Juan Arias

Sobre el autor

es periodista y escritor traducido en diez idiomas. Fue corresponsal de EL PAIS 18 años en Italia y en el Vaticano, director de BABELIA y Ombudsman del diario. Recibió en Italia el premio a la Cultura del Gobierno. En España fue condecorado con la Cruz al Mérito Civil por el rey Juan Carlos por el conjunto de su obra. Desde hace 12 años informa desde Brasil para este diario donde colabora tambien en la sección de Opinión.

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La polémica ropa interior femenina de Gisele Bündchen

Por: | 30 de septiembre de 2011

Gisele_Bundchen  
A Iriny Lopes, Ministra-jefe de la Secretaría de Políticas Públicas para las Mujeres, del gobierno de Dilma Rousseff, le ha parecido ofensiva y contra la dignidad de la mujer la campaña comercial lanzada por la modelo Gisele Bündchen, en la que presenta los nuevos modelos de la ropa ínterior femenina Hope y ha pedido que se retiren los comerciales.
 La campaña está desde hace una semana en televisión e internet y el Consejo Nacional de Autoreglamentación Publicitaria (Conar) estudia la posibilidad de prohibirlo. En el comercial que anuncia ropa interior femenina, cuando Gisele presenta bragas y sostenes , en pose sensual, una voz en off dice: “tu eres brasileña, usa tu encanto” e insinúa que las mujeres  “deben conquistar a sus maridos seduciéndoles para que hagan lo que a ellas les gusta”.


 Iriny alega que su ministerio ha recibido ya muchas  denuncias contra los anuncios considerados “discriminatorios y ofensivos” contra la mujer. El problema para la ministra Iriny no es sin embargo el sexo. Su preocupación es el posible machismo de los anuncios que usa a la  mujer como instrumento. Y ahí deberían ser las mujeres mismas quienes protesten, si lo consideran ofensivo a su dignidad.


 Los responsables de la campãna alegan que la guerra abierta  contra es sólo una forma de cercenar la libertad de expresión. Si una vez era la Iglesia la que se preocupaba con bikinis y playas, hoy no debería ser un gobierno y menos laico, quién pretenda prohibir una campaña publicitaria de ropa interior.
 Para Adilson Xavier, responsable de la agencia de publicidad Giovanni+DraftFCB, creadora de los comerciales, se trata más bien “de bromas cotidianas que de ninguna forma son despreciativas de la figura femenina”.


 No piensa así Carmen Hein de Campos del Comité Latinoamericano para la Defensa de los Derechos Humanos quién afirma: “Las supuestas bromas refuerzan  los estereotipos de que las mujeres son infantiles y que el modo de hacer frente a las necesidades desagradables de la vida  es desnudarse”.

La preguntan que se hacen los brasileños es si en una polémica como ésta, debe ser el gobierno el que intervenga o más la misma sociedad civil. El diario Folha de Sâo Paulo, en su editorial titulado "El impulso de la prohibición", alerta para la tentación de que el estado "pase a tutelar las opiniones de las personas".
 La polémica está servida en un país en el que, justamente el gobierno, reparte cada año más de 40 millones de preservativos gratis para hacer sexo seguro . Los brasileños y brasileñas no se espantan con el sexo.  Lo que hoy sobretodo indigna al país es  la corrupción de ciertos  políticos que se adueñan del dinero público que serviría para que mujeres y hombres puedan tener una vida más digna y los niños enseñanza de mejor calidad.

Vssora 2 
Escobas en la playa de Copacabana contra la corrupción política

Violencia-contra-mulher-2 No hay violencia pequeña contra la mujer, pero sin duda,  la violencia que más sangra  y que  más  debería  indignar es la violencia perpetrada por maridos y compañeros dentro de la familia. La padecen cada año  un millón de brasileñas de las que más de cinco mil resultan víctimas mortales.

 

¿Escándalo?

Por: | 30 de septiembre de 2011

Foto de torturado Para algunos la noticia pudo parecer un escándalo y para otros fue el único camino para retomar la reconciliación y la democracia. Unos lo considerarán cobardía y a otros les hará pensar en la ardua pedagogía del perdón. El caso es que Brasil, presidido por Dilma Rosseff, una exguerrillera torturada por los militares, ha decidido crear una Comisión de la Verdad para hurgar en el pasado tenebroso de los crímenes de la dictadura militar que amordazó la democracia durante 20 años. Lo ha hecho, sin embargo, dando por buena la Ley de Amnistia del 1979 con la que se decidió resarcir a las víctimas de la dictadura y perdonar a todos los acusados de crímenes políticos, incluidos los torturadores. 

Podría parecer extraño que las fuerzas políticas, y sobretodo la sociedad civil,hayan aceptado, casi sin ruido, que- contra la que pidió Amnistía Internacional- no se toque la ley que perdonó entonces a los torturadores que ya no podrán ser perseguidos, juzgados ni condenados. ¿Es que los brasileños son poco sensibles al dolor de las víctimas e indiferentes a la crueldad de los torturadores?

No. Han apostado por la concordia. Desde lejos de este país, esa aparente pasividad  podría sonar a  indiferencia. No para quienes conocen de cerca la índole de este pueblo multirracial, multicultural y multirreligioso, sin divisiones ni nacionalismos. Brasil, a pesar de que la violencia, la de la mala vida y la institucional, sigue golpeándole, consigue mantener un alma pacífica. Es difíciles pelearse con un brasileño, porque ellos suelen preferir la paz. A veces me ha estremecido ver a una madre ante el hijo muerto, torturado por los 'narcos' o por la policía en una favela de Río, Gandhytener aún fuerzas para decir, con los ojos rojos de llanto: “perdono al criminal”. ¿Locura? Gandhi, Luther King, Mandela, Jesús de Nazaret y todos los que apostaron y apuestan por la paz lo llamarían de otro modo. 

 

 La última vez que Brasil conoció una guerra fue hace 147 años. Y la abrió Paraguay contra él. Nos guste o no, los brasileños son así. La violencia es innata y connatural al ser humano y el perdón es la violencia del amor, o como ha escrito una poeta “es la única venganza aprobada por el Universo”.

 

La primavera de Brasil

Por: | 29 de septiembre de 2011

Brasileños en una manifestación en Brasilia / ReutersArranca este blog cuando en Brasil empieza la primavera y la sangre bulle en el cuerpo, pero este es un país no sólo con vocación de fiesta sino también de crecimiento y de querer contar en el mundo. Aquel proverbial complejo de "perro callejero", del que un día sufrieron los brasileños se ha quedado muy atrás.

Hoy, al revés, no solo el mundo tiene los ojos puestos en este gigante americano, casi un  continente, sino que él tiene conciencia de que puede ayudar a los viejos colonizadores europeos a salir de la crisis que los azota.

Brasil ha crecido tanto que no solo no sufre de desempleo sino que necesita mano de obra especializada, mientras ha decidido enviar a miles de estudiantes a formarse en las mejores universidades extranjeras pensando en que está destinado a ser la quinta potencia del mundo. El Brasil que intentaré ir dibujando en este blog es más que una potencia económica, aunque con las sombras que nadie esconde como las de sus aún 12 millones de analfabetos o sus 50.000 asesinatos anuales, principalmente de jóvenes y de color.

Es este un país que a pesar de sus violencias, de sus desigualdades sociales -cada vez menos- posee los ingredientes que  desde hace tiempo, filósofos, antropólogos, sociólogos y psicólogos enumeran como receta para un mundo más vivible, menos solitario y más solidario. Brasil es un país donde todos se sienten brasileños, sin nacionalismos. Se toca con mano en el fútbol: cuando marca un gol la nacional, desde los austeros salones de la Bolsa de Sâo Paulo, a las favelas más pobres de Río, se escucha un sólo grito de júbilo: "!Brasil!". Es también el país de las mil creencias religiosas, sin guerras de religión, ni de razas y culturas.

Los brasileños no aman la soledad y comunican hasta con las piedras. Y carecen de ese miedo o ese pudor, todo europeo, de confesar que son felices. El gran Machado de Asís decía que las personas se dividen "entre los que lloran porque las flores tienen espinas y los que sonríen porque los espinos también dan flores". Los brasileños son más bien estos últimos, capaces de felicidad, aunque a veces las espinas les hagan sangrar. Nosotros ¿no somos más bien los que seguimos llorando sólo porque también las rosas pueden a veces pinchar?

El País

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