Sobre el autor

(Donostia-San Sebastián, 1954)
es periodista licenciado en la Universidad
de Navarra. Lleva en El País desde 1983, donde ha
sido corresponsal de Interior y miembro del equipo de
Investigación. Como redactor jurídico ha cubierto casi todos los
juicios importantes que ha habido en España, desde el 23-F, el
síndrome tóxico o el crimen de los Urquijo hasta los atentados del 11-M.

Sobre el blog

Este blog es un lugar de encuentro sobre temas jurídicos, pero no es para todo el mundo. Es muy recomendable tener mucho sentido común y ganas de sonreír, ya que el humor es síntoma de inteligencia. La única norma es el respeto a los demás. Si usted prefiere insultar es muy libre, pero le agradecería que no se molestase en seguir leyendo, yo también preferiría estar en la playa.
El blog se alimentará también -o principalmente- con la serie de artículos que bajo el título “El último recurso” se publican los lunes en El País

Nuevo libro

El último recurso El último recurso. Los artículos que forman parte de este compendio fueron publicados en EL PAÍS bajo el epígrafe El último recurso durante los años 2010 y 2011. Todos ellos fueron escritos durante esas horas de la noche en la que todo parece estar parado y en silencio. Mi objetivo era centrar el foco o aportar un punto de vista particular hacia algunas noticias que me parecía que merecían mayor atención que la que se les había prestado. La otra finalidad, no menor, era que el lector se lo pasara bien y que, a ser posible, esbozara una sonrisa. Y ello, aunque el tema a tratar fuera tan tremendo como la rebaja de cinco años en la condena de un tipo que dejó a su mujer parapléjica a golpes.

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José Yoldi

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12 nov 2012

Peligro, francotiradores

Por: José Yoldi

Peligro_francotiradores Yannis Behrakis (Reuters)
El letrero, en la frontera libia, pone Peligro, francotiradores. Foto Yannis Behrakis (Reuters)

Queridos lectores:

Parece ser que el anterior va a ser el último artículo que publique en El País. Después de 29 años peleando diariamente por hacer más grande este periódico creía que me había ganado el derecho a un tránsito pacífico y tranquilo hacia la jubilación. Me temo que no va a ser así, puesto que esta mañana me han notificado el despido por rigurosa aplicación de la reforma laboral, una normativa que había sido criticada por el propio periódico. Se ve que con la crisis cambian los valores y abundan los francotiradores.

No obstante, como decía Tagore, "no llores por la pérdida del sol que las lágrimas no te dejarán ver las estrellas" y parece que por fin, voy a tener más tiempo para mirar las olas o ver crecer la hierba.

Si vuelvo a escribir en algún medio, blog o soporte de algún tipo, lo notificaré vía twitter. Mi cuenta es @TxetxoY

Les agradezco su paciencia y les deseo lo mejor.

 

12 nov 2012

Un eterno tránsito hacia la nada

Por: José Yoldi

 

 

El macroproceso contra 40 dirigentes de Batasuna dura ya más de 10 años y no se vislumbra el final

 

Juicio del 11-M. A la derecha Fernando García Nicolás

Juicio por el 11-M. A la derecha, Fernando García Nicolás. Foto: Efe

¿Para qué vas a correr si no sabes dónde vas? Ese proverbio africano parece ser la inspiración de los jueces de la Audiencia Nacional que, al menos en los últimos años, han tenido responsabilidad sobre el caso Batasuna. Porque ese macroproceso, el 35/02 del Juzgado Central 5, en el que están procesados 40 dirigentes de Batasuna —entre ellos Arnaldo Otegi, Rufi Etxeberria y Joseba Permach, es decir, los que están liderando a la izquierda abertzale hacia el fin de la violencia en Euskadi— se inició hace ya 10 años y no se vislumbra el final.
Lo inició en 2002 el entonces juez Baltasar Garzón con la intención de cortocircuitar el flujo de dinero hacía Batasuna, por entender que esa formación política era “una de las grandes empresas de ETA”.
Según el magistrado, la dirección de la banda terrorista decidió “en 1992, configurar una plataforma económico-financiera coordinada para aglutinar todas las estructuras y organizaciones integradas en el MLNV (Movimiento Nacional de Liberación Vasco)”. Esta tenía como finalidad elaborar el llamado Proyecto Udaletxe, “una estructura empresarial de ETA dirigida a financiar todas las estructuras integradas en el complejo terrorista”. Para Garzón, no existía duda de que uno de los pilares de esa plataforma eran las herriko tabernas (tabernas del pueblo), dependientes de Batasuna y utilizadas para “la captación de nuevos militantes, el depósito (...) de armas y explosivos para la comisión de atentados de ETA, (...) instrumentar la lucha callejera, y la recopilación de información de futuros objetivos terroristas”.
De modo que el juez intervino las herriko tabernas y suspendió las actividades de Batasuna, antes de su ilegalización por el Tribunal Supremo.
En 2005, poco antes de marcharse a Estados Unidos, Garzón procesó a 36 responsables de la formación política y a su vuelta, en 2008, concluyó el sumario, en el que ya había 40 acusados, además de los etarras Josu Ternera y Jon Salaberría, que estaban huidos. Poco después, abrió juicio oral.
En abril de 2010, el fiscal presentó sus conclusiones provisionales en las que reclamaba 12 años de cárcel por pertenencia a banda terrorista para Otegi, Etxeberria y Permach, a los que se considera jefes de ETA; 10 años para otros 20 dirigentes de Batasuna, por el mismo delito, y 8 años para 17 militantes. Desde entonces, poco o nada se ha hecho y la causa sestea en la sala.
No deja de ser curioso que este proceso tendrá que dejarse sin efecto para Otegi, porque ya ha sido juzgado y condenado por integración en banda terrorista en el caso Bateragune, uno de los enésimos intentos de reconstrucción de la cúpula de Batasuna. La Audiencia le condenó a 10 años de prisión, pero el Supremo le rebajó la pena a seis años y medio. La pertenencia a un grupo terrorista es un delito permanente, por lo que no podrá ser juzgado de nuevo por eso.
Pero, aunque así sea, a alguien se le podría ocurrir señalar el juicio de una vez, en lugar de este viaje infinito.
La ponencia le corresponde al paulatino Fernando García Nicolás, que pensarán ustedes que está sobrepasado por el trabajo. Pues no. La velocidad, hay que reconocerlo, nunca ha sido su fuerte. En 1997 le costó seis meses redactar la sentencia que condenó a 37 años de cárcel a Juan José Rego Vidal y Jorge García Sertucha por el intento de atentado contra el Rey en Mallorca. Un asunto sin ninguna complicación para lo que no se suele tardar más de una semana, puesto que los acusados habían admitido su culpabilidad, habían alardeado de tener al Monarca en el punto de mira y  el tribunal disponía del rifle de precisión como prueba.
Posteriormente el Consejo del Poder Judicial le expedientó y sancionó con una multa por retraso injustificado al tardar más de un año en dictar otra sentencia del entorno de ETA.
Quizá piensen que está agobiado por los otros casos que tenga asignados. Pues tampoco. Resulta que el caso Batasuna es la única ponencia que tiene encomendada. Y el mes que viene se jubila.
Lo más probable es que sea admirador del que fue actor y presidente norteamericano Ronald Reagan, que comentaba: “Algunos dicen que el trabajo duro no ha matado a nadie, pero yo me digo ¿Por qué arriesgarse?”.
Y, mientras, el proceso prosigue su eterno tránsito hacia la nada.

El País

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