Soy consciente de ir contracorriente al criticar las Olimpiadas “con medallas”. Debo ser de los pocos ciudadanos que se manifiesta contra lo que yo considero una guerra aunque camuflada bajo el ropaje del arte y de la belleza.
Nada contra el espectáculo de los atletas, que parecen a veces una sublimación de lo humano, casi dioses en la tierra, inalcanzables en sus proezas.
Una exhibición incluso de cuerpos perfectos, casi irreales que hoy los medios de comunicación con las modernas tecnologías manifiestan gráficamente con tomadas de los atletas hasta con fuerte componente sensual.
Lo que yo pienso, desde hace tiempo, ante las Olimpiadas, es que no perderían nada de su valor artístico y hasta de exaltación del cuerpo humano y de lo que es capaz de realizar de prodigioso y superación, desafiando a veces los límites de lo natural, si fueran “sin medallas”.
Me refiero a lo que las medallas entrañan también de exaltación de violencia para cada uno vencer al otro, hasta el punto que se llega al absurdo de que el derrotado, que por él mismo es un fenómeno de la naturaleza, aparece como humillado, aunque la diferencia entre ambas proezas sea de décimas de segundo.
Alguien podrá decir que toda la vida humana es una competición para conseguir vencer al otro, que los niños aprenden emulando al compañero, tratando de ser superior siempre a él.
Es cierto. Y por ello a los vencedores, aunque se hayan superado por caminos criminales, se les acaba también exaltando, al mismo tiempo que los perdedores son humillados y despreciados.
Lo sabe muy bien la psicología. Y es una consecuencia de la violencia que entraña la vida misma en la que los valores que predominan son los acuñados por los fuertes, los poderosos, mientras que los débiles son una especie de segunda categoría humana.
¿Y qué serían las Olimpiadas sin medallas?
Lo mismo que ahora. Serían manifestaciones, espectáculos de lo que el ser humano es capaz de hacer con su propio cuerpo, de la belleza y el arte que es capaz de crear con su esfuerzo, su entrenamiento y, en definitiva, con su inteligencia.
¿Es menos bella la exhibición de un concierto de música, donde todos los virtuosos, todos los instrumentos, se unen, sin competición, para crear juntos esa armonía que crea escalofríos de belleza?
Para mi es más bello ese conjunto tocando que si se hiciesen competiciones, con medallas entre el violinista y el contrabajo, entre el baterista y el arpista, con medallas y todo.
La belleza de las Olimpiadas, que existe y es real, no la producen la competición, las medallas, sino la exhibición en sí misma, que sería idéntica sin trofeos que recuerdan los de las guerras.
No son menos maravillosos los nadadores en acción, con sus cuerpos moviéndose como peces en el agua, porque sean rusos o españoles o brasileños. El espectáculo no pierde belleza porque uno de ellos gane o no la medalla de oro. Generalmente, nosotros los pobres mortales que asistimos a esas exhibiciones, no somos capaces de distinguir entre el que ha ganado la medalla de oro y el que se ha llevado la de plata o bronce y a veces ni siquiera sabriamos distinguir a la mayoría de los que compiten, tan pequeñas son las diferencias entre sus proezas.
Se podría objetar que también el futbol es lo mismo, y nadie niega el valor de ganar o no una copa. Es cierto, aunque con una diferencia. En el futbol son equipos, conjuntos, no un individuo contra otro. Ganan o pierden juntos.
Y aún así es cierto que los campeonatos de futbol ya han sido paragonados a las guerras sin sangre, aunque a veces, en las gradas acabe consumándose entre los hinchas la violencia de la guerra real con muertes y todo.
Tampoco el futbol sería ni menos futbol ni menos bello, si se tratara sólo de la exhibición de ese deporte sin trofeos. Cada partido, cuando los jugadores consiguen ofrecer espectáculo es una belleza en sí mismo, gane o pierda. Son los dos equipos los que expresan esa belleza, prescindiendo de que sea una competición entre un país y otro.
Quizás, despojados los deportes de esos restos tribales de violencia escondida, se podría evitar lo que se están criticando en estas mismas Olimpiadas donde como ha denunciado la BBC de Londres, hay atletas casi niñas, que han ganando medallas de oro, que si se conociera lo que existe detrás de esa medalla, se nos helaría la sangre, como la denuncia de que algunas atletas chinas, llegaron a ese cenit por obra y gracia de una verdadera tortura a la que fueron sometidas para que ganaran a cualquier coste. Y seguramente no habrá sido sólo en China.
Es posible que, sin medallas, podríamos hasta gustarnos ese espectáculo con mayor serenidad, con menos pasión nacional, centrados más en el prodigio que en ganar la guerra.
Sin olvidar lo que mi colega de este periódico y novelista, Manuel Vicent solía decir cuando se abrían las Olimpiadas en algún lugar del mundo. Vicent criticaba esos esfuerzos sobrehumanos a los que algunos atletas se sometían o los sometían sus patrocinadores políticos para conseguir superar en una corrida, por ejemplo, algunas décimas de segundo al adversario.
El escritor español ironizaba sobre el esfuerzo al que que para ganar una medalla, se sometía durante todo el año el jugador, sacrificando prácticamente su vida. Decía con ironía desacralizadora Vicent, que el ser humano se cree un dios al conseguir un record en una carrera de cien metros, cuando una liebre, sin tantos sacrificios, le daría una zurra. O una pulga saltando, o el más proletario de los peces nadando.
Yo entendía entonces a Vicent y su ironía, que no era más que una reflexión de cómo a pesar de todos los milagros exhibidos en las Olimpiadas de todos los tiempos, desde las de los griegos a hoy, las potencialidades del cuerpo humano son un mero y burdo remedo de las mismas cualidades presentadas por los animales, sin entrenamientos, sin sacrificar la vida, para poder levantar en alto el oro de la medalla, como antiguamente se mostraba la cabeza del vencido.
Pueden tirarme tomates a la cabeza. Yo no aplaudo a las medallas ni a los países que las ganan. Aplaudo y disfruto con el espectáculo, siempre bello del que muestra lo poco o mucho de que es capaz de realizar el Homo Sapiens con su físico, aunque siempre menos del espectáculo y prodigio de un colibrí moviendo sus alas, como la Heliactin del Espirito Santo en Minas Gerais y Goiás, en Brasil, capaz de mover sus alas a una velocidad de hasta 90 veces por segundo. No habría oro suficiente en el mundo para premiarlo. Y no necesita de entrenamiento.
Hay 15 Comentarios
Hola, Juan! Admiro y respeto tu opinion sobre Olimpiadas sin Medallas y me gusta tu idea. Te confieso que no me quedan claro todos detalles de tu propuesta lo cual no le resta valor ante mis ojos al artículo.
En cierta etapa de mi vida me gustaba el boxeo. Los boxeadores de mi país ganaban medallas en todas las competencias, la radio y la TV exaltaba los méritos de los atletas, éramos una "potencia deportiva", debiamos estar orgullosos. Me convertí en referee frente a mi aparato de TV, contaba los puntos, criticaba las deciciones... no se en que punto ni cuando exactamente se dio un cambio en mi. De repente me di cuenta que no disfrutaba las peleas... ni cuando ganaban "los nuestros". Finalmente comprendi el enorme componente de violencia que encierra ese "deporte". La tecnologia moderna me mostraba en close-up y HD los detalles de los terribles golpes que recibian los contendientes, el audio me hacia llegar gritos de ¡mátalo ahora!... asi... ¡remátalo... y otros que ni siquiera son publicables. Dejé de mirar el boxeo, dejé de seguir las peleas... y me sentí mejor (que no bien).
Con la edad he adquirido una repulsa total a cualquier manifestacion de odio o violencia y eso incluye repulsa, prácticamente a todas las disciplinas deportivas. Quizá por eso me solidarizo con el contenido de tu artículo. Se puede escribir una enciclopedia sobre el tema.
No sólo son violentos los deportes: el proceso en si de seleccion de los paises anfitriones es mas que violento. Y hay mucho dinero envuelto en todo el proceso... e intereses políticos... y de todo tipo.
Quizá la idea de las coronas de laureles mejoraría la situacion actual, pero aun asi la esencia del problema persiste.
Hay muchos deportes que no son tales, puras invensiones de la mente humana o de politicos que desean introducir alguna ventaja a sus nacionales.
Si nos ajustamos al espiritu de ‘citius, altius, fortius", se eliminarian de las competencias todas las disciplinas donde no se compite por ser más rápido, ir más alto o ser más fuerte. ¿Perderían colorido e interés las Olimpiadas? Mi respuesta es ¡SI!, ¡Claro que sí! ... mientras no cambiemos nosotros. Cuando despojemos de nuestro ser la violencia, la violencia desaparecerá.
En resumen, un buen artículo, bien escrito y con un excelente contenido. No hay que estar ciento porciento de acuerdo contigo pero tampoco hay que usar la oportunidad que da el blog de expresarse... ¡¡¡para ser violentos!!!.
Comentario aparte: tal como estan actualmente las Olimpiadas, no son mas que una forma más para que los paises mas poderosos del mundo ostenten su poder y envien un claro mensaje para nada sublimal, con audio de home-theater, super alta definición y pantallas gigantes, al resto del Mundo: "Miren, somos más rápido, vamos más alto y somos más fuerte que Ustedes".
Publicado por: Armando de la Torre Dominguez. | 14/08/2012 5:25:48
En el amor, Samuel, no hay competición, vencedores y derrotados. Ambos se aman con todo lo mejor que tienen y los regalos son sólo expresión del amor en el que ni el que lo da ni el que lo recibe se siente perdedor o humillado.
Mientras en un deporte haya vencedores y derrotados, seguimos en la lógica de la guerra.
Le deseo encontrar otros blogs que le aporten algo más que el mío.
Un saludo
To: [email protected]
Publicado por: Juan Arias | 12/08/2012 22:59:48
con mucho respeto le aconsejo que busque un buen psicologo hay algo alli dentro que no funciona se imagina un fooball sin copa una graduacion sin titulo, mil te quieros sin un presente ,
y en cuanto a los cuerpos no se avergüence de apreciar el cuerpo hunano .
felicitaciones por su muy bonito blog , desafortunadamente no aporta nada.
Publicado por: samuel chirinos | 12/08/2012 18:50:43
Gracias Jose Manuel. Lindo comentario.
Feliz domingo
To: [email protected]
Publicado por: Juan Arias | 12/08/2012 12:10:50
Si el espíritu de los anilllos es ‘citius, altius, fortius", lo citius sería la velocidad de la luz, lo altius el firmamento y lo fortius el atlas, el universo entero...o sea que todo el mundo estaría inmerso en el lema de los anillos, y cada quien compite (cotidianamente) por solucionar la vida más velozmente, más mejorablemente y más perdurablemente....así que la recompensa por tanto no deberian ser medallas, (sic don Juan) (metales) sino laureles o ramas de olivo, como el espíritu olimpo orignario., Pero, claro está, los cinco continentes se quedarían sin olivos de tanto premio que habría que dar a los aletas de cada día, esos que no van al gimnasio, pero que a diario practican el lema olimpico de más deprisa (que pierdes el tren), más alto (que no te ven) y más fuerte (que no te oyen). Afortunadamente, se ha visto en el desfile inaugural de estos JJ. OO of London...una delegación sin bandera o mejor con tan solo la bandera olimpica...lTodo llegará.
Publicado por: josemanuel | 12/08/2012 9:27:26
Lo importante son los negocios paralelos que se generan, mientras los pobres zapean ante la tele...
Publicado por: Arturo de la Torre | 11/08/2012 13:54:36
Pues si queréis atletas mostrando su pontencial, tan solo por belleza y por amor al arte y por ver lo que pueden hacer, os vais al circo, que ahí hacen cosas sorprendentes e increíbles y no compiten entre ellos.
A mi me gusta el café como es. Si no quiero cafeína, me toco un colacao, porque el café sin caféina no es café.
Publicado por: Yo | 11/08/2012 11:21:33
dicho esto... viva er Beti!
Publicado por: Albert | 11/08/2012 7:39:30
El deporte, en cualquier caso es una pelea ritualizada (sin muertos, pero con ganadores y vencidos). Si un Barça-Madrid enfrente a dos tribus locales, el choque de dos selecciones enfrenta a dos tribus mayores. El deporte exalta el nacionalismo y la fanfarria, porque es algo implícito en el mismo (el enfrentamiento de tribus). Aunque también me repugnan las banderitas, himnos, etc.. creo que es mejor eso que volver a los campos de batalla.
Publicado por: Albert | 11/08/2012 7:38:40
El deporte, en cualquier caso es una pelea ritualizada (sin muertos, pero con ganadores y vencidos). Si un Barça-Madrid enfrente a dos tribus locales, el choque de dos selecciones enfrenta a dos tribus mayores. El deporte exalta el nacionalismo y la fanfarria, porque es algo implícito en el mismo (el enfrentamiento de tribus). Aunque también me repugnan las banderitas, himnos, etc.. creo que es mejor eso que volver a los campos de batalla.
Publicado por: Albert | 11/08/2012 7:37:35
Aún más que las medallas sobran las banderas estatales y los himnos. Y toda la fanfarria histérica de los medios de comunicación en pos de un nacional- estatísmo irreal y maquillador de las injusticias sociales. Los atletas se representan a ellos mismos y a su esfuerzo, los mercenarios con el riñon forrado y los viejos y gordos directivos a sus enormes enchufes aunque desfilen delante de todos.Esos sobran y empiezan a provocar asco.
Publicado por: Mau-mau | 11/08/2012 3:10:39
Efectivamente, me ha venido a la memoria que el título de la película a que aludo en mi primer comentario es Odisea 2001. El amanecer del hombre. Dirigida por Stanley Kubrick. Lo comento para los cinéfilos que, con toda justicia, puedan llamarme la atención por haber olvidado tan deslumbrante filme en el que se pone de manifiesto cómo y de qué forma tiene y se desarrolla el derecho de propiedad.
Publicado por: Ciudadano | 11/08/2012 3:05:26
Es muy cierto lo que comenta el señor Arias. Y claro, que hay violencia implícita al considerar oro, plata, bronce. Pero así es el "sistema" impuesto en este planeta.
El "sistema" impuesto por los "ganadores", los "exitosos". El "sistema" impuesto por los "fuertes", los "poderosos", los "desarrollados", los "civilizados" . Y justamente Gran Bretaña (donde tienen lugar estos juegos ahora) es un CLARISIMO ejemplo de esos "poderosos". No importa la violencia. Ellos se han enriquecido no sólo por el trabajo (como quisieron falsamente mostrar en la ceremonia de apertura de estos juegos). Se han enriquecido a lo largo de la historia, ocupando tierras ajenas, atacando, dominando, COLONIZANDO, apropiándose de lo que no les pertenece. Y lo mismo vale para muchos países europeos. Precisamente quienes se proclaman "cultos", "civilizados", "ejemplos a seguir". Hasta se han apropiado entre esos países, de obras de arte, de reliquias, de monumentos que exhiben en sus museos. VERGÜENZA DEBERIA DARLES.
Otros "poderosos", más nuevos, más jóvenes, se la pasan gastando MILLONES, "patrullando" el resto del planeta con sus flotas. Creando "GUERRAS PREVENTIVAS". Como si se podría prevenir algo con guerras. Qué extraño razonamiento, no????? De mentes retorcidas, claro.
Pero hay más. "Acumulan" (como un obsesivo compulsivo) millones y millones. Pero el trabajo ya no es el generador de riqueza. La produccion ya no es generador de riqueza. No. No. Los "poderosos", los "civilizados" , los "amantes de la libertad" generan capital de maneras muy novedosas. Y así se ha creado un "vocabulario muy particular" al respecto: "FONDOS BUITRE", "PARAISOS FISCALES", "DESREGULACION", "MERCADO". Ahh!!!! EL BENDITO MERCADO. "CONSUMO", "LAVADO DE DINERO", etc. etc. etc. etc.
Este "capitalismo supranacional", todopoderoso, usurario, perverso, improductivo, que vacía al estado, lo destruye. Destruye nacionalidades, destruye sociedades. Deja países con HAMBRE.
Este es "EL" sistema de los "fuertes", los "desarrollados", los "civilizados", los "cultos". . . Y en las OLIMPIADAS, cargados con numerosas medallas (en general). SE PODRIA ESPERAR OTRA COSA DE ELLOS??????????????????
Publicado por: JUSTINA | 11/08/2012 2:24:20
Y consecuente con lo anteriormente comentado también recuerdo con gratitud de lector a Ernest Hemingway y su inolvidable obra "El viejo y el mar" donde con especial maestría nos narra la desigual lucha del viejo contra las circunstancias adversas que se abaten sobre la captura de su pez más grande con el que había soñado toda su vida, llegando a la conclusión el novelista de que el hombre puede ser derrotado, pero su más íntima convicción jamás será vencida. Cuánta hermosura narrativa, y qué bellísima reflexión que se ajusta exactamente al tema que el articulista publica con acierto descriptivo sobre el olimpismo sin medallas o con ellas.
Publicado por: Ciudadano | 11/08/2012 2:00:27
El tema es atractivo y está bien expuesto. Olimpiada sin medallas equivaldría a cambiar la vida desde que se tiene conocimiento de la existencia del humano y eso es tan utópico como lo es de real perder el tiempo.Como juego es distraído, pero nada más. Recuerdo un extraordinario filme que ví hace muchísimos años y cuyo título me perdonarán no lo nombre porque tengo dudas sobre dos o tres que me vienen a la memoria cuya acción central de la cual partía el guionista es el descubrimiento de un pozo de agua de la que estaban necesitados distintas tribus o seres de las mismas que al percatarse de su valor se acercaban para saciar su sed y la de sus allegados. Me acuerdo con meridiana claridad de la reacción de los otros personajes que querían a toda costa impedirle el acceso al pozo utilizando toscos, pero contundentes medios a su alcance, con los que amedrantaban y ejecutaban a quienes osaban o se atrevían a sacar agua de dicha fuente. Así, con violencia, nació el derecho de propiedad y así ha continuado -y continuará- y quienes lo perturben serán condenados por leyes que, directa o indirectamente, han elaborado los detentadores (en puridad de hechos, usurpadores de un bien común) de los manantiales o materia prima que todos los países en mayor, menor o ninguna medida poseen. Para mí, la concepción de dicho filme fue genial por la originalidad de la idea y por su brillante exposición cinematográfica. No sé con exactitud si fue Odisea del Espacio o 2001. Traigo dicha reflexión a colación porque desafortunadamente sin premio no hay lucha. A los humanos nos puede el egoísmo y la envidia pilares supremos sobre los que se basa el desarrollo conocido. Y cómo no, el dominio sobre los débiles que nos hace sentirnos poderosos y admirados. Ahora bien, cuando se dice que el vencido pasa al olvido y humillación a nivel olímpico o humano estoy en completo desacuerdo. A nivel olímpico, quedará siempre el recuerdo y estadística de quienes intentaron ganar y no lo consiguieron. Y a nivel humano, solo sentirá el vacío y olvido quien ha puesto su listón tan alto como ser, por ejemplo, premio Nobel de literatura y no ha pasado de ser articulista o simple comentarista de cualquier periódico. Quiero decir con esto que el triunfo o fracaso es tan subjetivo como relativo. En cualquier caso, las Olimpiadas son el más bello exponente de la belleza física y espiritual de los protagonistas de la misma. Es cierto que, a mi juicio, se han desvirtuado por mor de entrar a competir deportes super profesionalizados con jugadores estrellas multimillonarios como son el caso del fútbol, baloncesto y tenis donde el espíritu olímpico brilla por su ausencia. Quitando dichas sombras, el espectáculo es digno de ser visto y disfrutado en todo su esplendor.
Publicado por: Ciudadano | 11/08/2012 1:41:35