El cardenal Antonio Cañizares valenciano, de la zona castellano parlante de Utiel. Los montes le impiden ver el mar; y eso...influye en el carácter; y mucho.Cardenal de la Iglesia, su biografía muestra rasgos meteóricos desde que fuera ordenado sacerdote y llegara a Madrid para estudiar, en los años del progresismo pos conciliar. Y lo hizo en el Instituto de Pastoral que la Pontificia Universidad de Salamanca fundó en la capital, nido de teologías avanzadas. De la mano del actual cardenal Estepa, su amigo y valedor, aunque cardenal antes que su maestro, se trabajó, y my bien, un nombre y un lugar en los ámbitos de la catequesis de la Conferencia Episcopal, compartiendo tareas pastorales en la parroquia madrileña de San Gerardo, en Carabanchel. Nombrado obispo de Ávila en 1992, puso el germen uno de sus sueños, la Universidad Católica, tras no pocas peripecias y flecos que aun perduran. Desde ahí, a Granada en 1996; y en 2002 a Toledo como arzobispo y Primado de España. En 2006 fue nombrado cardenal y en 2008, el Papa lo llevó a Roma para encargarle el Dicasterio de Culto Divino, que ahora, en la reforma del Papa Francisco, entrará en un profundo cambio.Cañizares quiere volver a España. No habla italiano y no domina las lenguas...algo necesario en un cargo tan global. Aunque si estaría dispuesto a estudiar catalán.
Ya en España probó a ser presidente de la Conferencia Episcopal, pero se quedó en vicepresidente, trabajando codo con codo junto al cardenal Rouco, con quien, por varias razones, llegó a distanciarse. Entre ellas, sus negociaciones con el gobierno del PSOE, que no gustaron al cardenal madrileño, receloso de él y con sus propias estrategias. Sin embargo , es con el PP con el que mejor se ha alineado, incluso ya en Roma. Pero el cardenal Cañizares no parece encontrarse bien en las tareas curiales y ya lleva tiempo diciendo que no le importaría volver a España.
Hay quien ha hablado de Madrid, pero…hay muchas presiones para que no sea así. Rouco tiene otras miras y otros nombres. Tambien Roma parece que los tiene. El Partido Popular lo quiere en Barcelona. No olvidan que fue él uno de los autores de aquel texto sobre la Unidad de España como bien moral que tanto dio que hablar. Con buenas conexiones con el mundo empresarial y mediático de Lara, su perfil beneficiaria al Gobierno en su cruzada catalanista. Y si no sabe catalán, lo aprenderá. El ministro Jorge Fernandez, es la punta de lanza de esta operación de la que Rajoy se mantiene al margen. No le interesan las mitras. Mejor dejarlas quietas.
Y han saltado las alarmas en Cataluña. Vuelve a esgrimirse el viejo eslogan, Volem bisbes catalans, que fue bandera durante la campaña promovida en 1966 por el nombramiento del más tarde primado de España, el cardenal Marcelo González, sucesor de Modrego en Barcelona. Reverdeció la campaña con la sucesión de Jubany. Fue elegido el entonces obispo de Tortosa, Ricardo María Carles, pese a que varios sectores del gobierno del PP urdieron estrategias para que el elegido fuera el actual arzobispo de Zaragoza, Manuel Ureña. Lo cuenta José María Aznar en el libro reciente de sus memorias.
El caso del cardenal Marcelo Gonzalez fue sonado. Ahora se recuerda cuando Pablo VI recibió al abad Brasó de Montserrat y el papa le mostró su sorpresa por las protestas que había generado el nombramiento de Marcelo González como arzobispo de Barcelona. Pablo VI dijo que estaba muy dolido porque él amaba mucho Barcelona y le habían asegurado que Don Marcelo era el mejor de todos los candidatos posibles. Pues esto es lo que podría repetirse 50 años después con el cardenal Antonio Cañizares en Barcelona.
Empieza la partida. Ni ajedrez, ni billar o dominó. Roma, al decantarse por el candidato a la sede de Barcelona, debería de guardarse del efecto ajedrez, con estrategias medidas para intereses más políticos que eclesiales; o del efecto billar o dominó en la que un movimiento arrastra a otro. Colocar en Barcelona a un cardenal que no se encuentra del todo bien en sus tareas actuales o pudiera molestar en otros lugares a hermanos en el episcopado, y que nunca ha rechazo volver a España, solo por esas razones, no es de recibo. Sería algo preocupante. Es el momento en el que el papa Francisco eche mano del discernimiento que viene caracterizándolo para dialogar, escuchar y ver todos los lados de una decisión, pasándola después por la oración y tomando la decisión más acertada, guste o no, pero siempre con ese periodo previo de escucha atenta de muchas voces, no solo de unas.
Y en Cataluña hay obispos y sacerdotes que bien podrian liderar aquella igleisa en lsoparámetros que el nuevo Papa ha marcado para una Iglesia más alejada del poder temporal y entregada a la evangelización de los más pobres. Cañizares es un buen obispo, pero...no para Cataluña. Si el Papa lo nombra, no se cae el mundo,pero habría grietas. Es momento de serenidad y no de batallas lideradas desde otros lugares geopoliticos.