Luis J. Fernández Gutiérrez del Álamo: "Colegio y Zoo en un mismo sitio"

“Todos los años el ayuntamiento de Moralzarzal, en Madrid, al celebrar la fiesta de la matanza, llena el patio del colegio público El Raso, de animales.”

“El ayuntamiento se encarga de llenarlo de animales y estos de llenarlo de deposiciones varias. Por mucho que lo limpie el ayuntamiento, sobre todo si parte del suelo es de arena, ¿de verdad se creen que quedará suficientemente limpio para que al día siguiente jueguen los niños en su colegio? Quizás con ello lo que quiere el ayuntamiento es mandarles un mensaje subliminal a los alumnos: "Mirad, si no estudias os convertiréis en pollinos."

Esto se lleva haciendo varios años, por mucho que protestemos los padres. ¿Lo harán de nuevo este año? ¿Quién sabe?”

Comments

[Publicado por: Luis J. Fernandez]

Nadie se muere por oler a estiercol, de acuedo.De hecho vivimos en un pueblo y nuestros hijos conocen lo que es la vida natural entre animales, pero de ahi a que los niños jueguen en el estiercol hay un gran paso.
Creo yo al menos. ¿O quizas ahora los niños deberian volver a tomar la leche de la vaca sin pasar un control sanitario? ¿O deberian viajar en el coche sin sillita de seguridad?
De acuerdo en que a veces nos pasamos intentando controlar, pero donde juegan 400 niños no es el mejor sitio para que los animales defequen creo yo.

[Publicado por: Esteban]

Soy profesor de un colegio, y aunque muy lejos de Madrid, porque está del otro lado del Atlántico, percibo que se ha extendido en distintas regiones y países, una preocupación excesiva por el bienestar de los niños. Esto ha llevado a una exageración de la medidas implementadas para prevenir cualquier problema o accidente, al extremo de interferir, según mi opinión, negativamente en las vidas de los niños. Al restringir sus vivencias, por miedo, recortamos su percepción del mundo, y la cuestión es que vivir conlleva siempre riesgos. Además, ¿qué podremos relatar sobre nuestra vida, si no vivimos? Es bueno experimentar el mundo exterior, para de esta forma, interiorizar lo que los sentidos captan: texturas, colores, tonos, olores, sonidos, sabores, etc. Luego, a través de una profunda introspección, el ser fisiológico se relaciona con el ser psíquico, que anteriormente, como un radar, recibió la riqueza del cosmos.
Donde doy clases, viví una situación muy frustrante, debida al contexto que arriba describí. Un día, una estudiante se apareció en la clase con dos botellas lacradas de chicha sin alcohol. Su padre las había comprado en Perú, y ella quería compartir con todos una nueva experiencia: tomar un refresco que implicaba toda una novedad. Por mi parte, conocía la bebida solamente a través de ese libro que explica todo, el diccionario, pero que nunca toma en cuenta las experiencias y el punto de vista de las personas. Sabíamos que era una “bebida alcohólica que resulta de la fermentación del maíz en agua azucarada”, según el diccionario, pero no sabíamos si nos iba a gustar o no, si iba a remitirnos a otra bebida que antes hubiéramos probado, si sería demasiado dulce o no, etc. Pero lamentablemente, la coordinación del colegio prohibió que probásemos la desconocida chicha.
Miguel de Unamuno (1864-1936) describió en su libro Mecanópolis una ciudad controlada por máquinas. Personalmente, veo una sociedad cada vez más urbana, formando autómatas humanos. Tal vez, olvidándose de que todos los seres y cuerpos del cosmos tienen los mismos elementos en su composición: hierro, fósforo, calcio, sodio, potasio, oxígeno, carbono, formados en el interior de las grandes estrellas antes de la gran explosión.
¡Ah!, nadie va a morirse por sentir olor a estiércol.