Juan Arias

Sobre el autor

es periodista y escritor traducido en diez idiomas. Fue corresponsal de EL PAIS 18 años en Italia y en el Vaticano, director de BABELIA y Ombudsman del diario. Recibió en Italia el premio a la Cultura del Gobierno. En España fue condecorado con la Cruz al Mérito Civil por el rey Juan Carlos por el conjunto de su obra. Desde hace 12 años informa desde Brasil para este diario donde colabora tambien en la sección de Opinión.

Eskup

La magia de la seducción para hacernos engordar

Por: | 29 de abril de 2013

Obesidad (2)
Un hecho es cierto: tanto niños como adultos están cada día más gordos. Y eso en todo el mundo, desde los Estados Unidos a China.

Y se dice que existe una magia secreta de seducción que nos arrastra a engordar. Lo cuenta el libro de un periodista americano que está haciendo furor. Lo vamos a ver enseguida.

¿Será que engordamos porque somos cada día más ricos o porque nos estamos empobreciendo?  Para la Organización Mundial de la Salud se trata de una epidemia, y existe ya hasta el día mundial contra la obesidad: el 1 de octubre.

Los analistas de la salud pública buscan los virus de esta epidemia. Indagan quienes y cómo nos seducen para engordar tanto a ricos como a pobres.

Lo curioso es que las personas engordan cada día más sea en los países que se están enriqueciendo como Brasil, México o China, sea en los que se están empobreciendo como Estados Unidos y Europa.

En los Estados Unidos, ya el 50% de la población está por encima de su peso. El mismo porcentaje lo encontramos en el Brasil en desarrollo.

España es el país con más obesidad infantil de Europa. Y hasta en China, por primera vez, el número de personas con exceso de peso supera a las de peso normal.

En México los índices de obesidad han triplicado en los últimos 25 años.
Cuando en Brasil Lula llegó al poder en 2002, lanzó el reto de un Brasil “sin hambre” y creó un programa social llamado “Hambre cero”.

Meses después, un estudio a escala nacional reveló que en Brasil no sólo no había hambre, sino que el 49% de la población estaba por encima del peso ideal.

Obesidad (4)

Lula cambió el nombre al programa y lo llamó “Bolsa familia” para ayudar a salir de la pobreza- no del hambre- a millones de personas, con escasos recursos, pero, muchas de ellas también con más peso del deseable.

En España, al parecer, un número considerable de mujeres que están bajo el límite de la pobreza han empezado a engordar al tener que contentarse con alimentos más baratos y menos nutritivos.

Hay también quién engorda porque al no tener tiempo para cocinar buscan los alimentos ya preparados de los supermercado

Los especialistas se tiran de los pelos analizando las verdaderas razones de esta epidemia de obesidad que golpea a nuestra sociedad creándole graves problemas de salud.

Moisés Naim, acaba de denunciar en este mismo diario esata epidemia de la obesidad junto con los recortes a nuestras libertades personales.

Según él, más que lo que comemos, la culpa de estar cada día más gordos se debe sobretodo a la vida sedentaria. También, pero según me han dicho varios médicos de la Academia de Medicina de Brasil, los alimentos suponen hoy el 50% de la causa del aumento de obesidad en el mundo.

Salt sugar fatEl periodista americano, Michael Moss, premio Pulitzer en 2010, ha resumido, por ejemplo, el problema de la tendencia de la humanidad a engordar con tres palabras: sal, grasas y azúcar, (Salt Sugar Fat) que son el título de su libro lanzado hace poco en los Estados Unidos.

Y como si fuera un policía investigativo, asegura haber encontrado al autor del crimen. Serían las industrias procesadoras de alimentos, que cada día, escribe, “nos colocan en el mercado toneladas de comidas deliciosas que engordan sin remedio”.

El libro no es un panfleto, ni una denuncia sin más de las empresas que llenan los supermercados con sus tentaciones “envenedas”.

Es un trabajo de investigación que llega a la conclusión de que esas industrias que nos brindan los alimentos para llevarlos directamente a la boca, usan el “arte de la seducción” de nuestros sentidos para crearnos adicción a cosas sabrosísimas, al llevar embutido en ellas un exceso de sal, grasas o azúcar, “tres tentaciones irresistibles al paladar”, escribe.

Convencidos los responsables de esas industrias de que podrían estar ultrapasando los límites éticos y morales, convocaron en 1999, una reunión de los gigantes mundiales del mercado de alimentos confecionados.

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Algunos de ellos confesaron su preocupación por el exceso de esos tres enemigos embalados en los alimentos que estaban creando, entre otros males, un aumento considerable de casos de cáncer en el mundo.

La reunión, según cuenta Moss, fracasó porque el entonces presidente de la General Mills, les dijo que los consumidores eran libres de comprar lo que quisieran y que lo que pedían eran “cosas sabrosas”. Y añadió: “!No me vengan con monsergas de nutrición!"

Esa magia de las industrias de alimentos procesados, que acaban envolviendo nuestro paladar y haciéndolo esclavo de esas gustosas tentaciones, está basada en el estudio de los efectos que causan en nuestro centro de placer cerebral, un exceso de sal, grasas o azúcar

El libro analiza todas las estratagemas que esas industrias usan para cautivar nuestro paladar. Basta, dice Moss, observar el embalaje de una de esas delicias para que nuestro cerebro tienda nuestra mano a comprarlo automáticamente.

Y, desgraciadamente, esos alimentos, que no dan trabajo pues ya está preparaditos y aliñados, se encuentran hoy en los mercados de cualquier rincón del mundo y a la mano de consumidores tanto ricos como pobres.

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A veces las autoridades políticas, conscientes de ese peligro grave que acecha a la Humanidad de hoy, exigen a las industrias bajar los tenores de esos tres criminales ocultos que son la sal, la grasa y el azúcar. Lo acaba de hacer con la sal el gobierno de Brasil. Sin embargo, como dice el periodista americano,las industrias de alimentos confecionados “saben enseguida buscar atajos para burlar la ley”.

Ellos siguen ganando dinero, y nosotros engordando. Y lo peor, lo hacemos relamiéndonos en nuestro propio envenenamiento.

Sin duda, no son sólo esos productos los que han traído esa epdiedemia de obesidad, pero no cabe duda que el periodista ha destacado uno de los granes peligros que nos acechan a adultos y niños.

Estos últimos, como explica muy bien otro libro también entre los más vendidos en el mundo, El Poder de los hábitos, de Charles Duhigg, ya saben distinguir enseguida en los supermercados esas golosinas supersaturadas de sal, grasas y azúcar.

Que lo digan sino los padres y madres que llevan a su pequeños a hacer con ellos la compra.

SaludLa felicidad de tener un cuerpo sano y agil

¿Taxi? ¡No, gracias! Yo, sólo en helicóptero.

Por: | 27 de abril de 2013

Helicóptero (2)
Empezó siendo algo raro, sólo para supermillonarios.
Hoy, tener un helicóptero o alquilarlo, por ejemplo en la ciudad brasileña de Sâo Paulo, empieza a ser normal entre las personas ricas que ya no sólo no usarían un taxi, pero ni siquiera su coche. Los rascaielos empiezan ya a construirse con helipuertos incorporados.

Ahora, lo que priva, lo cómodo, para el que puede, es el helicóptero. Existen hasta restaurantes cuya clientela está formada sólo por personas que llegan volando hasta allí.

São Paulo, la ciudad mayor y más rica de América Latina, que cuenta con casi el 30% del PIB nacional, es, después de Nueva York, la urbe con mayor número de helicópteros del mundo, un negocio que crece un 20% cada año.

De propietario individual, hay  en São Paulo, cerca de mil helicópteros, según la Asociación de pilotos de helicópteros. Y crecen las compañías de alquiler de los mismos.

Para muchos artistas, empresarios o políticos, alquilar un helicóptero les resulta, dicen, rentable. Calculan lo que vale para ellos ahorrarse tres o cuatro horas en su trabajo, que es la media de tiempo que emplearían en trasladarse en la ciudad en coche y le sale en cuenta el helicóptero. Hay días que en la ciudad hay hasta doscientos kilómetros de embotrellamiento.

En otros casos, lo usan para salir fuera de la ciudad los fines de semana para evitar las filas interminables de coches de los domingueros. Y en el caso de los más ricos para llevar a sus hijos al colegio y evitar posibles asaltos y secuestros, que desgraciadamente son frecuentes en Sâo Paulo.

Transito en São PauloEmbotellamiento en São Paulo

La hora de alquiler de helicóptero por hora es de 1.300 dólares. En São Paulo, son hoy frecuentes fortunas superiores a 30 millones de dólares según la Welth-X, una empresa de Singapur que estudia la riqueza en el mundo. En todo el país según dicha empresa, existen hoy 50 personas con una fortuna superior a los mil millones de dólares.

La más rica es una mujer, María Helena de Moraes, de 83 años, de la familia del grupo Votorantim, del que posee un 25%. Asciende a seis mil millones de dólares.

La previsión es que los próximos años, en São Paulo, los multimillonarios lleguen a 4.556.

Para darse cuenta de como el helicóptero en Sâo Paulo, la capital económica y financiera del país, ha empezado a substituir para los ricos al taxi, basta asomarse una mañana a la ventana de unos rascacielos de la ciudad para verlos revolotear como pájaros. 

Edificios con helipuertos
De sus 193 helipuertos, salen cada día en la ciudad más de 500 helicópteros, sin contar los que desplegan de los heliportos de los edificios.

 La flota de helicópteros de  todo el país es de 1.909, de los cuales, 692 sólo en Sâo Paulo, donde se emiten 300 autorizaciones de condución al año.

Creo que ya conté en este blog que cuando, hace unos años, un empresario paulistano celebró sus 50 años, organizó una fiesta en su finca, a las afueras de la ciudad. Cuando supo que la mayoría de sus convidados irían en avión o helicóptero propio, tuvo que improvisar un aeropuerto en su huertecita y contratar a media docena de controladores de vuelo.

Para los que aún no tenían helicóptero, prepararó un tenderete para vender esos taxis del futuro. Y, según contó, muchos de los invitados de a coche aprovecharon para no perder tiempo en la ciudad, y se compraron uno de esos pájaros de moda. El más barato, contó, era de un millón de dólares.

 Brasil sigue siendo, a pesar de todas sus conquistas, un país con desigualdades insanables. Casi la mitad de la población pertenece a los analfabetos funcionles que a duras penas saben leer un titular grande de un periódico y escribir su nombre, y casi siempre con dificultad. Y ganan un sueldo base de 350 euros.

Son esas las personas que hoy forcejean para abrir camino por lo menos para sus hijos y nietos. Es una nueva generación que ha empezado a estudiar, y profesionalizarse, aunque sea con enormes sacrificios, quitandole horas a las fiestas y al sueño.

Cuando esa generación llegue a donde desea llegar, las desigualdades seguirán, pero ya no serán tan chirriantes como hoy. No podrán aún alquilarse un helicóptero, pero tampoco necesitarán, como muchos trabajadores en la rica Sâo Paulo, caminar horas porque no pueden darse el lujo de pagarse tres autobuses para ir y tres para volver del trabajo, como mostró días atrás, un reportaje sangrante de la televisión.

Transporte_publico_en São PauloTransporte público en São Paulo



 

Mujeres africanascon sus trajes típicos
Voy a recordar una historia de un viaje mío a África con el papa Pablo VI, a propósito del post de mi colega Ana Alfageme, en el blog Mujeres, sobre esa curiosa, polémica y mítica prenda femenina del sujetador.

Era el 29 de julio de 1969. Por primera vez un papa iba a pisar las tierras de África. Fue en Campala, Uganda. El viaje, por lo exótico, llamó la curiosidad mundial. Y los pocos periodistas que pudimos acompañar al papa en su avión pudimos ser testigos de una escena emblemática.

Las autoridades católicas de Kampala habían llevado hasta al aeropuerto a un grupo de danza de muchachas africanas para homenajear al pontífice a su llegada.

Aquellas jóvenes, aparecían con los pechos cubiertos por unos feos sujetadores negros. Al principio, no advertimos lo que aquello tenía de anormal en un país donde las mujeres, de cualquier edad, no tienen problema en llevar sus pechos sueltos al aire.

Nos dimos cuenta cuando, al ir a fotografiarlas, las jóvenes se cubrían el sujetador con las manos muertas de vergüenza.

Uganda (2)Un fotógrafo del vuelo papal consiguió arrancarles unas palabras a una de aquellas jóvenes a las que se le notaba claramente chocada con aquella prenda exótica sobre sus pechos. Con medias palabras, sin dejar de taparse el sujetado,r la chica murmuró: “Es que así estoy muy fea”. Hubiese sido para ellas mil veces más natural presentarse al papa siguiendo sus costumbres.

Puede parecer una simple anécdota, pero no lo es. Lleva en sus entrañas todo el peso de nuestros prejuicios occidentales frente a otros pueblos, a los que nos cuesta respetar sus costumbres y tradiciones.

Quizás no le contaron al papa por qué aquellas chicas africanas se avergonzaban del sujetador que les plantaron para no escandalizarle.
Lo que sí le contaron aquel día a Pablo VI fue que los misioneros en las iglesias pintaban a los ángeles y santos siempre blancos. Cuando los católicos africanos preguntaban por qué, les respondían que los negros que se hubiesen portado bien en esta vida “serían blancos en el cielo”.

Kampala estaba cubierta de carteles gigantes del Presidente de Uganda dando la bienvenida al papa. Lo habían blanqueado tanto que casi parecía un presidente europeo.

Pablo VI pronunció, en su primer discurso en África, una frase que quedó antológica y recorrió entonces el mundo: “Vosotros tenéis el derecho de vivir un cristianismo africano”. Hasta entonces los africanos debían ser cristianos europeos.

Hay quien critica a veces los viajes de los papas alrededor del mundo. Lo cierto es que pueden aprender muchas cosas de los atropellos que a veces la Iglesia lleva a cabo en esos lugares lejanos.

Samoa (mapa)Fue justo Pablo VI, quién en otro viaje más exótico que el de Uganda, al lejano estado de Samoa, en Polinesia, descubrió que había sido la Iglesia la que enseñara a aquellas gentes lo que significaba robar.

Ellos vivían totalmente fuera de nuestra civilización, sin moneda de cambio, con sus chozas de paja abiertas.Vivían medio desnudos. El rey llevaba una falta de coeteza de árbol y una corbata sin camisa.

Ellos se cambiaban objetos y comida. Tenían todo a la vista de los demás. No conocían las puertas ni las llaves. Las conocieron cuando llegaron por primera vez los misioneros y levantaron una pequeña iglesia con puertas y cerraduras.

Cuando les preguntaron a los padres misioneros por qué cerraban con llave la Iglesia y el sagrario, les respondieron que “para que nadie pudiera robar”.

Le contaron la historia a Pablo VI, quien con su sensibilidad de intelectual abierto, no quiso celebrar la misa en la iglesia. Lo hizo en frente de ella, en una pequeña explanada.

Por cierto, a la hora del ofertorio, llegó con retumbar de tambores un grupo de hombres semidesnudos llevando como en procesión un gran objeto. El papa y nosotros pensamos que se trataba de algunos objetos de artesanía loca, como ofrenda.

Se disponía Pablo VI a dar la bendición cuando se le quedó congelada en el aire. Vio que se trataba de un cerdo gigante recién asado que exhalaba un perfume inconfundible. El cerdo fue colocado, como apareció fotografiado en la revista TIME, en medio de los fieles que asistían a la Misa. Y fueron todo miradas para él.

Cuando acabó la eucaristía, todos, empezando por Pablo VI, probamos aquel cerdo aún calentito junto con unos cocos frescos que unas chicas partían con una piedra y nos los iban pasando.

Todas estas cosas y muchas más, los papas acaban aprendiendo viajando. Mejor, entonces, que no se queden encerrados en su cárcel de oro del Vaticano.

Samoanos visitados por el Papa Pablo VISamoanos

Romero
Ahora que el Papa Francisco ha decidido desempolvar el proceso de beatificación de Monseñor Romero, he querido recordar aquí mi entrevista con él meses antes de ser asesinado.

Fue en la ciudad mexicana de Puebla donde un año antes de su muerte, Monseñor Romero me contó como se había convertido.

“Yo estaba ciego. Estaba con los ricos. Me había olvidado que el evangelio nos pide estar al lado de los pobres”, me dijo en una de sus últimas entrevistas.

Le noté triste aquella mañana. Daba la impresión de que sentía que estaba perdiendo la batalla.

Había ido a Puebla para seguir la Conferencia del CELAM abierta por el papa Juan Pablo II, con un discurso polémico contra los teólogos de la liberación entonces muy activos en América Latina.

Era a primeros de febrero de 1979. Me costó conseguir aquella entrevista. Monseñor Romero no quería hablar con los periodistas. Un obispo amigo suyo lo convenció para que hablara conmigo.

Me dio la impresión de ser un simple cura de pueblo. Su sonrisa era limpia pero teñida de tristeza.

“En estos momentos es mejor hablar poco y hacer, estar al lado de los perseguidos”, dijo como hablando consigo mismo.

Después me explicó su conversión. Se llamaba a sí mismo, en efecto, un convertido. Me contó que él estaba de la parte de los ricos, del poder, viviendo en un palacio, hasta que un día le asesinaron a uno de los sacerdotes que él consideraba un santo, Rutilo Grande. Lo mataron mientras explicaba el catecismo. “!Imagínese que lo acusaron de comunista!”.

Fue la gota de agua que colmó el vaso. Entendió Romero que estaba de la parte equivocada. Dejó el palacio y se entregó a la causa de los perseguidos y a la defensa de los derechos humanos.

“Al lado de los pobres, de los que más sufren y de los perseguidos por defenderles, me encontré viviendo el evangelio”, me explicó.

Hablaba con la cabeza baja. Una vez, con una emoción contenida llegó a cogerme una mano.

No hablamos mucho. No quería acusar a nadie. Se acusaba sólo a sí mismo de haber “estado ciego”.

Apenas un año después, el 24 de marzo de 1980,  Romero sería asesinado con un tiro certero al corazón mientras celebraba misa en la capilla de un hospital de cancerosos. Acabó con su vida un militar que formaba parte de uno de los escuadrones de la muerte.

Romero (2)
En un viaje hacia Brasil, le pregunté a Juan Pablo II en el avión papal, si al llegar por primera vez a América Latina después de la muerte de Romero tendría un recuerdo por el "mártir ", ante todos los obispos del continente.

El papa se enfadó. Me respondió que la Iglesia se lo piensa mucho antes de proclamar mártir a alguien. Me recordó que en Polonia hubo mártires que esperaron siglos para ser canonizados.

Lo cierto es que los cristianos de El Salvador y de América Latina, ya lo habían declarado mártir. Recuerdo que el padre Pedro Casaldáliga, cuando era obispo de São Felix de Araguaya, celebraba la misa en un altar levantado en la huerta de su casa.

Nos mostró que en el altar tenía una reliquia no de santos canonizados, sino de Monseñor Romero, “nuestro mártir de las Américas”, dijo.

Se dice que a Jesús de Nazareth lo mataron más por lo que dijo que por lo hizo. Las palabras a veces hieren más que los hechos.

Así fue con Romero. Su último discurso desde el altar contra los militares que asesinaban campesinos inocentes, fue la gota de agua que colmó la paciencia de los escuadrones de la muerte.

“Nadie hará callar tu última homilía,

Romero, de la Pascua Latinoamericana”,

cantó en un poema en su memoria, Casaldáliga.

Antes de morir, Monseñor Romero peleó durante un mes para ser recibido por el papa Juan Pablo II. En el Vaticano no querían que se encontrara con él. Una mañana Romero, se colocó en primera fila en una audiencia general en San Pedro, y cuando pasó el papa le cogió las manos: “Soy el arzobispo de El Salvador, Santidad, necesito hablar con Usted”.

Por fin, el papa lo recibió. Fue una audiencia triste y de despedida. El papa le pidió que se esforzara “para mantener mejores relaciones con el gobierno de su país”.

Poco después Monseñor Romero caería muerto bajo las balas de aquel poder con el que prefirió no colaborar.

La Iglesia de El Salvador pidió al Vaticano que abriera el proceso de beatificación de Romero como mártir. Se abrió, pero enseguida quedó enterrado.

Los dos últimos papas, Juan Pablo II y Benedicto XVI se enzarzaron en discusiones bizantinas sobre lo que significa ser mártir en la Iglesia. Para ellos, Romero fue si acaso mártir de la justicia social, no de la fe.

Hoy, el papa Francisco, sin tantas discusiones teológicas, ha decidido reabrir aquel proceso.

Romero decía: “La misión de la Iglesia es la de identificarse con los pobres. Sólo así encontrará su salvación”.

Años después, el papa Francisco confiaría a los periodistas como un eco de aquellas palabras del mártir latinoamericano: “!Cómo me gustaría una Iglesia pobre y de los pobres!” .

Dicen que fue un militar argentino el que disparó al corazón de Romero. Si fue así, hoy, otro argentino, el papa que sigue sin vivir en los palacios apostólicos, ha decidido hacerlo santo.

Monseñor Romero está vengado.

Hoy, este periodista se siente orgulloso de haber recogido de los labios de Romero, antes de ser asesinado, la confesión de su conversión al evangelio, y de haber estrechado entonces las manos del futuro mártir latinoamericano.

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A los ricos brasileños ya les duele también el bolsillo

Por: | 19 de abril de 2013

Se habla siempre de los millones de pobres que en Brasil han dado un salto a la clase media, aunque se trate de una clase media baja, la clase C. Se calcula que han sido unos 30 millones esos privilegiados. Y quedan otros 16 millones en espera.

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¿Y los ricos? De ellos se habla poco. Me refiero a la clase alta A. Al parecer han sido dos millones los que se han empinado a esta esta clase para quienes el dinero no supone un problema.

Y sin embargo, como ha analizado estos días el diario O Globo, también a los ricos empieza a dolerles el bolsillo.

Ello, debido a que la inflación que se ha disparado en el país, y que siempre se ha dicho que golpeaba sobretodo a los pobres -lo que es cierto- , esta vez también está arañando a los ricos que se han visto obligados a cambiar muchos de sus viejos hábitos de gastos.

La inflación oficial es de un 6,7%, pero todos saben que la real es mucho más. Los tomates, por ejemplo han subido un 103%. Lo mismo las cebollas, hortalizas varias y frutas.

El otro día, un marido golpeó gravemente a su mujer embarazada porque en el mercado no había comprado tomates, que han desaparecido de la mesa de la clase media baja.

Viñeta sobre el precio de los tomates
Hasta The Economist llegó a hacer una broma al decir que en Brasil los tomates estaban “golpeando al gobierno Dilma”.

La de los alimentos es la inflación que afecta más dolorosamente a los pobres que gastan en comer la mitad de sus sueldos bajos.

Lo nuevo, es que, esta vez, la inflación no sólo está afectando a los alimentos, sino a todos los servicios. Por primera vez además, muchos artículos como el vestido y calzado son más caros en este país que, por ejemplo en Nueva York, París, o Venecia. Sin hablar de los pisos. Los ricos están comprándose casas en Miami, a mitad de precio, por ejemplo, que en Rio .

Y es esa clase A, que viaja con frecuencia a los Estados Unidos y Europa la que ya no está comprando sus artículos de lujo aquí. Lo hacen aprovechando los viajes al exterior. Allí se visten ellos y visten a los niños, pues, aseguran que todo es tres veces más barato.

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La nueva ley que ha reglamentado el trabajo de las mujeres de hogar, chóferes, jardineros, niñeras etc. está también afectando a esa clase A, ya que es ella la que hasta ahora más usaba esos servicios para no perder tiempo en su trabajo. Y eran baratos.

Ya hay ricos que ahora prefieren prescindir, por ejemplo del chofer. Cuentan que entre lo que ahora tienen que pagarle, más lo que cuestan los aparcamientos, les sale mucho más barato usar sólo taxis.

Las señoras están prescindiendo de los salones de belleza de copete donde pagaban 50 reales para hacerse la manicura, y lo hacen en un salón normal cerca de casa, donde les cuesta la mitad y además pueden llevar la tinta para teñirse el pelo, algo que en los lugares de lujo les sale por un ojo de la cara.

Los restaurantes de lujo, en Brasil, cuestan el doble y a veces el triple de los de la misma categoría en Nueva York o Madrid. Ello ha hecho que esos santuarios de la gastronomía que se nutrían de la clase A, hayan empezado a perder clientela. Hasta el punto que, por primera vez en su historia gloriosa, se han visto costreñidos a ofrecer un menú del día a cien reales (cuarenta euros) por persona.

Lo está haciendo hasta el D.O.M. de São Paulo, cuyo chef de cocina, Alex Atala, acaba de aparecer entre las 100 mayores personalidades del mundo escogidas por la revista Time.

Restaurante D.O.M. en São Paulo
Muchos ejecutivos afirman que han dejado de viajar en primera clase, que “se ha puesto en las nubes” - nunca mejor dicho - ya que las tarifas aéreas en Brasil han aumentado hasta un 300%.

No que estos ricos hayan renunciado a vivir bien. Están sólo cambiando sus hábitos para “no tirar el dinero”, afirman.

Podría parecer una paradoja, pero es la primera vez que en Brasil, donde era proverbial que los ricos exhibiesen su fausto, ahora están haciendo-  en otra escala, claro- lo mismo que las clases más bajas: cambiar los hábitos de consumo, como recorrer las tiendas para ver donde se puede comprar lo mismo, pero más barato.

Si los ciudadanos de la clase C, que ya se podían permitir ir alguna vez a comer a un restaurante medio, hoy lo hacen en uno “a kilo”, más barato, los ricos comen aún en el restaurante de lujo, pero el plato del día.

No que ello sea un consuelo para los menos aventajados de la sociedad. Es, sin embargo algo nuevo en este país, donde por primera vez los ricos se están viendo obligados a cambiar hábitos en busca de una mayor austeridad, acercando, de alguna forma, psicológicamente, las distancias entre pobres y ricos, dicen los sociólogos.

Unos y otros, se están viendo obligados en Brasil, por el dispararse de los precios, a mirarse al bolsillo antes de comprar.

Claro que la distancia del bolsillo de unos y otros sigue aún siendo medida a años luz.

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¿Canonizará el papa Francisco al padre Arrupe?

Por: | 17 de abril de 2013

Arrupe (5)
Me han llegado noticias desde Roma,
según las cuales, Francisco, el primer jesuita que llega al pontificado en la historia de la Iglesia, podría ser el que canonizara al jesuita vasco, Pedro Arrupe, que siendo General de la Compañía tuvo un serio enfrentamiento con el entonces papa Juan Pablo II.

El papa polaco, que era sostenido por el Opus Dei, acusaba a Arrupe de haber llevado a los jesuitas a la izquierda, sobretodo en América Latina, y un día lo llamó y le pidió que se arrodillase a sus pies.

Cuando Arrupe se enfermó, a pesar de que el cargo de General entre los jesuitas es vitalicio, como el del papa, pidió a Juan Pablo II permiso para retirarse. El papa que temía que los jesuitas pudieran elegir a otro en la linea liberal y abierta de Arrupe, le negó la petición y le colocó para seguir guiando a la Compañía a un representante suyo.

Los jesuitas entonces obedecieron, como es su lema, pero consideraron aquella intromisión autoritaria de la Santa Sede como una “ley marcial vaticana”

Ahora se especula que el papa Francisco podría ser quien canonizara al papa Wojtyla, que tantos disgustos dio a la Compañia, pero que al mismo tiempo abriría el proceso de beatificación del padre Arrupe.

Se trataría de una coincidencia histórica y simbólica. Y a Francisco le gusta el lenguaje de los símbolos.


Tuve ocasión de poder tratar personalmente al padre Arrupe durante más de un mes,
en el momento en que sus relaciones con Juan PABLO estaban al rojo vivo.

Trabajaba yo entonces en la RAT-TV italiana que había inaugurado un programa, de los primeros hechos a color, con el título “Una hora con”. Era una hora de programa con un personaje famoso, para hacer de él un retrato completo.

La RAI me encargó de hacer uno de los capítulos del nuevo programa con el padre Arrupe, con el título: “Una hora con el papa negro”.
Al general de la Compañía de Jesús se le llama aún de “papa negro”, porque hubo tiempos en la Iglesia en que el jefe de los jesuitas emulaba en poder, dentro de la Iglesia, al papa blanco.

Es sabido además que el jefe de los hijos de Ignacio de Loyola es el único General de congregaciones y órdenes religiosas nombrado vitaliciamente, como el papa. Y los jesuitas son los únicos religiosos de la Iglesia que además de los tres votos de pobreza, castidad y obediencia, profesan un cuarto voto de obediencia incondicional al papa. “Papa negro”, porque viste de negro y no de blanco como el papa de verdad.

ARRUPE con Juan Pablo II
Ahora que se habla de la posibilidad de beatificar a Arrupe he querido traer a mis lectores un recuerdo personal de las semanas que pasé con él para elaborar aquel programa para la RAI. Fueron muchas horas, lo que nos llevó a poder compartir algunas ideas personales.

Me acompañaba para realizar el programa, un equipo de técnicos de la RAI. Eran todos agnósticos y algunos ateos convencidos. Cuando les dije que íbamos a filmar a Arrupe, dentro de la Casa Generalicia de los jesuitas en Roma, donde era tan difícil entrar, se frotaron las manos. “Nos vamos a divertir un mundo”, comentaron.

Los primeros días de la entrevista fueron tranquilos. Arrupe era una persona de una afabilidad extrema. El New York Times lo comparó al papa Juan XXIII. Tenía una luz en sus ojos que chocó enseguida a los técnicos de la televisión.

Poco a poco se fueron soltando y uno llegó a preguntarle si era cierto lo que se decía que los jesuitas eran “hipócritas”. Arrupe sonrió y le respondió amable: “Desgraciadamente, muchas veces lo somos”. Y allí acabó la provocación.

Arrupe en The TimeHubo un día en el que el grupo de técnicos de la RAI quedó especialmente impresionado. Fue cuando yo abordé con Arrupe el tema de la muerte. Habló con tal naturalidad de aquel “viaje definitivo”, como él lo llamaba, como la cosa más natural del mundo sin dramatismos ni misticismos. Se sentía en aquel momento, sólo el rumor de la cámara filmando.

Nos habló después Arrupe de su experiencia en Japón donde se encontraba el 6 de agosto de 1945 cuando explotó la bomba atómica. Arrupe era médico. Estaba entonces a cargo del Noviciado de los jesuitas y abrió sus puertas para llevar allí a los heridos y quemar a los muertos para evitar contaminaciones.

Contó de la entereza de los japoneses a los que llegó a operar con unas tijeras de cocina, sin anestesia, sin que se les escapara un grito de dolor.
Dicen que fue aquella experiencia de muerte lo que “cambió el alma” de Arrupe, que ya no sería igual después de la tragedia de Hiroshima, vivida en primera persona.

Lo que puedo testimoniar es que, acabado el programa, los técnicos no querían separarse de Arrupe.

Uno de ellos que tenía a una hija gravemente enferma y que era al inicio el que más presumía de ateo y pretendía divertirse con el General de los jesuitas, llegó a llevar, de escondidas de sus colegas, a la Curia generalicia, una carta pidiendo a Arrupe que “rezara por ella”. Le incluyó en la carta una foto de la muchacha.

Arrupe, por lo que pude saber de él en aquellas largas semanas de convivencia con él, tenía la convicción de que el Concilio, que había hecho perder a la Compañia unos siete mil jesuitas, fue el que acabó cambiándola.

Una mañana que no pudimos filmar porque el programa era a color y empezó a llover, me quedé a solas con él y me contó que después del Concilio Vaticano II, la Compañia que él dirigía, viendo actuar al Opus Dei, era como mirarse al espejo para decir: “Así fuimos y así no podemos seguir siendo”. Se refería a que la Compañía como el Opus, estaba antes del Concilio más interesada y preocupada con las élites de la sociedad que con los pobres.

Arrupe y Pablo VI
Y fue entonces cuando Arrupe abrió la Compañía a una “revolución social”, permitiendo a sus religiosos mojarse en los movimientos de liberación política de América Latina, que para Juan Pablo II era llevarles “a la izquierda”.

Aquello costó a la Compañía caro. Vio a muchos de sus sacerdotes perseguidos y asesinados por los escuadrones de la muerte organizados por los militares.

Hoy, es un papa jesuita, del continente de las Américas, el que pide a la Iglesia que salga de sus palacios y se vaya a mancharse de barro a la periferia del mundo como él lo hacía en Buenos Aires

De haber estado vivo, Arrupe no habría necesitado arrodillarse a los pies de Francisco para pedir perdón por haber querido, más de 40 años antes, hacer con la Compañía, lo que Francisco exige hoy de la Iglesia.

Nada, pues, de extrañar que pueda ser el primer papa jesuita quien coloque a los ojos del mundo, como ejemplo de santidad, a aquel jesuita vasco que hoy no creería a sus ojos, viendo lo que sus hermanos de hoy están viendo: un papa que ha rechazado los palacios pontificios para vivir en un hotel para religiosos, donde le es más fácil encontrarse con sacerdotes y obispos que llegan de la periferia de la Iglesia con los que nunca se habría encontrado de vivir encerrado en los palacios vaticanos.

Hay quien afirma que no todos los jesuitas hoy están sin embargo felices con la “revolución” del papa Bergoglio. Quizás lo hubiesen deseado más jesuita y menos franciscano. Lo ignoro.

Arrupe era entonces un jesuita genuino, pero con corazón franciscano.
Fue aquel corazón franciscano que había sentido el horror del mundo en Hiroshima y se había llenado de compasión, lo que entonces conmovió a mis colegas ateos de la RAI.

“Para mi las personas no se dividen en creyentes y ateos”, me dijo cuando le alerté que los técnicos de la RAI eran agnósticos, y añadió: “A mi me interesa todo lo que de humano hay en el mundo. Estamos todos amasados del mismo barro”. Y fue aquello lo que sintieron entonces mis compañeros de la televisión italiana.

Y ese era el Arrupe que yo conocí.

Jesuitas asesinados en El Salvador
Jesuitas asesinados en El Salvador

Venezuela, o los pobres también piensan

Por: | 15 de abril de 2013

Maduro en su mitin
Venezuela nos acaba de dar varias lecciones
con el resultado de las elecciones presidenciales, en las que los que desean un cambio político se han quedado a un puñado de votos de los vencedores.

Lo primero que esos resultados nos hacen ver es que “los pobres también piensan”. Piensan y no se dejan siempre atemorizar ante las amenazas de perder sus privilegios, si no votan con el poder.

Nos enseñan también lo mucho que se ha equivocado la opinión mundial, empezando por nosotros los periodistas, Aquí, en Brasil, ninguno de los medios de comunicación llegó ni de cerca a imaginar una derrota tan mínima del oposicionista, Henrique Capriles.

Hasta 24 horas antes los más optimistas le daban una diferencia con el candidato oficial, Nicolas Maduro, de por lo menos diez puntos de diferencia. Y hace una semana las previsiones eran que perdería por 15 puntos de diferencia. Imaginaban una victoria aplastante, sin precedentes.

No fue así. Y eso nos debería hacer pensar, ya que en el espacio de un mes, nos equivocamos todos en dos acontecimientos de resonancia mundial: los resultados de Venezuela y la elección del Papa.

En esta última la opinión mundial era que no estaban maduros los tiempos para un pontífice llegado de fuera de Europa. Eligieron a uno de la periferia del mundo: “fueron a buscarme muy lejos”, bromeó con cierta ironía Francisco en su primera aparición pública.

Con Venezuela ha pasado algo parecido. No es posible, decía a coro la opinión mundial que Maduro no obtenga un resultado plebiscitario dada la conmoción que invadía a los millones de pobres de aquel país, favorecidos estos años, por el líder carismático Hugo Chávez, que recién fallecido, era hasta más fuerte que antes de morir, ya que la muerte lo había doblemente glorificado.

Maduro tendría que recoger los votos, se pensaba, del 80% de los venezolanos que deben ser la caravana de pobres que siguieron estos años al líder bolivariano. Se lo había pedido él, el timonel, antes de morir y se lo ratificó apareciéndosele a Maduro en formade ave que evoca siempre la iluminación del Espíritu Santo. Chávez era católico.

No fue así. Maduro ganó pero pos los pelos, cuando se llegó a pensar tras la muerte de Chávez, que Capriles ni se presentaría esta vez porque su derrota aplastante estaba ya escrita en los astros.

Ello indica que la mitad de los pobres venezolanos desobedecieron al espíritu de Chávez. No porque no le estuvieron agradecidos, que lo están, sino porque quieren “algo más”. Quieren una Venezuela más próspera, en la que ellos además de comida puedan aspirar a influenciar los destinos del país sin ser siempre la masa de maniobra del poder.

He acudido a la psicoanálisis para entender el por qué de estas dos derrotas de la opinión mundial en el espacio de un mes. Ha podido darse según un mecanismo freudiano, más o menos inconsciente que aflora siempre en estas ocasiones.

Todos estamos propensos, según ese mecanismo psicológico, a pensar que acaba ganando siempre el que aparece más fuerte, el que más grita, el que más promete, aunque sea en vano, o el que más amenaza.

Puede haber habido otras explicaciones, como, por ejemplo, que los pobres también piensan y están más informados de lo que nos imaginamos.

Se decía que en Venezuela la fuerza del huracán Chávez vivo o resucitado, no permitiría imaginar a los pobres que un cambio sería posible. “Ellos, los pobres, no leen periódicos y la televisión y la radio en Venezuela están amaestrados por el poder”, se pensaba.

Se olvidaban que hoy hasta los más pobres leen internet, tienen Facebook, y sobretodo piensan.

Lo que nos falta aún a todos es aceptar que tenemos una incapacidad crónica para interpretar los humores y latidos de la calle, de los que creemos que no piensan y sólo obedecen.

Y eso nos debe alertar antes de pontificar que, por ejemplo, los millones de indignados que hicieron temblar las plazas del mundo en todo el Planeta, no gritaron en vano.

Hemos sepultado demasiado pronto las esperanzas, por ejemplo, de la primavera árabe y de las protestas en Occidente. Nos cuesta pensar, por ese mecanismo psicoanalítico, que los débiles también pueden un día ganar la batalla.

También cuando enterramos una semilla en la tierra podemos pensar que nunca brotará que acabará pudriéndose. Creemos más en lo que ya ha nacido, aunque a veces se haya quedado viejo y caduco, que en lo nuevo que crece en el silencio de la tierra.

Un día ese silencio se hace voz de nuevo. Una voz nueva y joven capaz de desafiar las voces a veces roncas del poder que se cree eterno.
No lo es.

Venezuela ha empezado a decirnos que las cosas pueden ser diferentes de nuestra lógica de amantes de los vencedores.

Capriles en su mitin

Un mes después, dos papas vivos y una cama vacía

Por: | 13 de abril de 2013

Papa Francisco y papa Benedicto XVIEl papa Francisco se inclina ante el papa emérito Ratzinger

Hace hoy un mes, la noticia de habemus papam recorrió en segundos el mundo. Desde aquel momento, la Iglesia tenía dos papas: uno, Francisco, el primer papa americano, en plenas funciones y poderes como nuevo obispo de Roma. El otro, Benedicto XVI, papa emérito, tras haber renunciado al papado.

Dos papas vivos en Roma, y el dormitorio del papa aún vacío. Después de 110 años, desde Pio X, es la primera vez que un papa no usa el dormitorio papal, enclavado en los apartamentos pontificios, en la tercera planta de los Palacios del Vaticano.

El papa Francisco, trás haber visto el apartamento y haber exclamado: “Aquí caben 300 personas, demasiado grande para mi”, prefirió, por el momento por lo menos, seguir viviendo en el hotel pensión Santa Marta construido por el Vaticano para acoger al clero que llega a Roma de la periferia de la Iglesia.

No sabemos si el primer papa no europeo después de más de mil años de historia, va a seguir viviendo en ese hotel a 90 euros pensión completa.

Lo cierto es que no ha querido hasta ahora dormir donde lo hicieron los ocho papas anteriores. Aquellos apartamentos fueron varias veces reformados. Ignoro si lo fue también el dormitorio de triste memoria donde apareció misteriosamente muerto una mañana a los 33 días de pontificado, el papa Juan Pablo I.

No se si es el mismo dormitorio del que se quejaba el bueno y anciano Juan XXIII que le confiaba al escultor que moldeaba su busto: “La gente dice que el papa vive en un palacio, pero mi dormitorio es muy incómodo. Es enorme y cuando me despierto de noche para ir al baño tengo que hacer un viaje, pues está muy lejos de la cama”. Y le añadió otra confidencia: “Me da un poco de cosa dormir en la cama en la que han muerto otros papas”.

No conocemos las reales razones que hayan podido llevar al papa Francisco a no querer usar ni el dormitorio ni la cama de su antecesor, que sigue vacía. Cierto es que un papa viviendo en aquellos apartamentos que encierran tantos secretos y quizás misteriosas traiciones, se convierte en un preso en una jaula de oro.

Para llegar a él, incluso un obispo, tiene que atravesar una enmarañada burocracia y a veces esperar meses. Si viene de la periferia del mundo aún peor.

El papa queda en manos además de los cardenales de la Curia, de su pequeña familia, formada por su secretario particular, las monjitas que cuidan de los apartamentos y de su mayordomo. El último, el del papa Benedicto XVI, acabó en la cárcel tras haber traicionado al pontífice vendiendo sus documentos secretos.

Un día la historia podrá revelar todo lo que en estos 110 años se ha vivido en esos apartamentos. Juan XXIII decía que se aburría en ellos, sobretodo por las tardes.

Los papas quedaban tan presos en aquellos apartamentos de diez habitaciones, que cuando Pablo VI tuvo que ser operado de próstata, para que nadie pudiera verlo en un hospital, improvisaron allí mismo una sala médica donde fue operado.

Atentado de Juan Pablo IIEl atentado a Juan Pablo II en San Pedro

Sólo Juan Pablo II pisó un hospital tras haber sufrido el atentado en la plaza de San Pedro. Fue un imperativo de fuerza mayor. Se estaba desangrando.

Los papas, se dice en en Roma, “mueren pero no enferman”. Nadie debe ver a un papa ni con gripe. El vaticano esconde cualquier indisposición del papa. Sin hablar de sus posibles depresiones.

Juan Pablo I (muerte)Recuerdo que Juan Pablo I, en su único mes de pontificado, que había sido muy mal recibido por la Curia pues pensaba dejar los palacios apostólicos para trasladarse a vivir a un barrio de la periferia de Roma, se quejaba amargamente de lo abandonado que lo dejaban. “Pregunto cosas a los cardenales y me responden que eso debo saberlo yo, pues para eso soy papa”, confesó amargado y dolido a su secretario.

Aún no sabemos si un infarto producido por esos disgustos o algo más químico se lo llevó mientras dormía. Lo saben sólo las paredes de aquel dormitorio, hoy vacío, que el papa Francisco no ha querido aún inaugurar y quizás no lo haga nunca.

En una soledad más dura, murió Pio XII, en los aposentos del castillo de Castelgandolfo, residencia veraniega de los papas a 30 kilómetros de Roma.
Pio XII, , fue secuestrado literalmente por Sor Pascalina Lehnert, la monja alemana que cuidaba en Munich del entonces Nuncio Apostólico Pacelli y que se la llevó a Roma cuando lo hicieron Secretario de Estado y la dejó a su lado cuando en el cónclave de 1939, lo eligieron papa. En total, 41 años a su lado.

Fue proverbial en el pontificado de Pio XII, el poder casi absoluto que llegó a acumular Sor Pascalina. Ni los cardenales podían llegar al papa sin pasar por ella. Fue la primera mujer con tales poderes en la Historia moderna del Vaticano.

Sor Pascalina (2)Murió a los 89 años y fue contraria a las innovaciones del Concilio. Cuando Juan XXIII llegó al papado su primer acto fue sacarla del del Vaticano.

Sobre ella y sobre cómo la monja alemana se apoderó hasta de la muerte de Pio XII, existen muchas versiones.

De confidencias que me hizo un día Mons. Loris Capovilla, que había sido el secretario de Juan XXIII, la muerte de Pio XII, por orden de Sor Pascalina, fue de alguna forma secuestrada. Ella se habría negado a decirle al papa que le había llegado su hora. Le ponía música clásica y cuidaba de los canarios en las jaulas del dormitorio.

Uno de los pocos al que Pascalina dejaba entrar en aquel dormitorio donde Pio XII se debatía entre la vida y la muerte era al médico pontificio Galeazzi Lisi, que acabó traicionando al papa sacándole fotos irreverentes en los momentos de su agonía que trató de vender a revistas extranjeras y que acabó siendo expulsado del Colegio de Médicos de Italia.

Pio XII (con la tiara de los tres poderes)Pio XII, prfíncipe Pacelli

Tan en secreto llevó Sor Pascalina la muerte de Pio XII que al parecer ni pudieron impartirle los últimos sacramentos, ya que no se atrevía a decirle que se moría.

De lo que si le dio tiempo a Pio XII antes de morir fue de dar títulos nobiliarios a toda su familia.

Juan XXIII, que llegó al papado después de Pio XII, conocía aquella historia lúgubre. Cuando le diagnosticaron el cáncer que se lo llevaría de este mundo, le pidió a Capovilla que en vez de esconder su muerte, quería vivirla en directo con la gente.

Tras recibir la Extrema Unción, le dijo a su fiel secretario: “Ahora prepara mis maletas para el viaje final”. Y pidió que Radio Vaticana retransmitiera en directo cada momento de sus despedida de este mundo.

En vez de secuestrar su muerte, Capovilla abrió puertas y ventanas para que todos “rezaran por el papa” que se estaba yendo.

Juan XXIII (4)Juan XXIII, apellidado el papa del Concilio

En su testamento espiritual, Juan XXIII que sabía que su antecesor el Príncipe Pacelli había hecho nobles a su familia escribió a la suya: “No os dejo dinero ni riquezas porque nací pobre y muero pobre”. Sus hermanos, al morir el papa seguían cuidando vacas. Uno de ellos me regaló un día que fui a visitarlo un cencerro de su corral.

Eso también pasó en los apartamentos papales. Otros tiempos y otros papas, ya que difícilmente, después de Francisco, los apartamentos pontificios volverán a ser escenarios de oscuras historias como las vividas en el último siglo de la historia de la Iglesia.

Francisco está echando abajo el muro de Berlín del Vaticano. En el hotel Santa Marta donde sigue viviendo, puede recibir y escuchar la voz de la periferia de la Iglesia. Puede hacerlo sin que curas, obispos y cardenales, que se hospedan allí cuando van a Roma, tengan que pasar, como antes, por las horcas caudinas de la burocracia de los palacios pontificios.

Con ellos celebra la eucaristía, con ellos almuerza en la pensión y allí nadie le impide, si un día lo desease, darse un paseo por Roma, algo tabú para los papas cuando vivían secuestrados en los apartamentos pontificios, hoy vacíos y solitarios.

A los papas, los periodistas, nunca le habíamos visto los calcetines. Sólo a Juan Pablo II, el primer papa que cruzaba las piernas en público. Hoy al papa Francisco, si se descuida, lo pueden sorprender en pijama por algún pasillo del hotel.

A Dios gracias, la Iglesia parece estar volviendo a su cuna de Nazareth.

¿Dejarán al papa Francisco seguir libre sin el corsé de la Curia?

A un mes de su pontificado, aún no se le ven las cadenas a los pies.

Sigue aún libre sin usar el dormitorio pontificio.

Viñeta sobre papa Francisco

Me imagino a los dos jóvenes, él, francés de 22 años y ella americana de 21, enamorados, alquilando felices un piso en Rio de Janeiro, la “ciudad maravillosa".

Y me los imagino hundidos en la mayor de las humillaciones, cuando el 30 del mes pasado, vivieron aquel calvario, de verse, en pleno centro de Río, dentro de un minibús que habían tomado para ir a divertirse a la Lapa, el centro de la movida carioca, masacrados y humillados. 

Ella, la chica, fue estuprada repetidamente. Él, dejado sin sentido tras haber sido golpeado con una barra de hierro. Y todo el calvario sucesivo, ya descrito magistralmente por Francho Barón en este diario.

Hoy leo que hubo aún más.

¿Más?

Las humillaciones a la pareja de enamorados no acabaron allí. Tras la joven, violada y humillada ante los ojos de su chico, haber sufrido lo que sufrió, tuvo que cargar aún con el desprecio de sus verdugos que llegaron a llevar a cabo la peor de las humillaciones.

Cuando pasaban por  el barrio de São Gonçalo, intentaron “vender a la joven” a un sujeto que al examinarla y ver que ya había sido aquella noche repetidamente estuprada “haciendo un gesto de asco” se limitó a decir que estaba "muito estragada”. La palabra “estragada” se usa, por ejemplo para decir que una carne ya huele mal.

Y no paró ahí. El delegado de policía, Gilberto Stivanello, de la Comisaría de Protección a los Adolescentes, que ha revelado el episodio, cuenta que después que el sujeto había expresado con asco que no compraba a la joven porque estaba “estragada”, los que intentaban vender a la chica “se rieron a carcajadas”.

Parece imposible que alguien como yo que lleva ya muchos años a las espaldas, 50 de ellos dedicados al periodismo, pueda aún extrañarse de alguna de las maldades y fechorías llevadas a cabo por ese horror que somos la raza humana.

Juro, sin embargo, que al leer esta noticia de hoy, día 9 de abril, y viviendo aquí en Río, y pensando en mi hija que ama a esta ciudad donde tuvo lugar el calvario de esos dos jóvenes, me costó no llorar.

De vergüenza y de horror, al tocar con mano que la degradación espiritual a la que puede llegar el ser más inteligente de la creación, es un pozo sin fondo.

No lo oculto. Tengo hoy ganas de vomitar. Sí, de asco, de pena y de mil cosas más.

¿Por qué se lo cuento?

No lo se.

Quizás esa degradación moral, nos ayude a todos a pensar en esos dos jóvenes, que podían haber sido nuestros hijos.

Matar es un crimen. Violentar a una joven inocente y desarmada, lo es más si cabe. Ahora, intentar después venderla y al ver su cuerpo ya ajado, burlarse de ella, es un crimen sin perdón.

A ellos, a los dos jóvenes torturados y despreciados, física y moralmente, mi abrazo de amistad y perdón.

Al final, todos somos, de alguna forma, culpables del horror del mundo, que parece no tener límites.

 

Se dispara la "confianza en el futuro" de los brasileños

Por: | 08 de abril de 2013

Confianza en el futuro
Los brasileños ven cada vez con mayor optimismo su futuro y revelan un alto índice de felicidad.
En un sondeo nacional llevado a cabo por Ipea (Instituto de Investigaciones de Economía Aplicada) sobre la “confianza en el futuro” de los brasileños, realizada a finales del año pasado, aún sin publicar, aparecen con una nota de 8,59 en una escala de cero a 10.

Lo acaba de anticipar, Lauro Jardim en su blog de la revista Veja.
La encuesta ha sido hecha para medir el grado de felicidad actual de los brasileños y su “confianza en el futuro”.

Los entrevistados hablan de cómo se imaginan que estarán dentro de cinco años. El resultado  de casi 9% sobre 10%, no puede ser más positivo. En el grado de felicidad, sondeos llevados a cabo en 160 países por Gallup, colocan a Brasil en el primer lugar en la escala de felicidad.

En otro estudio llevado a cabo por la prestigiosa Fundación Getúlio Vargas (FGV), Brasil aparece también el país con mayor grado de optimismo hacia el futuro entre 144 países.

Según Marcelo Neri,  de la FGV,  y presidente de Ipea, los brasileños,  “somos más felices de lo que sugeriría el dinero en nuestros bolsillos." Y añade: “los europeos, por ejemplo, son más pesimistas que nosotros”.

Uno de los motivos por el que los brasileños aparecen con ese alto grado de confianza en el futuro es porque su renta crece cada año más que el PIB nacional, al revés de la mayoría de los otros países, explican los analistas económicos.

En otras palabras, los ciudadanos notan que “disminuye la desigualad social y aumenta su poder adquisitivo”.

Clase media brasileña
Según Lindomar Wessler Boretti, catedrático de sociología, en los próximos 50 años, Brasil pasará por grandes y positivas transformaciones sociales y económicas. Y eso empiezan a advertirlos los ciudadanos de a pie.

Junto a ello, Brasil no prevé ningún tipo de guerras en el futuro y por índole es inclinado a ver lo positivo de las cosas. Hasta el clima, sin extremos, con pocas variantes de las estaciones en la mayor parte del país, contribuye a aumentar la sensación de bienestar.

Curiosamente, no es este el momento mejor de los últimos años atravesado por Brasil, con un PIB en 2012 de menos de un 1%, el menor de toda América Latina excluido Paraguay y el menor de los Brics, con graves problemas de infraestructuras, incluso para celebrar el Mundial de Futbol, con la industria cayendo y la inflación saliéndose de los límites oficiales.

A pesar de todo ello, el bajo índice de desempleo y una serie de decisiones del gobierno que la oposición llama de “tren de bondades” como la bajada de impuestos a muchos productos, el aumento del crédito público y privado, la bajada de la cuenta de la luz, o la nueva ley que acaba de dar a 10 millones de empleadas domésticas todos los derechos de los demás trabajadores, entre ellos las 44 horas de trabajo, hace que la gente se sienta optimista pensando en el futuro.

Incluso los que, por algún motivo, aún no han subido a ese “tren de bondades” del gobierno, sienten la sensación, dicen los sociólogos, que también ellos están mejorando o van a hacerlo.

Y lo explican con un ejemplo gráfico: cuando en una carretera de varias pistas, está el tráfico parado y una de esas filas empieza a moverse, los de la fila de al lado tienen la sensación de que de un momento a otro también la de ellos se va a mover.Y les crece la esperanza de andar aunque ellos sigan parados.

Al revés que los europeos, por ejemplo, que sienten la crisis y el pesimismos porque empiezan a estar peor, los brasileños, aún teniendo en general menos dinero en el bolsillo que ellos, como adfirma Neri, se sienten optimistas.

La sensación general es que el país va a mejorar a pesar de todas las dificultades y de los problemas aún sin resolver.

Siguen en pie las grades desigualdades, mucho mayores que en Europa, pero advierten que, aunque lentamente, también esas desigualdades empiezan a estrecharse. De hecho hoy, se considera que ya la mayoría de los brasileños viven en la clase media, alta, media o baja. Anteayer, la mayoría estaba aún bajo el nivel de la pobreza.

Quizás sea esa la explicación de ese optimismo y entusiasmo que sigue creciendo entre los brasileños cada año que pasa.

Brasil el país de la clase media

El País

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