"Cualquiera que prevea escribir sobre Las Vegas corre el grave riesgo de aparecer como el aguafiestas que, en medio de la celebración, interrumpe las risas y los bailes para pronunciar un discurso que parecerá siempre demasiado insípido en comparación con la atmósfera festiva".
Con estas palabras arranca 'Zerópolis', la obra que el filósofo Bruce Bégout dedica a Las Vegas, la ciudad en la que se han ambientado multitud de historias que quizás en otros escenarios no resultarían tan creíbles, como Casino, Leaving Las Vegas o Una proposición indecente. Del mismo modo que ha atraído a cineastas, el efecto imán de esta ciudad erigida en mitad del desierto de Mojave también ha funcionado para arquitectos, sociólogos, filósofos, etcétera, que se han acercado a la ciudad por sus condiciones singulares y difícilmente reproducibles en otros rincones del mundo.
Si bien el principal objetivo de la mayoría de viajeros que recalan en Las Vegas es el de pasar un buen rato, a nosotros nos resultó muy difícil dejar de pensar en ella una vez que los tubos de neón se apagaron, ya que aún resonaban en nuestra cabeza los tintineos de las fichas de casino (y quizás las cervezas a un dólar). La cuestión es que durante una buena porción del viaje nos dedicamos a catalogar y buscar un sentido a todos esos elementos singulares.