El alarme de “O política o guerra”, lo ha lanzado la magistrada del
Supremo de Brasil, Cármen Lúcia, que es también presidenta del Supremo
Tribunal Electoral.
La magistrada y jurista es conocida por su integridad ética, su ausencia de
protagonismo, su rigor judicial y su amor por la democracia. Y ha
impresionado a la opinión pública, cuando, días atrás, después de haber
proferido su voto de condena por corrupción pasiva a una serie de
políticos de varios partidos, quiso recordarles a los jóvenes
estudiantes de derecho presentes, y a todos los jóvenes brasileños, que
“no deben desistir de la política con motivo de los errores de algunos
de ellos”, que infieles a su vocación, acabaron corrompiéndose.
“Estamos juzgando y condenado a personas que han vulnerado el derecho penal, pero ello no significa que la política sea necesariamente corrupta”, explicó, y añadió: “Al contrario. La humanidad ha llegado al momento en que estamos porque la alternativa a la política es la guerra”.
La magistrada estaba participando en el proceso en curso en el Superior Tribunal Federal, sobre el llamado mensalão, que juzga el mayor escándalo de corrupción política de la democracia de este país con 38 reos en el banquillo, entre políticos, empresarios y banqueros y pidió para hacer esa digresión, dirigida a los jóvenes.
Quiso puntualizar la magistrada, que se sentía obligada a hacer esa
apología de la política, en vísperas de las elecciones municipales que
tendrán lugar el próximo día 7 en todo el país, porque “no querría que
la condena tan triste de esos políticos que recibieron y traicionaron la
confianza de los electores, fuese vista como la falta de fe en la
política”, afirmó.
Recordó Cármen que justamente porque el sistema político brasileño es complejo y difícil, ya que para gobernar es necesaria una amplia coalición de partidos, es más necesario un gran rigor ético.
Justamente los políticos que están siendo condenados son acusados de haber supuestamente aceptado soborno ellos y sus partidos, con dinero público, por parte del Partido del Gobierno, el PT, para asegurar en 2003, la gobernabilidad del primer gobierno popular del exsindicalista y tornero, Lula da Silva.
Para ella quién ostenta un cargo público necesita un plus de rigor ético del que se le exige a los ciudadanos de a pié. Y después de acuñar: “O política o guerra”, añadió: “O política o caos”.
Y lo explicó, dirigiéndose a los jóvenes presentes a un proceso que está siendo retransmitido en directo por la televisión, la radio e internet con estas palabras: “El servidor público está cuidando del patrimonio de todos nosotros. Una fechoría en el ámbito político, principalmente relacionado con la corrupción, significa no que alguien robó a otro, sino que se robó a toda la sociedad”.
Enseguida, nombró a los nueve políticos reos y con voz firme y segura pronuncio: “Yo les condeno”.
Todo un ejemplo, en los tiempos en que vivimos.