Como ya conté en el post anterior, tenía un objetivo: llegar a Kapingamarangi, un atolón remoto y aislado de la Micronesia, en medio del océano Pacífico, a 750 kilómetros del aeropuerto más cercano.
La Federación de Estados de Micronesia no tiene línea aérea propia y el único nexo de comunicación de Pohnpei -su capital- con el mundo exterior es un vuelo de United Airlines que en días alternos la comunica con la isla norteamericana de Guam.
Así que ese era mi primer objetivo: Guam.