06 may 2015

En Dublín, esperando a Godot

Por: Isidoro Merino

Temple Bar Dublín Holger Leue Corbis
Una ruta literaria, artística y cervecera por la capital de Irlanda tras los pasos de Samuel Beckett, James Joyce, Flann O'Brien y el pintor Francis Bacon.

 

Esperando a Godot pasa por ser uno de los títulos más enigmáticos de la literatura. Su autor, el dublinés Samuel Beckett (1906-1989), siempre corrigió a quienes querían ver en él una metáfora de Dios (God, en inglés). Pero nunca desmintió la teoría que asegura que un día, en el Tour de Francia, se detuvo ante un grupo que permanecía de pie junto a la carretera cuando ya había pasado el pelotón. Al preguntar Beckett qué hacía allí aquella gente, obtuvo esta respuesta: "En attendant Godot", esperando a Godot, en francés. El tal Godot, al parecer, era el más viejo y lento de los corredores.

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En Dublín hace mucho que dejaron de esperar a Beckett. El escritor y dramaturgo irlandés emigró a París en 1933, escribió en francés, se unió a la Resistencia y está enterrado en el cementerio de Montparnasse. No es fácil, por tanto, trazar una ruta Beckett en Dublín. Aunque parece que se inspiró en vecinos de Foxrock, el suburbio del sur donde nació y pasó su adolescencia, en su obra no hay lugares identificables, como ocurre en el Ulises de James Joyce. Y, sin embargo, aquí están Vladímir y Estragón. Al atardecer. No junto a un árbol y en un descampado, sino en el patio del Trinity College, donde estudió Beckett (hasta finales de junio se exhiben en la biblioteca sus cartas y manuscritos), encarnados en los dos actores del Dublin Literary Pub Crawl, una ruta alcohólico-literaria con parada en los pubs del centro.

Esperando a Godot elpais

Estragón:     ¡Hermoso lugar! Vámonos.
Vladímir:     No podemos.
Estragón:     ¿Por qué?
Vladímir:     Esperamos a Godot.

Como todos los dublineses saben, las esperas se llevan mejor con una o cinco pintas de cerveza, casi siempre Guinness, la oscura y densa Stout local. En su época de estudiante, Beckett frecuentaba The Pavilion, el bar del campus del Trinity College, aunque prefería las pintas proletarias de Pearse Street y Westland Row al ambiente literario de los pubs de Grafton Street. The Brazen Head, el pub más antiguo de Irlanda, permanece desde 1198 en la esquina noroeste de la ciudad vieja. Su lema: "There are no strangers here, only friends who have never met (Aquí no hay extraños, sólo amigos que nunca se han conocido)".

Brazen Head

Tal vez para contrarrestar sus oscuros orígenes --Dublín deriva de Dubh Linn, un topónimo gaélico que significa pantano negro--, casi todas las guías de viaje alaban la luminosidad de sus cielos en los escasos días en que no llueve. "¿El cielo? ¿Qué tiene de extraordinario?", exclama Lucky, otro de los personajes de Esperando a Godot. "Es pálido y luminoso, como cualquier otro cielo a esta misma hora. En estas latitudes. Cuando hace buen tiempo (...). Pero luego palidece, y tras ese velo de dulzura cabalga la noche y vendrá a arrojarse sobre nosotros [chasquea los dedos]. ¡Paff!, así, cuando menos lo esperemos. Eso es lo que pasa en esta puta tierra".

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La decadencia le llegó a Dublín tras la unificación forzosa con Gran Bretaña, en 1801, y no se recuperó hasta mucho después de su ruptura definitiva con el Reino Unido, ocurrida en 1937. En medio queda la Insurrección de Pascua de 1916, ahogada en sangre hace casi 100 años.

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El largo declive de la ciudad no le ha impedido dar a luz a cuatro premios Nobel --William B. Yeats, Samuel Beckett , Bernard Shaw y Seamous Heaney (que nació en Irlanda del norte y murió en 2013 en Dublín)-- y a escritores y artistas como Johnattan Swift, Oscar Wilde, James Joyce, Francis Bacon, el pintor Sean Scully... La mayoría se alejaron de ella, y, sin embargo, allí siguen, amados, odiados y admirados por sus habitantes, que celebran con fervor religioso el Bloomsday joyciano (el 16 de junio) o beben en los mismos pubs que Beckett.

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La trilogía de grandes narradores dublineses contemporáneos estaría incompleta sin mencionar a Flann O'Brien (1911-1966), el único que se quedó. Admirado y eclipsado por James Joyce y Beckett, es un autor poco conocido fuera de Irlanda, a pesar de que su gran obra, la laberíntica At Swim-Two Birds (En Nadar-dos-pájaros), fue calificada por Borges como una de las mejores novelas del siglo XXO'Brien fue un lúcido y humorístico borrachuzo, que llevaba siempre consigo un guante para cumplir la promesa que le hizo a su madre moribunda de no volver a tocar un vaso de cerveza.

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Otro dipsómano con talento y humor, Francis Bacon (autor de una serie de Estudios sobre el cuadro El Papa Inocencio X de Velázquez) nació en el número 63 de Lower Baggot Street, en Dublín, aunque vivió y trabajó más de 30 años en el 7 de Reece Mews, South Kensington, Londres. Tras su muerte, ocurrida en Madrid en 1992, John Edwards, su amante y único heredero, donó su estudio londinense y todo lo que contenía a la Hugh Lane Gallery de Dublín.

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Los arqueólogos Edmund O'Donovan y Blaze O'Connor, con la ayuda del fotógrafo Perry Ogden, se ocuparon de su reconstrucción exacta, incluidas las manchas de pintura en las paredes y el polvo que cubría los objetos, empleando las mismas técnicas que se utilizan en las excavaciones. Trazaron una cuadrícula del espacio, y marcaron y fotografiaron los más de 7.000 objetos apilados o desparramados por el suelo, entre ellos 100 lienzos, 2.000 pinceles y 70 bocetos. Hoy, este espacio se ha convertido en una atracción singular, y muchos de sus visitantes son jóvenes dublineses (la mitad de la población tiene menos de 30 años), habitantes de una ciudad abarcable, acogedora y joven, cuya vida noctámbula y cultural se reparte entre la zona de Temple Bar, acotada por el río Liffey y Dame Street, y Grafton Street.

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Allí se pueden escuchar desde viejas baladas irlandesas hasta el mejor pop-rock del mundo, con álbumes míticos, como Astral weeks, de Van Morrison, natural de Belfast, o All that you can't leave behind, de U2. El caso es que a Dublín nunca le ha ido tan bien. Han hecho falta siglos, pero, como recuerda Beckett en un diálogo de Fin de partida, "Dios hizo el mundo en seis días, y usted no es capaz de hacerme un pantalón en tres meses", dice el cliente. "Pero señor, mire el mundo y mire mis pantalones", responde el sastre.

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Isidoro Merino

Isidoro Merino es el especialista de El Viajero para ofertas y temas prácticos. Ha nadado con leones marinos en las islas Galápagos y desayunado con Mickey Mouse en Disneyland París. Trotamundos, fotógrafo y periodista, colabora con el suplemento desde su lanzamiento en 1998.

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