Bill Gross, el rey de los bonos, salta a la palestra para leerle la cartilla a los miembros más tacaños del exclusivo club de los multimillonarios. Les viene a decir que no sean como el Tío Gilito y que paguen más impuestos, que es lo que les corresponde para que el conjunto de la economía crezca. No es la primera vez que el gestor de Pimco expresa públicamente esta especie de vergüenza agena. Ni tampoco es el único; esta es una campaña que lidera desde hace tiempo el inversor Warren Buffett, tras reconocer que paga al Tío Sam menos que su secretaria. Lo que creó sorpresa es que Gross, integrante de la iniciativa filantrópica Giving Pledge, utilizara como caja de resonancia la carta que publica cada mes con su visión sobre cómo van a ir las cosas en el mercado de deuda. "Siento pena", llega a decir en el arranque de la misiva.
Como las de Buffett, las cartas de Gross son una especie de texto de culto en Wall Street. En el parqué se le ve como uno de sus gurús, pese a que a veces no acierte con su bola de cristal. "Ha llegado el momento de compartir vuestra fortuna pagando más impuestos y de una reforma más equitativa", insiste. La creación de empleo, en su opinión, debe ir por delante al ansia de amasar riqueza personal y el beneficio. Bill Gross, que unos días atrás tuvo en serio encontronazo con Carl Icahn por su agresividad como inversor, tiene una fortuna estimada en 2.200 millones de dólares. Eso le sitúa en los más alto del grupo del 1%, los contribuyentes que en EE UU tiene la mayor renta. En su caso hay que añadirle un dos ceros por delante 1 y una coma. Se considera por ello un privilegiado.
Para defender su posición en este debate, asegura que un sistema impositivo más equitativo hará de EE UU una economía más competitiva y productiva que la de Canadá o Alemania. "Las economías desarrolladas funcionan mejor cuando la desigualdad de ingresos se reduce", argumenta. Gross no se fija solo en los individuos. Insiste que los consejos de administración de las grandes sociedades deben reinvertir sus beneficios en nuevas instalaciones y equipamiento, en lugar de dedicarse a elevar las ganancias para los accionistas con planes de recompra y destruyendo empleo. Otra afirmación que se interpreta como un ataque a Icahn, por la presión que está haciendo a la ejecutiva de Apple para elevar el premio a los inversores. "Usa tu tiempo a ayudar a la gente, no ti mismo".