31 ene 2012

¿Te atreverías a subir al Everest?

Por: Isidoro Merino

Scott fischer 1994
El estadounidense Scott Fischer (a la izquierda de la foto), fundador de la empresa de guías Mountain Madness, en la cima del Everest en 1994.  Fischer murió el 10 de mayo de 1996, durante la tormenta que asoló la montaña.  / Mountain Madness

Acabo de terminar Into Thin Air, del montañero, escritor y periodista Jon Krakauer, publicado en español como Mal de altura (Ediciones B, 1999; Desnivel, 2008), un libro fascinante que seguro que muchos de vosotros habréis disfrutado antes que yo. Su lectura me ha dejado sin resuello, como una ascensión al Everest sin oxígeno.

Porque de eso trata: es una crónica novelada de la tragedia que ocurrió en 1996 en la montaña más alta del mundo (8.848 metros).

Hall and Ball - Rob Hall And Adventure Consultants 1996 Everest Expedition At Everest Base Camp
Miembros de la expedición de Adventure Consultants en el campamento base. En la fila de abajo, a la derecha, la japonesa Yasuko Namba, cliente de AC; el tercero y cuarto por la derecha son, respectivamente, los neozelandeses Rob Hall, dueño de AC y jefe del grupo, y Andy Harris, uno de los guías. El primero por la izquierda es Doug Hansen, otro de los clientes. Los cuatro murieron en el descenso.

Durante la temporada de escalada de ese año, la más mortífera en la historia de la montaña, murieron 15 personas; ocho de ellas, pertenecientes a tres expediciones distintas, el 10 de mayo, cuando una fuerte tormenta azotó por la tarde el  Everest. También bajó los niveles de oxígeno en el aire. Cuatro de los alpinistas muertos pertenecían a la misma expedición (arriba se puede ver una foto del grupo), organizada por  la empresa neozelandesa Adventure Consultants, con la que viajaba Jon Krakauer, enviado al Himalaya para escribir un reportaje sobre la creciente explotación comercial del  Everest para la revista Outside. El desastre fue muy conocido y levantó gran controversia sobre la masificación del Everest y el diletantismo de los escaladores.

EverestBaseCamp2

Into Thin Air es, de largo, uno de los mejores (si no el mejor) libros sobre montañismo que he leído. Recrea de manera tan magistral el mundo de la escalada en altura --los efectos de la fatiga y la hipoxia, la vida en el campamento base, las heladoras noches de insomnio en las tiendas de nailon, el frío “doloroso, escalofriante y enloquecedor” en la cota de los ocho mil metros--,  que la historia te atrapa desde la primera página (el fragmento de abajo pertenece al primer capítulo) y ya no te suelta hasta la última, en un crescendo que te deja sin aliento

Kathmandu_,_Nepal_,_Himalayas_,Everest_2

“Encaramado a la cima del mundo, con un pie en China y el otro en Nepal, limpié de hielo mi máscara de oxígeno, encorvé la espalda al viento y contemplé, abstraído, la enorme extensión del Tíbet. De un modo difuso, con cierto distanciamiento, comprendí que el paisaje que se extendía debajo de mí presentaba una vista espectacular. Había fantaseado mucho sobre aquel momento y la oleada de emociones que lo acompañaría. Pero ahora que por fin estaba allí, literalmente de pie en la cima del Everest, no tenía fuerzas para pensar en ello. Era el 10 de mayo de 1996, a primera hora de la tarde. Hacía 57 horas que no dormía. La única comida que había sido capaz de tragar en los tres días precedentes era un bol de sopa de ramen y un puñado de cacahuetes. Semanas tosiendo con violencia me habían dejado dos costillas separadas que convertían en un tormento el mero hecho de respirar. A 8.848 metros, en la troposfera, me llegaba tan poco oxígeno al cerebro que mi capacidad mental era como la de un niño retrasado. En aquellas circunstancias, poca cosa podía sentir, a excepción de frío y cansancio.”

Ng Dorjee Sherpa

Mientras Krakauer empieza el largo y peligroso descenso tras coronar la cima, con la reserva de oxígeno al límite, otros 20 escaladores de su grupo seguían empeñados en alcanzarla sin advertir las nubes que empiezan a cubrir el cielo. “Cuando me disponía a hacer rapel sobre el borde del escalón, me percaté de un alarmante espectáculo”, escribe Krakauer, quien durante la espera se quedó sin oxígeno,  “Nueve metros más abajo, en la base, había una cola de más de una decena de personas. Tres escaladores habían empezado ya a subir por la cuerda que yo me disponía a utilizar para el descenso. Mientras intercambiaba triviales felicitaciones con los que iban pasando, por dentro pensaba, exasperado: ¡Daos prisa, joder, daos prisa! ¿Mi cerebro está perdiendo millones de células.”   Seis horas y 3.000 metros más abajo, con la ventisca azotando ya las laderas de la montaña, Krakauer llega a su tienda helado y sufriendo alucinaciones por la falta de oxígeno. Seis de sus compañeros aún no han regresado

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“Más adelante --después de haber localizado los cuerpos, después de que los cirujanos amputaran la mano derecha gangrenada de mi compañero Beck Weathers, la gente se preguntaba por qué, si el tiempo había empezado a empeorar, los alpinistas no habían hecho el menor caso ¿Por qué unos guías avezados siguieron ascendiendo, empujando a una manada de deportistas relativamente inexpertos (cada uno de los cuales había pagado hasta 65.000 dólares para que lo llevaran sano y salvo hasta el Everest) hacia una trampa mortal?” 

Everest google earth

Into thin air critica la banalización del montañismo: abundan las expediciones comerciales que arrastran literalmente hasta la cima, aupados por los  sherpas, a personas que no saben escalar. Participar en una expedición al Everest cuesta entre 24.000 y 54.000 euros por persona. Durante la primavera de 2007 llegaron a la cima  630 personas, tantas como en los cuarenta años que transcurrieron desde la primera conquista de la cumbre, la de Edmund Hillary y el sherpa Tenzing Norgay, el 29 de mayo de 1953, hasta 1993. En mayo de 2008, más de 130 alpinistas llegaron a coronar el Everest en un solo día. El aluvión de gente es tal, que provoca tapones en los pasos difíciles como el Escalón Hillary, una escarpa muy pronunciada de la vía del Collado Sur, e impide subir y bajar a la velocidad necesaria: una de las causas de la tragedia de 1996. La otra: los guías saben que no deben sobrepasar jamás la hora de bajada, porque permanecer más tiempo puede significar la muerte; sin embargo, la presión de los clientes  y la rivalidad entre los guías de las expediciones de Adventure Consultants y Mountain Madness pudo con la profesionalidad y la prudencia.

Sergey Ilyukhin campo base sur

Como después en Into the Wild (Hacia rutas salvajes; Ediciones Zeta, 2008), también sobre un hecho real (el viaje sin retorno de Chris McCandless, un joven de 24 años cuyo cadáver apareció en un remoto lugar de Alaska en 1992), Krakauer hace un magistral ejercicio de periodismo de investigación, entrevistando a todos los que estaban allí ese día, tratando de desenmarañar las causas de la tragedia, hurgando en su propia responsabilidad en lo ocurrido. En 2008, el cineasta y montañero estadounidense David Breashears volvió sobre el tema en Storm over Everest, un documental realizado para la cadena de televisión PBS; debajo se puede ver un trailer del mismo.

 

Como Krakauer, muchos de los alpinistas que han regresado del Everest llegan tocados por lo que han visto, por lo que han hecho o por lo que han dejado de hacer. La negación de ayuda --Krakauer lo atribuye a la hipoxia y la fatiga-- en esos últimos 846 metros (la llamada zona de la muerte, donde solo se puede permanecer algunas horas) a otros escaladores en apuros es algo habitual y al mismo tiempo escandaloso. En la expedición de 1996, dos miembros del grupo de Krakauer, Beck Weathers y la japonesa Yasuko Namba, fueron abandonados, dados por muertos aunque aún respiraban, en el Collado Sur, a solo 300 metros de donde se encontraban las tiendas. Weathers consiguió regresar de su tumba de nieve, aunque con gravísimas congelaciones. Yasuko sigue allí. El 11 de mayo, en la cara norte de la montaña, los miembros de una expedición japonesa pasaban de largo, sin auxiliarlos, junto a dos montañeros indios que se habían visto también atrapados por la tormenta cerca de la cima. En 2006, el británico David Sharp falleció extenuado por falta de oxígeno mientras 40 alpinistas-turistas pasaban a su lado sin hacer nada. Más de 200 escaladores han perdido la vida (y allí siguen, lóbregos mojones  en la ruta hacia la cumbre) en esa región maldita de la montaña más alta del mundo. En este vídeo se puede ver el hallazgo del cuerpo de George Herbert Leigh Mallory, escalador británico desaparecido en junio de 1924 junto con su compañero de cordada, Andrew Irvine, en la cara noreste.

 

¿Estás ahora preparado para subir al Everest?

Hay 51 Comentarios

Krakauer contó lo que contó, estándo donde estuvo (ya es suficiente desgracia). En las condiciones en la que estuvo, y hay que ser consciente de las dificultadees que ello implica, y más a la altura que se está.
Bukreev respondió, y luego tuvo que mediar Messner entre los dos, ya que, como sostuvo muy bien Messner, cada cuál tiene sus razones, y no le quitó razón alguna a ninguno de los dos. Y eso sí es un hecho constatado.
Que Bukreev fue un gran montañero, no hay duda. Pero decir que Krakauer no lo es, tampoco es cierto. Fue muy buen montañero. Pero vivir algo como lo que fue Everest 96, te deja tocado para los restos.
¿O es que acaso el hijo de Tenzing Norgay, que, a saber, participó con IMAX el mismo año 96, es mal montañero y guía por quedar en el campo base cuando se cumplieron 50 años de la ascensión a dicho monte, y no quiso, ni quiere, volver a subir?
Me dá que por aquí hay mucho escalador imbécil, la verdad.

Krakauer contó lo que contó, estándo donde estuvo (ya es suficiente desgracia). En las condiciones en la que estuvo, y hay que ser consciente de las dificultadees que ello implica, y más a la altura que se está.
Bukreev respondió, y luego tuvo que mediar Messner entre los dos, ya que, como sostuvo muy bien Messner, cada cuál tiene sus razones, y no le quitó razón alguna a ninguno de los dos. Y eso sí es un hecho constatado.
Que Bukreev fue un gran montañero, no hay duda. Pero decir que Krakauer no lo es, tampoco es cierto. Fue muy buen montañero. Pero vivir algo como lo que fue Everest 96, te deja tocado para los restos.
¿O es que acaso el hijo de Tenzing Norgay, que, a saber, participó con IMAX el mismo año 96, es mal montañero y guía por quedar en el campo base cuando se cumplieron 50 años de la ascensión a dicho monte, y no quiso, ni quiere, volver a subir?
Me dá que por aquí hay mucho escalador imbécil, la verdad.

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Pero hay un librito (por el tamaño, no por la calidad) que a mí me impresionó mucho cuando lo leí de pequeño, que cuenta, entre otras, la tragedia de una cordada de jóvenes alpinistas en 1936 (curiosamente el 18 de Julio) cuando intentaron escalar la Cara Norte del Eiger. El libro es “Los tres últimos problemas de los Alpes” (re-editado por Desnivel Ediciones) de Anderl Heckmaier, quien finalmente conquistaría la Eigerwand dos años después resolviendo el último de los problemas. Muy recomendable para todos los amantes de la montaña y para los que se inician.
También hay muy buenos libros de montaña escritos por alpinistas españoles, Juanjo San Sebastián, Fernando Garrido, César Pérez de Tudela

Verdaderamente tienes que leer "The Climb" por Anatoli Boukreev, especialmente la corta conclusión del gran fotógrafo y escritor Galen Rowell. Desafortunadamente Anatoli murió el año siguiente en el Annapurna y no está para seguir defendiéndose aunque los que nos hemos preocupado un poco del asunto sabemos que él fué el héroe de ese día (no en vano recibió el "Memorial David A. Sowles", concedido por el Club Alpino Estadounidense por su heroísmo y dedicación al rescatar a cuatro escaladores perdidos durante esa expedición). Krakauer escribe muy bien pero no cuenta las cosas como son y acusa a Boukreev de varias de las muertes pero conviene hacerse las siguientes preguntas

Efectivamente el libro "Everest 1996" está contado por Bukreev y es bueno conocer el otro punto de vista. Sobre todo porque Krakauer no es un montañero experto y hace una feroz crítica sobre el ruso, cuando este hizo una auténtica obra de heroicidad al jugarse la vida varias veces para salvar muchas vidas.


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Buen artículo, pero coincido con otras opiniones, este libro es muy discutido en su ambiente, y refutado con pruebas, en materia de como sucedieron las cosas, ya que Krakauer se quita responsabilidades que aparentemente le correspondían cumplidamente.

Pensais que esos "turistas" adinerados consiguen hacer cima,aun con todo echo? la respuesta es no...yo tengo a mis espaldas 4miles como mont blank y casi un 6mil como el mulhacen entre otros.Reconozco que mi sueño es coronar el everest,pero sin aglomeraciones o sea en otoño..pero eso va para largo...me gustaria hacer el nanga parbat y el annapurna 8 miles y si me quedan ganas y estoy vivo atacare el everest.

Lei el libro en su idioma original y es muy bueno, es recomendable a pesar de que sus opiniones se transgiversan al dirigir su culpabilidad y frustración, contra un Ruso de otra expedición que no habla bien ingles , lo cual lo hace en el mercado estadounidense un antagonista por excelencia.

Me olvidaba comentar que la banalización también viene dada porque hoy en día hay mas gente con tiempo libre y eso empuja a mas gente a entrenar. Y una cosa lleva a la otra. Se empieza por dificultades pequeñas y se termina subiendo 8000s o bien haciendo maratones y triatlones

Me olvidaba comentar que la banalización también viene dada porque hoy en día hay mas gente con tiempo libre y eso empuja a mas gente a entrenar. Y una cosa lleva a la otra. Se empieza por dificultades pequeñas y se termina subiendo 8000s o bien haciendo maratones y triatlones. Décadas atrás muy poca gente tenía el interés/tiempo/dinero como para meterse en una expedición.

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Para subir al everest es fundamental estar preparado tanto física, mental e intelectualmente, para poder lograr llagar hasta el final.

Coincido con todos en que el libro de Krakauer (más escritor que montañero) está muy bien escrito. También hay que leer el del ruso Broukeev (mejor montañero que escritor) para ver la otra versión.

Hay muchos libros muy buenos y bien escritos de montañismo: "K2. El nudo infinito" de K. Diemberger sobre la tragedia en el K2 diez años antes de la del 1996 en el Everest, “Los conquistadores de lo inútil” de L. Terray, “La montaña desnuda” y “La montaña imposible” de R. Messner sobre el Nanga Parbat y el Cerro Torre respectivamente, etc, etc..

Pero hay un librito (por el tamaño, no por la calidad) que a mí me impresionó mucho cuando lo leí de pequeño, que cuenta, entre otras, la tragedia de una cordada de jóvenes alpinistas en 1936 (curiosamente el 18 de Julio) cuando intentaron escalar la Cara Norte del Eiger. El libro es “Los tres últimos problemas de los Alpes” (re-editado por Desnivel Ediciones) de Anderl Heckmaier, quien finalmente conquistaría la Eigerwand dos años después resolviendo el último de los problemas. Muy recomendable para todos los amantes de la montaña y para los que se inician.

También hay muy buenos libros de montaña escritos por alpinistas españoles, Juanjo San Sebastián, Fernando Garrido, César Pérez de Tudela…

A pesar de que por esos libros parece que montaña va indefectiblemente unida a tragedia, los que hacemos montaña, y la leemos, sabemos que esas experiencias que narran son actividades al límite del ser humano y por ello a veces acaban en tragedia.

Enhorabuena al autor del blog por promocionar la lectura de montaña.
ms.

Gracias a todos por los comentarios y las recomendaciones.
Para Adrién: la primera edición en español es de Ediciones B, de 1999; la última, de Ediciones Desnivel (2008). Ambas, traducidas por Luis Murillo Fort.

Gracias a todos por los comentarios y las recomendaciones.
Para Adrién: la primera edición en español es de Ediciones B, de 1999; la última, de Ediciones Desnivel (2008). Ambas, traducidas por Luis Murillo Fort.

Efectivamente el libro "Everest 1996" está contado por Bukreev y es bueno conocer el otro punto de vista. Sobre todo porque Krakauer no es un montañero experto y hace una feroz crítica sobre el ruso, cuando este hizo una auténtica obra de heroicidad al jugarse la vida varias veces para salvar muchas vidas.
De hecho, varios son los alpinistas que apoyan al ruso. De hecho, si no recuerdo mal, al año siguiente le dieron un prestigioso premio de alpinismo por su valentía en este caso.

Pienso que los apasionados de la montaña, podemos disfrutar con montañas mas bajas, sin necesidad de jugarse la vida de esa manera. Muchos que se han iniciado en montes mas altos de 5000, me dicen que no de ese paso, que sigua con mis dos, tres cuatro y hasta cinco miles, pero que de ahía no pase. Creo que es una buena idea.

Este libro es de la editorial RBA o de Ediciones Desnivel ??

Gracias por aclararme el dato si alguno tiene físicamente le libro.

Saludos

Subir al Everest de turista, con una empresa ,me parece una aberración moderna más, como la de pagar por matar elefantes en africa , me parece asqueroso.
Y si la montaña se cobra sus victimas ...
A los que nos gusta el monte no nos hace falta ir al Everest , y más aún para contarlo después.
No se debería aplicar el espíritu de competición dichoso al montañísmo, no tiene nada que ver. Y diciendo esto todas las empresas que se dedican a eso, están equivicadas
Mi opinión

Buen artículo, pero coincido con otras opiniones, este libro es muy discutido en su ambiente, y refutado con pruebas, en materia de como sucedieron las cosas, ya que Krakauer se quita responsabilidades que aparentemente le correspondían cumplidamente. El otro, Into the wild, no profundiza sobre detalles imprescindibles de la expedición de McCandless, una muerte inútil, carente de romanticismo, un canto a la falta de preparación, la soberbia, y hasta una imprudencia evidente, y lo convierte en un idealista, en vez de lo que realmente era. Los libros están excelentemente escritos, es cierto, y son muy atractivos.

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Isidoro Merino

Isidoro Merino es el especialista de El Viajero para ofertas y temas prácticos. Ha nadado con leones marinos en las islas Galápagos y desayunado con Mickey Mouse en Disneyland París. Trotamundos, fotógrafo y periodista, colabora con el suplemento desde su lanzamiento en 1998.

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