Elon Musk va camino de ser más grande que Steve Jobs. Su última creación, una cápsula reutilizable que podrá transportar hasta siete astronautas a la Espación Espacial Internacional. La segunda versión de la Dragon de SpaceX está diseñada no solo para regresar a tierra de una forma segura, sino que podrá aterrizar en cualquier parte del planeta con la precisión de un helicóptero. Es la forma de Musk de llevar el negocio a otro nivel, ya que se espera permita una reducción drástica del coste de acceso al espacio y abrirá nuevas oportunidades para la exploración espacial. Calcula que a la Nasa le costará 22 millones de dólares por astronauta, frente a los 76 millones que está cobrando en la actualidad la agencia espacial rusa.
La idea es que la Dragon V2 esté operativa ya en 2017. Nada de monos en el primer vuelo, asegura el empresario. Si todo progresa según lo esperado, será la alternativa privada a los ya retirados transbordadores espaciales de la Nasa. La primera versión de la cápsula, que ya opera, sirvió al equipo de Musk para aprender a dar este nuevo paso. La segunda conserva los paracaídas, por una cuestión de seguridad. Pero en el perímetro cuenta con una serie de cuatro potentes propulsores para poder realizar el descenso controlado. El atraque a la estación espacial será automático, sin necesidad del brazo mecánico que se utiliza para las convencionales.
SpaceX fue la primera empresa privada en llevar carga a la estación espacial, hace dos años. El razonamiento de Musk es simple: "si cada vez que volara un avión se desechara, solo unos cuantos volarían". La diferencia respecto a las cápsulas convencionales no se percibe solo en el diseño externo de la Dragon V2 y sus cuatro patas. El interior es un espacio minimalista, limpio y simple. Tiene una estructura suspendida con cuatro grandes pantallas táctiles que hacen las veces de instrumental. Las funciones críticas para situaciones de emergencia son manuales, con botones.
El también fundador del fabricante de coches eléctricos Tesla cree que se podría realizar ya el primer ferry en dos años, "uno antes de lo que necesitaría la Nasa". Este visionario que empezó a construir su fortuna con PayPall dice que Rusia está aprentando las tuercas a EE UU. Elon Musk va sobrado de confianza, pese a que es consciente de la dimensión del reto. La presentación de la Dragon V2 anoche en la sede de SpaceX en Hawthorne (California) tiene lugar mientras trata de llevar el negocio más allá de la Nasa. Su gran batalla, en realidad, es poder pegar bocado al suculento presupuesto de las lanzaderas del Pentágono, controlado por Boeing y Lockheed Martin.