Uno de los objetivos de cualquier Gobierno o partido es marcar la agenda política. Políticos y periodistas mantienen una lucha cotidiana sobre el control de la agenda. Los primeros pretenden pronunciarse y que se debata solo acerca de lo que a ellos les interesa. Y los segundos intentamos romper a diario los estrechos márgenes que fijan.
En el momento de incertidumbre política y económica que atraviesa Europa (con la sensación de estar todos los días al borde del abismo) nos hemos acostumbrado a que las decisiones de los gobernantes estén condicionadas por Bruselas (cuando no directamente por Alemania), el Banco Central Europeo o el Fondo Monetario Internacional.