"Esto no es lo mismo comparado con lo que era antes del Katrina". Los habitantes de Nueva Orleans sueltan frases como ésta a la mínima de cambio. En cambio, nuestra primera impresión al poner un pie en Bourbon Street, la arteria principal del barrio francés, fue que nos habíamos colado en una especie de despedida de soltero gigante en Sodoma y Gomorra. La calle estaba abarrotada de hordas de turistas en plena orgía dionisíaca. De un buen puñado de locales, además, brotaba el característico sonido del jazz de la Crescent City.
Dentro de una semana se cumplen cinco años desde que el huracán arrasara la ciudad y, con ella, a parte de su escena musical, principal seña de identidad junto a la exquisita comida criolla. El reciente estreno de Tremé, la serie de David Simon (creador de The Wire) sobre la supervivencia de los músicos después del Katrina, ha devuelto el tema a las efemérides de los periódicos. Hace unos días, por ejemplo, la revista good.is publicó un espléndido especial sobre el estado de Nueva Orleans. En una de sus piezas, repasaba con una mirada crítica los efectos reales que las obras benéficas de distintos artistas había tenido sobre la ciudad ahora que los cheques con un montón de ceros se han terminado.