Reestructuración corporativa: cinco errores que conviene evitar

Por: | 18 de julio de 2014

Francisco J. López Lubián - Director del área de Finanzas

 

Francisco J. López Lubián

Una empresa necesita un proceso de reestructuración cuando se encuentra en situación de insolvencia, es decir, cuando no genera suficiente liquidez para hacer frente a los compromisos de pago generados por su endeudamiento. Durante los últimos años la continuidad de muchas empresas ha pasado por la negociación de procesos de reestructuración del negocio, tarea a la que han dedicado buena parte de su tiempo la alta dirección de la empresa. Ciertamente, empresas de sectores muy diversos han sobrevivido – o no- gracias a su capacidad de reestructurar su negocio y refinanciar su deuda.

En un proceso de reestructuración está en juego el futuro de la empresa. Por lo tanto, conviene poner todos los medios para facilitar que el proceso consiga sus objetivos. Y no cometer errores que lo hagan más difícil. Resumimos a continuación cinco errores que deben evitarse al abordar un proceso de reestructuración corporativa.

1. Considerar que se trata solo de una reestructuración financiera.

Un proceso de reestructuración corporativa lleva consigo introducir una serie de cambios en la empresa, que debe pasar de ser económicamente inviable y no rentable, a ser económicamente viable y rentable. Estos cambios y mejoras no se limitan a conseguir una refinanciación o un cambio de estructura de capital, sino que deben afectar a las posibilidades de generar un flujo de caja permanente que permita cubrir las necesidades del servicio de la deuda y retribuir suficientemente a los accionistas.

2. Echarle la culpa a las entidades financieras.

Cuando una empresa está en situación de insolvencia, la culpa no es solo (ni siquiera, mayoritariamente) de los bancos. La situación de insolvencia se produce porque la empresa no genera una liquidez permanente que le permita hacer frente a sus compromisos con la deuda. Esta situación se produce por la incompetencia del equipo directivo a la hora de gestionar los aspectos operativos del negocio, desde las ventas y el control de costes, hasta la política de inversiones, pasando por el control del circulante y de los gastos. Resolver este problema de falta de liquidez operativa requiere mejoras operativas, no solo financieras.

3. No ir suficientemente preparado para la negociación

Un proceso de reestructuración es, fundamentalmente, un proceso de negociación. Antes de comenzar una negociación es imprescindible que el equipo directivo defina claramente su estrategia de negociación, en términos tan importantes como: temas negociables y no negociables, límites en las garantías que se pueden ofrecer, posibles contra ofertas a las entidades financieras, prever las dificultades que surgirán durante el proceso y anticipar posibles soluciones, diseñar un reparto del posible valor económico que se generará en la reestructuración, identificando riesgos y responsables.

4. Presentar planes no realistas y/o inconsistentes

Identifique las causas del problema de iliquidez. Elabore un plan de negocio (operativo y financiero) coherente y creíble para mejorar la liquidez de la empresa. Identifique necesidades a corto, medio y largo plazo. Procure que los “sacrificios” que se requieren a cada “clase” de agente económico sean equilibrados y equitativos. Considere que, desde un punto de vista económico,  las entidades financieras sólo aceptarán ir adelante con un plan de reestructuración si consideran que el valor esperado de la empresa reestructurada es mayor que el valor actual de la empresa en liquidación. Es labor del equipo directivo convencer a los bancos de que este es el caso.

5. Perderse en el proceso.

Con independencia de los detalles legales, las limitaciones del marco regulatorio y fiscal y las diferencias culturales que se dan entre los diversos países, conviene siempre recordar que de lo que se trata en un proceso de reestructuración es de alcanzar un acuerdo privado con los deudores, que haga posible la supervivencia de la empresa. Y este acuerdo solo será posible si se enfoca el proceso de reestructuración como una oportunidad para resolver problemas de la empresa. No se pierda en los muchos flecos que se deben considerar y discutir en una reestructuración. Recuerde siempre el objetivo final: resolver los problemas que impiden generar una liquidez estable.

¿Cómo saber si los acuerdos en que se concreta la reestructuración serán suficientes para generar esa liquidez estable en el futuro? Asegúrese de que los acuerdos conducen a soluciones en las que es razonable el reparto entre las partes de los beneficios y las pérdidas. Confirme que el plan de futuro diseñado incluye y refleja convenientemente los generadores de valor de la empresa, aprovecha las futuras oportunidades y prepara a la compañía para lograr esos objetivos. 

 

Francisco J. López Lubián es profesor y director del Área de Finanzas del Instituto de Empresa. Con treinta años de experiencia en la docencia, ha sido profesor asistente en la Universidad Autónoma de Madrid y profesor adjunto del departamento de Control de IESE.

Trayectoria que durante dos décadas combinó con una intensa actividad empresarial como analista financiero en Hewlett-Packard, controller del Grupo Sarrió, director financiero de Sarrió Tisú y director general financiero de Grupo Isolux.

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Vía @IEBusiness

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