El nombre de Jack Barnes está unido al de uno de los seres más malévolos que existen: la irukandji, diminuta medusa responsable de una misteriosa enfermedad –el síndrome de irukandji– detectada por primera vez en 1922 entre un grupo de aborígenes de la costa de Cairns, al noreste de Australia.
Los que la padecían, tras haber estado en contacto con el agua, sufrían fuertes dolores, calambres en brazos y piernas, taquicardia, náuseas, inquietud, sudoración, hipertensión y una desagradable sensación de muerte inminente.
Invisible criminal
Jack Barnes, un médico y ex comando del ejército australiano que llevaba varios años investigando casos de envenenamiento por animales marinos, fue el primero en sospechar la relación entre aquellos misteriosos síntomas y algún tipo de celentéreo. En diciembre de 1961 consiguió identificar la invisible y esquiva criatura, una cubomedusa de poco más de diez milímetros, transparente y armada con cuatro largos y finos tentáculos.
Que le pongan tu nombre a una nueva especie (Carukia barnesi) puede requerir un sacrificio. En un loable ejemplo de empirismo e irresponsabilidad, Barnes se expuso a la caricia de la medusita, junto a su hijo de nueve años y un fornido monitor de surf. Poco después, los tres iban camino del hospital de Cairns, tras haber resuelto el misterio médico.
Irukandji
Descripción: cubomedusa de poco más de 10 milímetros, transparente y armada con cuatro largos y finos tentáculos. Habita en la costa de Cairns, al noreste de Australia.
Nombre científico: Carukia barnesi.
Tipo de veneno: neurotóxico. Tentáculos urticantes.
Casos mortales: en 2002, un turista estadounidense de 44 años tuvo que ser atendido por los servicios de urgencias del hospital de Cairns de la picadura de una de estas medusas; murió poco después por una hemorragia cerebral.
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