A los pobres deberíamos dejar de llamarles así. No son pobres, en el sentido etimólógico latino que ha mantenido el poder, es decir, los “estériles”. Son más bien los excluidos del festín, los sin oportunidades para ser como nosotros.
¿Deberiamos abolir de nuestro lenguaje la palabra “pobre”? El tema es delicado y podría ser mal interpretado. Sin embargo, quizás sean los pobres los más interesados en que no les llame más de tales. Deberíamos llamarle los excluidos de la cultura y del consumo.
Como muchas otras palabras del diccionario, la palabra “pobre” ha perdido su fuerza y hoy es usada y abusada por el poder. Es un vocablo gastado, manido, explotado, pero que rinde beneficios, por ejemplo, electorales.
¿Quiénes serían hoy los pobres de verdad?
A quienes interesa que siga habiendo pobres, contentos con los restos de nuestro banquete es al poder porque no existiría si no hubiese quienes pueden ser dominados y por ellos servidos.
Los quieren pobres, pero no rebeldes, ya que entonces les llaman vándalos.
¿Qué sería de los gobernantes, sobretodo en los países con masas de desheredados, sin los pobres? Ellos son un material de primera para asegurarse su apoyo y benevolencia hacia ellos.
Cuanto más populistas son los gobernantes más se les hincha la boca con la palabra pobre. Todos se vuelcan en promesas hacia ellos y se convierten encantados en sus defensores. Son el oxígeno que respiran, mientras no pretendan ser como nosotros.
Nadie va a ser capaz nunca de acabar con los pobres del mundo que ya superan los mil millones, ya que todos los demás, necesitamos de ellos y nadie quiere renunciar a sus privilegios para mejorar su condición.
Aboliendo la palabra pobre no por ello acabaríamos con los que sufren hambre y sed, o carecen de educación y de medios para curarse. Y sobretodo de dignidad. Y, sin embargo, quizás muchas cosas cambiarían con sólo dejar de llamar pobres a esas personas.
Es algo muy subliminal, pero todos necesitamos de esa categoría que entraña hasta etimológicamente una connotación negativa.
En su origen latina, pobre no es el que sufre alguna injusticia o discriminación. La paupertas latina, o pobreza, significaba “parir o engendrar poco”, y se aplicaba al ganado. Pobre era el que carecía de fertilidad. Se aplicaba también a la tierra estéril. De ahí también el peyorativo “!pobre hombre!”, ya que nada es más bochornoso que aparecer incapaz de engendrar. Hasta la Biblia estigmatiza a las mujeres estériles.
Llamémosles los excluidos de los bienes de la tierra o de la cultura o de la medicina o de la libertad. Digamos que hay 18 millones de personas, es decir 50.000 que mueren diariamente de hambre a los que una injusta repartición de la riqueza les impide de seguir viviendo, pero no les llamemos pobres. Son nuestras víctimas.
Digamos que hay millones de niños aún sin acceso a la educación, sin familia, sin casa. Son niños como nuestros hijos. Nacieron igual que los nuestros del vientre de sus madres. Les gusta aprender y jugar como a los nuestros, vestirse con dignidad, poder alimentarse y sentirse libres, pero no les llamemos pobres.
La palabra pobre, que ha sido prostituida por el poder y por los privilegiados, evoca, en efecto, compasión, no anhelos de justicia e igualdad. Nos sirven para sentirnos mejores si les ayudamos en sus necesidades.
La palabra pobre, aunque muy sutilmente, nos arrastra a un sentimiento de superioridad ante los menos afortunados que nosotros. A veces hasta nos conduce inconscientemente a pensar que son pobres porque no tienen la inteligencia suficiente para superarse, para triunfar. Les llamamos “pobrecitos” (coitados), como si se tratara de personas condenadas a una cierta e ineluctable fatalidad y no al fruto de nuestras tiranías hacia ellos.
Hay hasta quien defiende la ecuación de que pobre y sin cultura equivalen a violento, a bandido y, generalmente a negro o de color. Las grandes violencias del mundo no provienen, sin embargo, de los incultos sino de los que han frecuentado las mejores Universidades y manejan las grandes financias del Planeta. No conozco a ningún gran dictador o especulador financiero analfabeto. Y existen millones de analfabetos pacíficos y cargados de honestidad, por ejemplo, en todas las favelas del mundo. Y miles de talentos perdidos en las periferías de las grandes urbes.
Vivimos en un momento y en un continente como el de América Latina en el que la palabra pobre se ha convertido en un comodín que exime a los poderes de llevar a cabo las grandes reformas, las que evitarían que no existieran marginados y explotados. Los pobres sirven hoy a todos. Todos los gobernantes prometen acabar con la pobreza mientras tiemblan solo con pensar que puedan acabarse los pobres, porque sería en ese momento en el que tendrían que abordar otros temas más peliagudos que siempre se les quedan en el tintero bajo el pretexto de que tienen que preocuparse de los pobres.
Nunca se acabarán las diferencias entre los mortales. El comunismo, que predicaba la igualdad total ya fracasó hace tiempo y eran sus jerifaltes los primeros a no ser pobres. Pero una cosa es que no sea posible que todos sean iguales y otra que sigan existiendo diferencias abismales que deberían avergonzarnos.
Es muy común escuchar que se debe “cuidar de los pobres”. No. Se debe cuidar de los enfermos, de los lisiados, de los abandonados, no de los pobres. A ellos hay que darles la posibilidad de que salgan de su esclavitud ayudados por ellos mismos y no creer que siempre serán tales porque son inferiores a nosotros, cuando lo único que nos separa de ellos es la falta de oportunidades, la segregación a la que los hemos relegado.
Los pobres no necesitan de las migajas que les arroje nuestra benevolencia, ni siquiera de nuestra compasión y generosidad. Necesitan sólo que se les permita acceder por derecho a nuestro festín de gentes satisfechas, sin cerrarles las puertas y sin llamar a la policía para que aleje su presencia incómocda.
Necesitan sólo que les demos lo que les hemos robado y les pertenece por el simple hecho de que son como nosotros, de carne y hueso, de corazón e inteligencia, esta última, superior a la nuestra en muchos casos.
Necesitan que les ofrezcamos la posibilidad de acceder a lo que a nosotros nos ha permitido ser lo que somos y a ellos se les ha siempre negado.
Por eso, cuando se cruzan en nuestro camino y hasta pretenden ser como nosotros, preferiríamos no verles de cerca. Nos dan hasta miedo. Nos sirven mejor perdidos en la niebla de los guetos.
Recuerdo un dibujo del viñetista El Roto en este diario. Eran los tiempos en que en Madrid, los emigrantes más pobres, se acercaban a los coches parados en los semáforos para limpiarles los parabrisas y recibir así unas monedas. A un coche de lujo con el parabrisas empañado se acercó uno de aquellos “pobres”. El conductor le hizo un gesto de protesta pidiendo que se apartara. Y el limpiador le explicó “No quiero que me de nada, pretendo sólo que me vea”. Le bastaba que supiera que existía.
El papa Francisco está pidiendo a los católicos que no se conformen con “ayudar” a los pobres, sino que deben ir hasta ellos, para verles, tocarles y mezclarse con ellos para escuchar sus reivindicaciones
Ellos quieren que “les miremos”. Mirándoles , escuchándoles sin prejuicios, perderíamos el miedo que tantas veces nos infunden aunque podríamos acabar conociendo de ellos lo que prefeririamos no saber.
Quizás al escucharles en vez de rechazarles, no les llamaríamos más pobres. Descubriríamos, que en el mejor de los casos, pobres de muchas otras cosas que no son dinero, lo somos también nosotros, los satisfechos. Quizás descubririamos que los verdaderos excluidos y solitarios somos nosotros, no ellos, que saben vivir y disfrutar juntos.
Y ellos descubrirían que no serán más ricos sólo por poder comprar objetos de lujo en nuestros shopins exclusivos, sino que lo serán sobretodo si saben conservar su espìritu de solidariedad, de grupo, su capacidad de saber disfrutar de la vida y de haecerlo juntos, algo que a nosotros, que nos creemos ricos y privilegiados, nos resulta cada vez más difícil.
TEXTO PUBLICADO EN LA EDICIÓN DE BRAIL EN PORTUGUÉS.
(Sigue la traducción en portugués)
Não são pobres, são os excluídos da festa
Os pobres são, talvez, os mais interessados em que não os chamemos mais como tal. Deveríamos chamá-los de excluídos da cultura e do consumo.
Deveríamos abolir da nossa língua a palavra “pobre”? O tema é delicado e poderia ser mal interpretado. No entanto, os pobres são, talvez, os mais interessados em que não os chamemos mais como tal. Deveríamos chamá-los de excluídos da cultura e do consumo.
Como muitas outras palavras no dicionário, a palavra “pobre” perdeu sua força e é usada e abusada hoje pelo poder. É um vocábulo gasto, batido, explorado, mas que rende benefícios, por exemplo, eleitorais.
Quem seriam os pobres de verdade hoje?
Quem interessa que continue havendo pobres, contentes com os restos de nosso banquete, é o poder, porque ele não existiria se não houvesse aqueles que poderiam ser dominados e servidos por ele.
Querem pobres, mas não rebeldes, e que então são chamados de vândalos.
O que seria dos governantes, especialmente em países com massas deserdadas, sem os pobres? Eles são um material de primeira para garantir o seu apoio e carinho. Quanto mais populistas os governantes são, mas enchem a boca com a palavra pobre. Todos se iludem com promessas e ficam encantados com seus defensores. É o oxigênio que respiram, enquanto não pretendem ser como nós.
Ninguém nunca será capaz de acabar com os pobres do mundo, que já superam o bilhão, já que todos os demais precisamos deles e ninguém quer abrir mão de seus privilégios para melhorar sua condição.
Eliminar a palavra pobre não acabaria com os que sofrem com a fome e a sede, ou carecem de educação e de meios para se tratar. E, acima de tudo, de dignidade. E, contudo, talvez muitas coisas mudariam se deixássemos de chamar essas pessoas de pobres. É algo muito subliminar, mas todos nós precisamos dessa categoria que etimologicamente tem até uma conotação negativa.
Em sua origem latina, o pobre não é aquele que sofre alguma injustiça ou discriminação. A pobreza latina significava “parir ou gerar pouco” e se aplicava à pecuária. Pobre era o que carecia de fertilidade. Também se aplicava à terra estéril. Daí, também, a expressão pejorativa “Pobre homem”, porque nada é mais vergonhoso do que parecer incapaz de ser pai. Até mesmo a Bíblia estigmatiza mulheres estéreis.
Vamos chamá-los de excluídos dos bens da terra, ou da cultura, ou da medicina, ou da liberdade. Digamos que haja 18 milhões de pessoas, ou seja, 50.000 que morrem todos os dias de fome e a quem uma injusta distribuição da riqueza impede de continuar a viver, mas não chamemos essas pessoas de pobres. São nossas vítimas.
Digamos que ainda haja milhões de crianças sem acesso à educação, sem família, sem casa. São crianças como nossos filhos. Eles nasceram da mesma forma que os nossos, do ventre de suas mães. Gostam de aprender e brincar como os nossos, de se vestirem com dignidade, de poderem se alimentar e se sentirem livres, mas os chamemos de pobres. A palavra pobre, que foi prostituída pelo poder e os privilegiados, evoca, de fato, compaixão, não anseio por justiça e igualdade. Eles nos ajudam a nos sentir melhores se nós os ajudamos em suas necessidades.
A palavra pobre, embora muito sutilmente, nos leva a um sentimento de superioridade em relação aos menos afortunados do que nós. Às vezes, até nos conduz inconscientemente a pensar que são pobres porque não têm a inteligência suficiente para se superar, para triunfar. Nós os chamamos de “pobrezinhos” (coitados) como se fossem pessoas condenadas a uma certa e inevitável desgraça, e não ao fruto de nossas tiranias para com eles.
Há até quem defenda a equação de que pobre e sem cultura equivalem a violento, a bandido e, geralmente, a negro ou de cor. As grandes violências do mundo não vêm, contudo, dos ignorantes, mas daqueles que frequentam as melhores universidades e gerenciam as grandes finanças do planeta. Não conheço nenhum grande ditador ou especulador financeiro analfabeto. E há milhões de analfabetos pacíficos e cheios de honestidade, por exemplo, em todas as favelas do mundo. E milhares de talentos perdidos nas periferias das grandes cidades.
Vivemos em um momento e em um continente como a América Latina em que a palavra pobre se converteu em um curinga que exime os poderes de realizar grandes reformas que evitariam a existência de marginalizados e explorados. Atualmente os pobres servem a todos. Todos os governantes prometem acabar com a pobreza, enquanto tremem só de pensar que os pobres podem acabar, porque seria neste momento que teriam que abordar outros temas mais espinhosos que sempre ficam à margem sob o pretexto de terem que se preocupar com os pobres.
As diferenças entre os mortais nunca acabarão. O comunismo, que pregava a igualdade total já fracassou há muito tempo e seus líderes eram os primeiros a não serem pobres. Mas uma coisa é não ser possível que todos sejam iguais e outra é que continuem existindo grandes diferenças das quais deveríamos nos envergonhar.
É muito comum ouvir que se deve “cuidar dos pobres”. Não. Deve-se cuidar dos doentes, dos deficientes, dos abandonados, não dos pobres. É preciso dar aos pobres a possibilidade de que saiam de sua escravidão por eles mesmos e não acreditar que sempre serão assim porque são inferiores a nós, quando tudo o que nos separa deles é a falta de oportunidades, a segregação que relegamos a eles.
Os pobres não precisam das migalhas que nossa benevolência joga a eles, nem sequer de nossa compaixão e generosidade. Eles só precisam ter a permissão de ter acesso por direito à nossa festa de pessoas satisfeitas, sem fechar a porta na cara deles e sem chamar a polícia para que sua presença incômoda seja mantida à distância.
Precisam apenas que possamos dar o que roubamos deles e pertence a eles pelo simples fato de que são como nós, de carne e osso, de coração e inteligência, esta última superior à nossa em muitos casos.
Eles precisam que nós ofereçamos a possibilidade de ter acesso ao que nos permitiu ser o que somos e que sempre foi negado a eles. Por isso, quando cruzam nosso caminho e até pretendem ser como nós, preferiríamos não vê-los de perto. Eles nos dão até medo. Para nós, é melhor que fiquem perdidos no nevoeiro dos guetos.
Lembro-me de uma imagem do cartunista El Roto neste jornal. Era o tempo que em Madri os imigrantes mais pobres se aproximavam dos carros parados nos semáforos para limpar os para-brisas e receber algumas moedas por isso. Um daqueles “pobres” se aproximou de um carro de luxo com o para-brisa embaçado. O motorista fez um gesto de protesto pedindo que ele se afastasse. E o limpador explicou: “Eu não quero que me dê nada, quero apenas que me veja”. Era o suficiente saber que existia.
O papa Francisco está pedindo os católicos que não se conformem com “ajudar” aos pobres, mas que as pessoas vão até eles para vê-los, tocá-los e conviver com eles para ouvir suas demandas. Eles querem o “seu olhar”. Ao observá-los e ouvi-los sem preconceito, perderíamos o medo que tantas vezes nos inspiram, embora poderíamos acabar conhecendo o que preferiríamos não saber.
Talvez ouvi-los em vez de rejeitá-los faria com que não os chamássemos mais de pobres. Descobriríamos, no melhor dos casos, pobres de muitas outras coisas que não o dinheiro, assim como também somos, os satisfeitos. Talvez descobriríamos que os verdadeiros excluídos e solitários somos nós, não eles, que sabem viver e desfrutar juntos.
E eles descobririam que não serão mais ricos apenas por poder comprar objetos de luxo em nossos shoppings exclusivos, mas que serão, sobretudo, se souberem conservar seu espírito de solidariedade de grupo, sua capacidade de aproveitar a vida e de compartilhar, algo que para nós, que acreditamos ser ricos e privilegiados, parece cada vez mais difícil.
Hay 12 Comentarios
Da la impresion de que las elites gobernantes cada vez les es mas dificil disimular el negocio que tienen entre manos, y al mismo tiempo parecen estar buscando mecanismos para que las elecciones no les estropeen la fiesta. Pero sin que parecezca que ya no es una democracia. Sobre todo ahora que la gente parece haberse dado cuenta y quiere empezar a organizarse. Al final sera como en Kiev, la gente simplemente se cansara de todo el postureo. Se dice que el sexo no esta prohibido, solo organizado. Con la riqueza debe ser lo mismo. Empezando por China, yendo por Ucrania, y acabando en España. Y saltandonos a los listillos del lobby aleman del carbon (mas subvencionados que las renovables) y compañia. Despues vemos mendigos. Los unicos cuerdos.
Publicado por: Israel | 23/01/2014 21:21:48
El error es creer que pobres son “los otros”, una minoría. Vamos camino de una pobreza generalizada en el planeta, en la cual estaremos incluidos casi todos estos que todavía nos excluimos de la pobreza. No vienen tiempos malos, vienen tiempos horribles. Yo tengo claro que el plan del PP madrileño para mi hija de 4 años, era que vendiese cigarrillos en Las Vegas (o que ella me dijese a mí que vendía cigarrillos pero en realidad se dedicaba a otra profesión…). Ese es el futuro: una falta de acceso generalizado a la sanidad, y a la educación, y un abuso generalizado en el entorno laboral, horarios draconianos sin posibilidad de nada más que trabajar, imposibilidad de mejorar invirtiendo en un negocio o en estudios, abusos generalizados de los estamentos del poder, corrupción policial y judicial, desarticulación de la familia y hundimiento de la natalidad, pobreza energética generalizada y opacidad absoluta en toda la sociedad.
Publicado por: Type | 23/01/2014 14:54:46
No caso especifico dos shoppings não são exatamente 'pobres' pq pobres são aqueles q nem o dinheiro do ônibus têm e q nem adiantou a passagem ter abaixado em alguns poucos lugares pq quem não podia pagar por 2,80 continuará não podendo pagar 2,65 ((no caso de BH) e evidentemente não irá a um shopping. Mas os dos tais rolézinhos ou rolêzinhos, de acordo com a pronúncia da letra E, são é da tal de nova classe média, aquela q apesar da renda ainda baixa já é responsável por mais de 60% das vndas dos shoppings, por mais de 50% das passagens de avião etc Os jovens dessa tal nova classe misturam o seu melhor, o afã de mostrar sua energia reprimida e sem os devidos canais de expressão com o seu pior, agem igual sempre agiram os da classe média tradicional se apossando dos lugares e impondo a sua vontade. Se impedidos de entrar num shopping não conseguem reunir mais do q 100 pessoas em outros lugar para protestar, longe do shopping são como o Superman perto do kriptonita. Uma dependência total, aliás a mesma q têm os jovens bem nascidos dos condominios fechados q sequer conhecem o centro da cidade onde nasceram em lugares como Belo Horizonte , Porto Alegre etc Parte importante da vida social de ambos os grupos têm o shopping como cenário principal, algo lamentável que o progresso somado a insegurança criaram.
Publicado por: Rafael, BHte | 22/01/2014 22:40:30
Pues para quienes no pueden pagarse un curso, recomiendo esta pagina para aprender ingles. Por fa, si gusta pasadla por facebook.
myverbs.free.fr/verbos-irregulares-en-ingles-es
Y si alguien conoce alguna para aprender portugues gratis, se agradeceria.
Publicado por: Israel | 18/01/2014 17:42:31
Buen comentario Israel. Por desgracia, seguimos teniendo gente que sigue pensando en la distinción de clases.
Debemos convivir con ello, o invertir en educación para que estos escalones desaparezcan.
Publicado por: olag | 18/01/2014 11:14:18
El "sobretodo" es una prenda de vestir. Varias veces en el texto han hecho que tenga que dejar de leer este texto.
Publicado por: Javier | 18/01/2014 1:54:22
Las ediciones invisibles
http://manuel-diasintensos.blogspot.com.es/2012/12/las-ediciones-invisibles_26.html
Publicado por: Días intensos | 17/01/2014 23:18:07
No se educa bien. Se inculca competividad y no la cooperacion. Se forma para que seamos listillos y perdedores. Y despues tenemos miedo contagiarnos de quienes mas han perdido y estan tirados en la calle. Supongo que es falta de organizacion interesada, porque de ello se alimenta la dictadura del mercado. A quien podria interesar que no hubiera parados cuando la competividad depende precisamente de que haya mano de obra barata? a quien interesa que el Estado se preocupe de verdad por la gente? mas facil es preocuparse por los amigos banqueros y similares. Los alcaldes cenan con banqueros, sindicalistas, comisarios, jueces, empresarios, pero, con indigentes? con gente critica y activa socialmente, con reconocidos expertos en algo? y despues sale la gente a apoyar al equipo de futbol de turno. Al menos ya no se apoya tanto al partido. Pudiendo estar tan bien, y aun estamos asi, regalandole dinero y poder a los bancos y compañia.
Publicado por: Israel | 17/01/2014 22:26:37
Enhobuena por escribir tambien en portugués, la lengua-musica, aunque no se pueda compreendersela totalmiente. A muchas personas les gustan sólo escuchar o leer el portugués!
Publicado por: Pobre Noruego | 17/01/2014 21:44:18
Hasta la Biblia extimatiza a las mujeres estériles.
Palabro nuevo a equiparar a tantos como salen a diario
Ni pensar quiero de dónde la ha sacado el autor... o aún hay "erritas de imprenta"?
De acuerdo que en la Biblia salen cosas raras, pero estoy seguro de que eso de 'extimatizar' no lo hace, señor don Juan Arias
Publicado por: juliomiguel | 17/01/2014 21:21:48
Tive um amigo que aos 20 anos herdou uma imensa fortuna de seu pai falecido e por isto nunca trabalhou. Saía viajando pelo mundo sem destino ( viajante e não turista), nunca acordou cedo na vida. Ele tinha uma definição bem clara de riqueza e de pobreza: pobre=pessoa que precisa acordar e ir trabalhar, mesmo que ganhe uma fortuna. Rico=pessoa que pode acordar na hora que quiser e não precisa trabalhar. Em função de seu alcoolismo e tabagismo, ele contraiu um cancer. Um mês antes de morrer, aos 55 anos, sabendo- se condenado ele me confidenciou que pela primeira vez na vida estava se sentindo pobre.
Publicado por: Sherazade | 17/01/2014 18:21:59
Es un error separarnos en niveles, o en clases, o en géneros, ni siquiera en mayores o pequeños o pequeñas, siendo personas habitantes del planeta.
Puestos en vida, para ver, sentir, aprender y comprender desde la pura vivencia.
Como una clase magistral en exclusiva, a cada persona, y de forma individual.
Estamos centrados y centradas solo en nuestros cinco sentidos, fundamentales para caminar, pero solo mirando, o razonando se desprende que de lo andado un antes y un después, que el camino es más largo.
Que para este viaje no eran necesarios tantos desvaríos, ni pérdidas de tiempo.
Andando toda la vida para al final no ir a ninguna parte, a la luz del cosmos, no casa.
Como hormigas que piensan que todo se reduce a su hormiguero.
Miopes.
Publicado por: Torres | 17/01/2014 17:29:19