Las sociedades occidentales, entre ellas la española, creen guiarse por la razón y la lógica. Pero con mucha frecuencia se comportan de forma irracional. Prueba de ello es la devoción por el oxímoron. Ya saben, la yuxtaposición de conceptos antitéticos. Es una figura retórica muy útil para escribir poesía y para disfrazar la realidad. A los publicistas les encanta.
Si quisiéramos resumir en solo dos palabras el origen de las crisis económicas capitalistas, podríamos hacerlo con un conocido oxímoron: “cómodos plazos”. En cuanto creemos que pagar a plazos puede ser cómodo, estamos preparados para creernos cualquier otra cosa: que el precio de los pisos puede subir eternamente, por ejemplo, o que siempre habrá crédito.