Si se esperaba que la masacre de Newtown fuera a cambiar las cosas en EE UU, de momento los que sacan tajada son justamente los fabricantes de armas. Y como. Smith & Wesson acaba de presentar resultados. Triplicó la ganancia en el trimestre, hasta los 17,5 millones de dólares. De lado de la ventas crecieron un 40% comparadas con el mismo periodo de 2011, a 136,2 millones. La segunda compañía por capitalización bursátil del negocio revisó ademñas al alza su previsión de beneficios para 2013. Resultado también robusto para Sturm Ruger, su gran rival. Pero en su caso no refleja tanto el repunte de las ventas visto desde enero, porque cerró el trimestre en diciembre mientras que Smith & Wesson lo hizo en enero.
La tendencia está clara. La reelección de Barack Obama como presidente el pasado noviembre alimentó el debate sobre los límites a la posesión en EE UU y la matanza en la localidad de Connecticut provocó a su vez un sentimiento de autoprotección que causó que las armerías no tuvieran material suficiente para cubrir la demanda. Walmart, uno de los principales vendedores de armamento en EE UU, ya dijo también al presentar resultados hace unas semanas que estaba teniendo problemas para hacerse con algunos modelos. No dijo cuales, aunque todo apunta a que se trata de rifles semiautomáticos y a cargadores de gran capacidad, precisamente los productos que podrían ser objeto de una futura prohibición.