Volver a pisar asfalto después de hacerlo en la arena de las playas, cuesta un poco. Menos mal que aquí, en Barcelona, el mar es uno de sus límites y las playas están a tiro de piedra. Pero no solo eso, las grandes ciudades también tienen sus ventajas ahora que hay más turistas que residentes. Hay muchos más sitios donde ir, más salas, más exposiciones, más inauguraciones y se pueden disfrutar con más tranquilidad.
Paseo de Recoletos. Madrid. 1953.
Tratándose de fotografía, hay dos citas ineludibles que se inauguraron, por fin, en Barcelona mientras no estaba, las de Català-Roca y Brangulí, dos sagas catalanas que pese a convivir en el tiempo, no coincidieron en la concepción, ni en el tipo de trabajo que desarrollaron. Ambas vienen de otras ciudades españolas, Madrid y Vigo, y seguirán su periplo al acabar aquí. No se las pierdan.