La vergüenza del silencio impuesto por Mariano Rajoy en su partido -y aceptado por todos y cada uno de sus miembros con obediencia castrense- es un caso extraordinario de desvergüenza política. Hacen como los niños pequeños –taparse la cara- cuando no quieren que se les vea. ¿Creen de verdad los populares que no tienen que dar explicaciones al respetable de las trampas de su tesorero? ¿De los sobresueldos? ¿De las donaciones ilícitas al PP –o eso parece- de decenas y decenas de grandes o medianas empresas? Luis Bárcenas, el de los millones en Suiza, el protagonista de todos los engaños, sigue siendo el innombrable. Dicen Rajoy y Cospedal que no tienen miedo de nada. Como dice La Razón, que el que la haya hecho, la pague. Pues el hoy recluso ha sido quien ha pagado precisamente a esa cúpula un dineral en sobresueldos. Y quienes acordaron pagar al hoy huésped de Alcalá-Meco una pasta gansa, cerca de 600.000 euros en un año, fueron, precisamente, Rajoy y Cospedal. Así que responsables, ellos. Y mientras, causa rubor oír a Esperanza Aguirre y a su sombra, Ignacio González, también conocido -entre otras cosas maravillosas- por ser el misterioso dueño-no dueño de un ático en Marbella. Ellos, precisamente, ellos, que como responsables del partido en la Comunidad de Madrid tienen imputados en la trama Gürtel a un consejero, dos ex diputados y varios alcaldes.
Y seguimos con los exorcistas. Que vayan a Alcalá-Meco. Por ejemplo.