Extraordinaria, dramática, cardíaca, emocionante, reivindicativa y muchas otras cosas más. Hemos asistido a una copa para el recuerdo, donde ganó aquel al que apuntamos todos como gran favorito pero cuyo guión, aunque el final fuese el sospechado, resultó de enorme calidad. Enhorabuena colectiva, con especial énfasis a ese Morabanc Andorra gigantesco que se quedó a un mejor ojo de los árbitros de dar la gran sorpresa. También máximos honores al Baskonia, al que tampoco se le puede sacar ningún pero y que se fajó con intensidad y acierto. O al Valencia, al que otras veces señalamos su falta de consistencia en las grandes citas y ahora demostró que ha dado un paso adelante. Y por supuesto al campeón, el Real Madrid, que tuvo más moral que el Alcoyano, estuvo más muerto que vivo en los dos primeros partidos y aún así siguió porfiando hasta llevarse un título que quizás no es el más importante de la temporada, pero cuyo desarrollo lo ha engrandecido.
Hemos asistido a un buen número de grandes partidos, alguno de ellos que nos costará olvidar, como el Baskonia-Real Madrid en semifinales o la misma final. El juego, ese gran olvidado a veces cuando hay cosas serias en el tapete, hizo honor, con estilos valientes, agresivos y veloces, al fin de semana más importante del curso. También tuvimos tiempo para deleitarnos con actuaciones acordes al enorme talento que atesoran unos cuantos de los mejores jugadores de nuestra liga. Y todo ello con el Buesa Arena abarrotado, batiendo el récord de asistencia y sin ningún incidente destacado. Poco más se puede pedir.
Ganó el Madrid, que ha convertido en todo un arte la supervivencia en las situaciones más extremas. Cada uno de sus tres partidos ha sido agónico, y no por déficit suyo, que la posible crítica casi se limita a su primera parte ante los andorranos, sino por la excelente resistencia que ofrecieron los tres rivales que se cruzaron en su camino. Decía antes de comenzar la final Pedro Martínez, entrenador del Valencia más sólido y maduro de los últimos tiempos, que al Madrid donde se mueve mejor es en espacios abiertos, partidos con revoluciones, idas y vueltas, pero que resulta que ese estilo también era el suyo. Seguramente lo mismo pensaron los técnicos de Morabanc Andorra y Baskonia. Por eso es de agradecer que ninguno de los tres renunciaran a la forma habitual que tienen de entender el baloncesto, a costa del peligro que eso conlleva cuando tienes enfrente al Madrid. Gracias a esta decisión, los tres partidos fueron mayúsculos, con marcadores siempre muy cerca de los 100 puntos y llenos de acciones espectaculares, preciosos canastones y muy buenos jugadores por la pista con espacio y libertad para mostrar sus cualidades.
Hace unos meses, a cuento del nuevo titulo liguero alcanzado por las huestes de Laso, escribí en este blog una articulo que se titulaba Asi compite el Madrid Poco o nada ha cambiado desde entonces, pues el Madrid sigue siendo un seguro. No de ganar, sino de estar siempre en el momento y lugar donde se reparten los galardones. Y claro, rondando una y otra vez por ahí, al final van cayendo los títulos. A los jugadores del Madrid seguro que les gusta el baloncesto, pero lo que más les estusiasma es competir, medir fuerzas, disfrutar de las rivalidades y los ambientes hostiles, probarse una y otra vez que tienen fuerzas y ganas para seguir peleando.
Este perfil se ha afilado si cabe con la definitiva subida a los altares de Sergio Llull. Ausente el Chacho, no tan pujantes Rudy o Felipe, este Madrid no tiene más jefe que el menorquín, un jugador único, con una confianza en sus capacidades que te deja pasmado, capaz de meter canastas que sólo vemos a gente como Stephen Curry y que no conoce un hábitat más sugerente y estimulante que un partido cuesta arriba o unos últimos minutos con el encuentro a falta de definición.
Su incidencia en las tres apretadas resoluciones ha sido capital, mandando, templando y resolviendo con una mezcla de fiereza y finura que le han dado un nuevo MVP. Igual a falta de tres minutos para la conclusión de la final el excelente Anthony Randolph se lo podía haber discutido, pero metiendo los últimos diez puntos que valieron un nuevo título, cualquier duda se disipó.
Total, que el Madrid es de nuevo campeón, y van cuatro seguidas, el Valencia y Baskonia se dieron un baño de autoestima, el Barcelona tiene tarea si quiere levantar su errática temporada, en Andorra se acordarán mucho tiempo de un campo atrás y los equipos canarios o el Unicaja se quedaron un poco por debajo de lo esperado. La semana que viene la vida sigue, vuelve esa liga a la que le cuesta coger vuelo, o esos infinitos viajes por Europa. Pero al menos nos quedará el recuerdo de cuatro días que esta vez sí que fueron de adrenalina y buen baloncesto. Enhorabuena a todos los que lo hicieron posible.