cruz - Profesor Asociado en IE University
A la hora de hacer un diagnóstico sobre la situación económica que atraviesa España, encontramos una concatenación de indicadores dispares que bien puede invitarnos al optimismo o conducirnos hacia tesis más pesimistas. De nuestra habilidad para resolver esta encrucijada vendrá el grado de bienestar futuro.
¿Hay más luces que sombras? Todo depende del enfoque. Por ejemplo, podemos celebrar el desapalancamiento de empresas y familias… pero es imposible ignorar el monumental problema de deuda pública que se ha generado en el último lustro.
Si hablamos del torrente de inversión extranjera que ha llegado a España en 2013, encontramos buenas razones para el optimismo. No obstante, la asfixia tributaria impide que los agentes económicos nacionales se sumen también al proceso de recuperación de la inversión y la demanda. De nuevo, nos movemos entre buenas y malas noticias.
También en el mercado laboral encontramos un panorama lleno de claroscuros. Podemos celebrar la ganancia de productividad y el fin de la destrucción masiva de empleo… pero seguimos enfrentando un escenario muy complejo, con un grave problema de paro.
Apenas 44 de cada 100 españoles que pueden trabajar tienen un empleo, cifra que debería invitarnos a reflexionar sobre la conveniencia de profundizar la flexibilidad laboral. Un paso interesante en esta dirección consistiría en adoptar el “contrato único”.
Fijándonos en la pujanza de las exportaciones, Ignacio de la Torre explica en mi libro Sin medias tintas que “gracias a una enorme mejoría en la competitividad, España es ya la segunda gran nación occidental con mayor contribución de las exportaciones al PIB”.
Cuando estalló la crisis, el sector exterior apenas alcanzaba el 25% del PIB, mientras que los datos para 2013 reflejan un aumento cercano a los diez puntos porcentuales. En este campo, el principal motivo para la preocupación es el reducido número de empresas que vende al extranjero, si bien la base exportadora está creciendo.
Para consolidar la “devaluación interna” y conseguir que cobren fuerza los aspectos más positivos de la tímida recuperación es importante estimular la actividad del sector privado con una importante rebaja de impuestos que vaya acompañada de una agenda de liberalización y flexibilización de nuestros mercados.
Como explica Luis Garicano en Sin Medias Tintas, “necesitamos reducir la intervención que distorsiona la competencia y favorecer el desarrollo de mercados en los que el beneficio no se obtenga a base de capturar rentas”.
A todo lo anterior se unen otras necesidades que en ningún caso pueden ser descuidadas: regeneración institucional, reforma educativa, racionalización burocrática… Una mejora en estos aspectos puede conseguir que España supere la difícil encrucijada que enfrenta en la actualidad; como consecuencia, el proceso de recuperación cobraría vigor y ayudaría a recuperar buena parte del bienestar perdido en los últimos años.
Diego Sánchez de la Cruz es Profesor Asociado en IE University (http://www.ie.edu/university/home). Fue alumno del Máster de Relaciones Internacionales de IE Business School. Su primer libro, “Sin Medias Tintas”, se publicó el pasado 5 de marzo.
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