Ahí lo tenemos, marcando los 13.000 puntos. El Dow Jones, el índice de referencia de Wall Street, reclama otro nivel psicológico. En los medios seguimos su evolución al segundo como termómetro de la economía de EE UU y del ánimo del inversor. Pero lo cierto es que es un medidor imperfecto por su naturaleza y limitado por su composición tan rígida. Sube y baja en función de la cotización de las 30 grandes compañías que lo componen. Entre ellas no figura, por ejemplo, Apple, la mayor empresa cotizada en el parqué, ni Amazon, la mayor tienda electrónica, o el servicio de mensajería UPS.
A este nivel, el Dow Jones vuelve a la situación de la primavera de 2008. Desde entonces, cinco compañías fueron sacadas del índice: Altria, Honeywell, AIG, General Motors y Citigroup. Entraron Bank of America, Chevron, Kraft Foods, Travelers y Cisco Systems. Al estar basado en el precio, las empresas con los títulos más caros son las que pesan más. Eso provoca, por ejemplo, que los valores energéticos representen el 11% del total, frente al 5% de hace cinco años. O que el financiero pasara del 17% al 10%. Y solo IBM se lleva al 11%, frente a poco más del 1% de General Electric o Microsoft.
Siguiendo con las comparaciones, y tomando como referencia la situación del sector bancario antes del colapso de Bear Stearns y de Lehman Brothers, el Dow Jones recupera el nivel previo al terremoto financiero con Bank of America perdiendo aún un 77,8% de su valor, y eso incluso habiéndose apreciado un 44% en lo que va de año. En el caso de Morgan Stanley arrastra todavía una caída del 58,5%, que ronda el 37% en el caso de Goldman Sachs y el 16,4% en el de JP Morgan Chase. Por las acciones de Citigroup se está pagando un 85,7% menos que en mayo de 2008.
El propio Charles Dow, que creó el índice de valores industriales en 1896, observaba la evolución de Dow Jones con poca frecuencia. En el periodo de posguerra tenía sentido seguir un indicador centrado en las mayores 30 empresas del país para anticipar la evolución de las finanzas personales. EE UU no dependía entonces tanto de Europa y Asia. Por eso los actuales editores del Dow señalan que el inversor medio debería no sacar conclusiones de un indicador técnicamente imperfecto en su composición. Lo ideal, por tanto, sería seguirlo una vez al trimestre, no en ciclos de 24 horas ni al minuto.
Por eso, los analistas suelen centrarse en el S&P 500, porque cubre a más firmas, las mayores de EE UU, y la fórmulación del índice es más lógica. Pero si de verdad se quiere saber cómo van las cosas, entonces lo que habría que observar mejor es el Wilshire 5000. El índice mide el rendimiento de todas las acciones que hay en el mercado financiero en EE UU. La capitalización de la cesta asciende a los 14,4 billones, con lo que habría recuperado ya el nivel anterior a la crisis financiera y se acerca al máximo anual marcado el 29 abril. La capitalización máxima se alcanzó en octubre de 2007, en los 15,8 billones.
El Wilshire volvió a recuperar su lugar entre la comunidad de inversores el 1 de abril de 2009, tras romper con el Dow Jones y coincidiendo con el punto más intenso de la recesión. Se puede seguir con el símbolo W5000 en el Nasdaq. En el día a día, quizás haya diferencias. Pero al ver las curvas de los tres índices de referencia del parqué neoyorquino y comparándolas con el Wilshire, la tendencia durante los últimos tres años es muy similar. Y en una realidad incierta que avanza al segundo, cualquier referencia para el inversor puede ser útil, incluso si es imperfecta. La cuestión ahora ¿aguantará los 13.000?
El máximo histórico del Dow Jones está establecido en los 14.164,5 puntos y necesitaría subir un 7,5% para lograr recuperar el próximo nivel técnico, el de los 14.000 puntos, cota que no visita desde octubre de 2007. Sin embargo, si se toma como referencia el Wilshire y se tienen en cuenta los dividendos, el índice estaría solo a un 1,7% de alcanzar el máximo de otoño de 2007. Es decir, bastaría con un par de buenas sesiones en Wall Street para poder marcar otro récord y acabar con todas las pérdidas arrastradas por la mayor crisis desde la Gran Depresión de los años 1930.