Antigurú

Sobre el blog

Agotada de la alta concentración por metro cuadrado de gurús de las redes sociales, en este sitio se levanta un muro de contención: Todos somos torpes y primerizos en la jungla digital. No hay expertos. Eso, al menos, es lo que enseñan en la Universidad de Stanford, donde se ha inventado casi todo y nadie se proclama gurú de nada. Este es, pues, un lugar para reírse de los tropezones en Internet. El viernes abrimos consultorio. Pregunte sin piedad, porque más temprano que tarde todos tendremos nuestro minuto de miseria digital.

Sobre la autora

Karelia Vázquez

es periodista. Escribe en El País Semanal desde 2002, y en Marie Claire, desde 2005. Es la primera española que obtiene una beca J. S. Knight en la Universidad de Stanford (California), que le permitió, entre otras cosas, vivir una temporada en Palo Alto, el Dorado de las nuevas tecnologías, comprar en el mismo supermercado que Mark Zuckerberg y compartir plaza de garaje con los chicos de Facebook. También ir a clases de Clifford Nass, Clay Shirky, Evgeny Morozov y otros -esta vez sí- gurús de la era digital. Es autora del blog “Vivo entre Google y Facebook”, porque así era literalmente. Ha sido cobaya de variados experimentos extremos en Internet, y este blog no pretende ser ni más ni menos, que eso: Un sitio para radicales.

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Hola, ¿qué haces? Yo, en el water

Por: | 28 de mayo de 2014

Dos

Últimamente cuando hablo con alguien por Whatsapp o similares me da por pensar dónde estará esa persona en cuestión. No en qué situación geográfica, sino en qué habitáculo de su casa. Bueno, realmente lo que me ha dado por pensar es si me estará escribiendo desde su cuarto de baño, concretamente sentado en el water.

Llámenme rara, sociópata o sibarita pero no me gusta nada que la gente se acuerde de mi en la taza del water. Preferiría que pensaran en mi mientras ven una puesta de sol o una Web de zapatos caros y maravillosos… Por supuesto, también mientras disfrutan de una exposición de arte contemporáneo o pintura abstracta …No pensaba yo en otra cosa., aunque bueno, eso es mucho pedir.

No sé si me viene esta idea peregrina a la cabeza por las estadísticas. Que vengan de donde vengan aseguran que no nos separamos del teléfono en casi ninguna circunstancia. “El 22% de los británicos asegura que su teléfono es lo más importante que se llevan cada noche a la cama, la mitad de los usuarios de teléfonos de entre 18 y 29 años usan su teléfono en el baño, así como el 42% de los que tienen entre 30 y 44, y un cuarto de los que están entre los 45 y los 64 años(Encuesta YouGov).

“Uno de cada cinco estadounidenses confiesa que lo primero que hace después del sexo es mirar el teléfono (encuesta Harris Interactive), lo que ha puesto a huevo la broma fácil: el móvil es el nuevo cigarro de después. Según la misma fuente después de entrevistar a 200 personas, y esto es lo que interesa,  asegura que “a cualquier hora del día y en cualquier sitio solemos irnos con el móvil al servicio”.  La encuesta IT in the Toilet, asegura que tres cuartas partes de los hombres y mujeres preguntados admitieron que usaban sus teléfonos en el water.

Ahí dejo este concepto: 

Tuit

 

Eso quiere decir que al menos estadísticamente entre las personas con las que uno interacciona a diario a través de servicios de mensajería instantánea existe una probabilidad cierta de que alguna reclame nuestra atención sentado en el water.

El asunto en cuestión es objeto de un encendido debate entre los blogs y las revistas más in en materia tecnológica, unos a favor de whatsappear desde el water, y otros que piden a las fuerzas vivas de la sociedad que detengan de una vez esta práctica incívica.

Los que están a favor como Katherine Mangu-Ward, autora del artículo  In defense of Texting on the Toilet (En defensa de mandar mensajes desde el servicio) publicado en Slate reconoce que ha mandado mensajes desde el water y luego lo ha negado con toda la fuerza de su corazón. En su caso la pillaron porque cometió una imprudencia, abrir la ventana del hang out de Google sin salir del baño. Aún así negó la mayor.

En su artículo asegura que ya es hora de salir de las sombras y dejar de avergonzarse por este comportamiento, y anima a todos los “toilet texter”, así llama a los que mantienen su comunicación con el mundo aún en la intimidad del water, a salir del armario.  Su argumento es que esta conducta no hace daño a nadie –lo cual es cierto- y que dentro de nada será una necesidad ¿cultural? ¿tecnológica? ¿laboral? … a saber.

Sus argumentos a favor de llevarse el teléfono al baño son la productividad (por ejemplo, si ve la fotos de su bebé o contesta a sus amigos desde el baño no roba tiempo a su jornada laboral) y la higiene (“después de todo-dice- las bacterias intestinales no se transmiten por Internet, y en cualquier caso lavarse las manos al terminar eliminaría cualquier peligro de contagio”).

Su otro razonamiento es que la mayoría de las persona que usan el móvil en el servicio saben que su conducta no es socialmente aceptada, y por eso lo niegan. “Incluso la gente que desaprueba mandar mensajes desde el water, lo hace, lo que sugiere que la ganancia que obtienen de esos momentos digitales robados son mayores de lo que ellos están dispuestos a admitir”.

Y el tercer y último argumento es que casi todo el mundo que usa el teléfono desde su mesa de trabajo, sin levantarse para ir al water, lo combina con alguna otra función biológica y poco higiénica que consideramos intrascendente detallar en este post. Quédense con el nombre que la autora utiliza “Excretory multitasking. Es decir, multitarea excretora, y con la verdad incontestable de que los teléfonos ya son parte de nosotros mismos, vísceras y órganos vitales incluidos.

Por último acude al argumento de la paz, espiritualidad y creatividad que nos embarga en la taza del water. Un momento lleno de reflexión y pensamientos inspiradores de los cuales solo pueden emanar buenos deseos y mejores vibraciones de los que se beneficiará el destinatario del mensaje.

Afortunadamente hay una cara B a esta postura, y la defiende Brigid Schulte en el post Stop Working in the Water Closet (Paren de trabajar en el servicio). Lo que básicamente expone es que los americanos ya le dedican suficiente tiempo de su vida personal al trabajo para también querer ser productivos y eficientes cuando van al baño.

Además, anima a dejar el teléfono fuera del water para conseguir ser más creativos. “Pienso que si la palabra de orden es disruptivo, llevarse toda esta tecnología incluso al baño refuerza el antiguo modelo de estar enganchado al trabajo a cualquier hora y en cualquier parte, y eso es exactamente lo que no hay que hacer”. Lo dice porque los experimentos en neurociencias han demostrado  que el cerebro genera nuevas ideas cuando está desocupado, casi perdiendo el tiempo, en estado contemplativo.

Por mi parte, y es mi opinión personal que para eso escribo un blog, preferiría no ser parte de la intimidad excretoria de mis amigos, compañeros de trabajo, jefes, ex jefes, novios y ex novios. Tranquilos. Puedo esperar. No pasa nada porque me mandéis un mensaje cuando ya estéis fuera del servicio y a ser posible con las manos recién lavadas.

No voy a preguntar si alguno de los lectores es un multitarea excretor. ¿Para qué si lo vais a negar hasta la muerte? 

Pd. Uno de cada seis teléfonos está contaminado de materia fecal y/o la bacteria E. coli (Informe conjunto de la London School of Hygiene & Tropical Medicine and Queen Mary, University of London)

Moraleja Escatológica: Deje de manosear teléfonos ajenos. Al menos, contamínese con lo suyo. 

El País

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