Texto de Marta Guarch
¿Qué pasa mundo? ¿Por qué no reaccionas? ¿Cuántas son muchas muertes? ¿Cuántas se necesitan para frenar esta masacre? Recientemente aprendí el concepto etnocidio, que significa destrucción de la cultura de un pueblo. Para mí, es otro elemento más que sustenta el actual genocidio en Gaza y el sistemático apartheid en Cisjordania. Mundo, ¿por qué callas?, ¿por qué no condenas? Es más, ¿por qué condenas a quien condena?
He pasado diez días conviviendo con un amigo palestino asentado en España. Él es médico psiquiatra y yo Doctora en Psicología. Además, trabajo en el área de la salud mental y de las migraciones. ¿Qué hacemos Doctor Yihad?, ¿por dónde empezar?, - me preguntaba mirándole muchas veces. Pensemos en qué es lo que no necesita Gaza, - le oí en varias ocasiones. Sin duda difícil, que no imposible.
Nosotros podríamos haber disfrutado más de las vacaciones, pese a que, con total certeza hemos apreciado nuestra mutua compañía. Sin embargo, resulta complejo saborear la cotidianidad si haces frente a la realidad. Especialmente si sigues conectado a la actualidad palestina como lo hace él. Con todo, así son muchas las vidas en la diáspora palestina. La Nakba no es cosa del ayer.
En lo que llevamos del mes de agosto, ocho colegios han sido bombardeados, numerosos centros de salud destruidos, la pila de cadáveres que aparecen sin órganos vitales y con dificultades para su identificación crece día tras día. El uso de la Inteligencia Artificial como arma de guerra se ha normalizado. Incluso algunas fuentes locales en Gaza hablan del uso de sonidos de bebés generados por Inteligencia Artificial para captar la atención de los civiles gazatíes. Así, los bombardeos se producen cuando van a responder ante los sonidos de los bebés. En esta línea, no dejemos de hablar de fosas comunes, pongámoslo sobre la mesa y no desdibujemos nunca el concepto “Derechos Humanos” porque cada día vacía su significado, especialmente en Palestina.