A los periodistas se nos exige objetividad por encima de todo, y uno de los ‘mandamientos’ del Libro de estilo de EL PAÍS es que en cuestiones objeto de disputa hay que buscar la opinión de las distintas fuentes. Pero eso no significa que el periodista deba ser neutral y dar el mismo valor a las opiniones basadas en hechos comprobados que a las simples opiniones. Este ‘falso equilibrio’, uno de los caballos de batalla de muchos de mis colegas anglosajones, y ha sido criticado también en esta sección por alguno de mis antecesores, Una lectora me ha señalado un ejemplo de este error periodístico en un reciente reportaje.